Fin de ciclo
El populismo lev¨®giro ha declinado por su incapacidad de construir institucionalmente partidos de Gobierno
Parece que el ciclo de protesta contra la pol¨ªtica de austeridad, iniciado a comienzos de la d¨¦cada en el sur de Europa, acaba de terminar. El pasado 26 de mayo sufrieron derrotas irreversibles los tres grandes proyectos de populismo de izquierdas que hab¨ªan logrado predominar en los pa¨ªses mediterr¨¢neos aquejados por la crisis del euro: Grecia, (donde Syriza logr¨® el sorpasso al Pasok en 2012 y la mayor¨ªa en 2014), Italia (donde el M5E logr¨® el sorpasso al PD y la mayor¨ªa en 2013) y Espa?a (donde Podemos logr¨® romper el bipartidismo y a punto estuvo de alcanzar el sorpasso,aunque no la mayor¨ªa). Pues bien, esas tres fuerzas han sido simult¨¢neamente humilladas por sus electores, perdiendo casi todo su capital pol¨ªtico.
Este final de ciclo solo parece afectar al populismo de izquierdas, pues el de derecha ultranacionalista apenas si se ha visto afectado. Ha sufrido importantes derrotas en Alemania, Holanda y los pa¨ªses n¨®rdicos, pero se ha mantenido en Francia y los pa¨ªses del Este, obteniendo una victoria espectacular en el Reino Unido y sobre todo en Italia. De modo que todav¨ªa no se vislumbra un final de ciclo para el populismo de derechas, pues su auge actual tras la crisis de los refugiados de 2015 fue posterior al del populismo de izquierdas. Y este debe de ser tambi¨¦n el caso del secesionismo catal¨¢n, que si bien arranc¨® en 2012, a la vez y por las mismas razones que el populismo de izquierdas, sin embargo presenta el mismo aire de familia que el populismo ultranacionalista. Esperemos que su ciclo acabe alg¨²n d¨ªa.
?Por qu¨¦ ha ca¨ªdo el populismo de izquierdas? En Espa?a tendemos a interpretar el caso de Podemos en clave de telenovela, culebr¨®n o melodrama, echando las culpas ya sea a las maledicencias de Yago Monedero, que enciende los celos de Otelo Iglesias contra la infidelidad de las Desd¨¦monas Carmena o Errej¨®n, o a las malas artes de Lady Macbeth Montero, que desde su castillo de Galapagar juega a ser la Yoko Ono que acabar¨¢ con Podemos. Cotilleos del coraz¨®n que no merecen ning¨²n an¨¢lisis pol¨ªtico. Tampoco hay que tomarse en serio los subterfugios que usa Pablo Iglesias como pretexto para eludir su autocr¨ªtica, descargando sus responsabilidades sobre las luchas internas (sembradas por las purgas que decret¨®) o la renuncia de Pedro S¨¢nchez a nombrarle ministro. Las cosas son m¨¢s sencillas.
El populismo de izquierdas se ha consumido por su incapacidad de construir institucionalmente partidos de gobierno, y no solo de oposici¨®n. Ya lo denunci¨® Naomi Klein en su libro Decir no no basta. No basta con protestar, luchar, vetar, bloquear, purgar o depurar, pues adem¨¢s hay que trabajar, construir, organizar, edificar, cohesionar, pactar y acordar. El nihilismo contrainstitucional es la enfermedad autoinmune del populismo, que le conduce a destruirse a s¨ª mismo.
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