Responsabilidades paulinas
Si a Casado se le nota irresoluto y medio noqueado, a la espera de alguna iniciativa, la estrategia de Iglesias parece meridiana, re-cohesionar el partido con el pegamento infalible, el poder
Los dos l¨ªderes que salieron peor parados en las recientes convocatorias electorales fueron los dos Pablos, Iglesias y Casado. Como los n¨²meros cantan, no tuvieron m¨¢s remedio que reconocerlo. Pero ninguno de ellos se mostr¨® personalmente aludido. La responsabilidad se imput¨® a causas difusas, esa letan¨ªa de razones a las que cada l¨ªder alude vali¨¦ndose siempre de la primera persona del plural, eso que ¡°nosotros¡± hemos hecho mal.
Nuestros Pablos se han ido de rositas, a pesar de que hay que presuponer que a ambos les cabe alguna responsabilidad en el desaguisado. Pero son dos modelos de liderazgo tan distintos, que ah¨ª acaban las similitudes. Uno es volc¨¢nico, hiperactivo y dominante; el otro es m¨¢s blando, cort¨¦s, e incluso algo retra¨ªdo. Los partidos a los que representan tampoco tienen apenas puntos en com¨²n. Por eso ha sido tambi¨¦n distinta su representaci¨®n del desastre, el relato elegido para que su responsabilidad pol¨ªtica personal se desvanezca.
Lo de Casado es un cl¨¢sico, la ¡°herencia recibida¡±, el pragmatismo mec¨¢nico de Rajoy y los casos de corrupci¨®n. Pero oculta algo obvio, su radical giro discursivo hacia la derecha, que tanto da?o le acab¨® haciendo en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, y que apenas le permiti¨® diferenciarse de Vox. Esto significa desconocer cu¨¢les han sido las condiciones bajo las que siempre se ha dado el ¨¦xito electoral de la derecha, un error de bulto en uno de sus l¨ªderes. Prueba de ello es que enseguida rectificaron con el supuesto giro al centro para afrontar la segunda tanda electoral. Y si aqu¨ª salvaron los muebles fue, precisamente, por la herencia recibida, por la amplia implantaci¨®n local de su partido.
Lo de Iglesias es justamente lo contrario: el Podemos de hoy ya no se parece en nada al de sus or¨ªgenes, se ha difuminado su mito de origen. Con el agravante de que ¨¦l mismo fue uno de los que contribuyeron a crearlo. Si alguien est¨¢ siempre de n¨²mero uno en la misma organizaci¨®n y esta comienza a resquebrajarse, ?a qui¨¦n creen que hay que responsabilizar de su paulatina decadencia? Para Iglesias en cambio la culpa recae sobre ¡°los otros¡±, los que en cada momento fueron disintiendo. El buen liderazgo consiste, sin embargo, en saber integrar las diferencias sin poner en peligro el proyecto colectivo.
Si a Casado se le nota irresoluto y medio noqueado, a la espera de alguna iniciativa, la estrategia de Iglesias parece meridiana, recohesionar el partido con el pegamento infalible, el poder. Por eso no para de exigir una parte de los nuevos despojos gubernamentales a cambio de su apoyo. A uno de nuestros Pablos se le ve todav¨ªa biso?o e improvisador; al otro quiz¨¢ demasiado propulsado por su propio ego como para ejercer una autocr¨ªtica sensata.
Alexander Kluge dec¨ªa que la unidad de medida fundamental en la pol¨ªtica es la confianza. Si esta se dilapida a mansalva no hay m¨¢s remedio que contener la hemorragia. Para eso est¨¢ el asumir responsabilidades pol¨ªticas, algo que no presupone necesariamente la dimisi¨®n, pero s¨ª al menos el reconocimiento de sus muchas equivocaciones. No, desde luego, el parapetarse detr¨¢s de otros.
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