Juegos de poder
La b¨²squeda de mayor¨ªas para formar Gobierno se dirime a varias bandas
La semana que se inicia este lunes ser¨¢ decisiva para la formaci¨®n de los ¨®rganos de Gobierno municipal salidos de las elecciones del pasado 26 de mayo. La novedad en esta ocasi¨®n es que los pactos que se alcancen en los Ayuntamientos determinar¨¢n los que se puedan formalizar en las autonom¨ªas y en el Congreso de los Diputados, donde el candidato socialista, Pedro S¨¢nchez, intentar¨¢ hacer efectivo el encargo de formar Gobierno recibido del Rey. Al igual que en la anterior legislatura, el aspirante a la presidencia del Ejecutivo no compareci¨® ante don Felipe con los apoyos parlamentarios para su investidura comprometidos, de modo que, tambi¨¦n en esta ocasi¨®n, la negociaci¨®n para configurar una mayor¨ªa ser¨¢ posterior al encargo del jefe del Estado, no anterior, como hab¨ªa sido la pr¨¢ctica desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n.
Las razones que explican este proceder por parte de los candidatos fueron distintas en 2016 y en este momento, pero ni entonces ni ahora justifican que necesidades pol¨ªticas coyunturales de los partidos consoliden cambios institucionales de apariencia marginal, pero determinantes en el funcionamiento del conjunto del sistema. El hecho de que el jefe del Estado tenga que conformarse con encargar la formaci¨®n de Gobierno al candidato con mayor n¨²mero de diputados, no al que haya articulado los apoyos requeridos antes de comparecer ante ¨¦l, consolida la idea de que en el sistema espa?ol los ciudadanos eligen directamente a los presidentes del Ejecutivo, no a los miembros de las C¨¢maras representativas que los invisten y ante las que son responsables.
El matiz revela su trascendental gravedad cuando, como es el caso, los partidos han anticipado al jefe del Estado vetos o apoyos que no tienen como fundamento el acuerdo o el desacuerdo en torno a un programa que nadie ha negociado, sino posiciones de principio que lo mismo pueden responder a la animadversi¨®n entre los l¨ªderes que a la b¨²squeda de ventajas partidistas. En ning¨²n caso, al respeto a la voluntad ciudadana, a la preocupaci¨®n por preservar las instituciones ni tampoco al compromiso de abordar los problemas del pa¨ªs, que pasan a un segundo plano frente a descarnados juegos de poder.
La proximidad entre las elecciones generales, municipales y auton¨®micas solo ha servido por el momento para ampliar el escenario donde desarrollar estos juegos, convirtiendo la gobernabilidad del pa¨ªs en todos sus niveles en un rompecabezas tal vez irresoluble. Los programas municipales importan menos que el reflejo de las combinaciones para aprobarlos en los Ejecutivos auton¨®micos, y los programas de estos, menos que la ampliaci¨®n del margen para negociar apoyos a un Gobierno. Con el agravante de que, al amparo de este galimat¨ªas, va generaliz¨¢ndose la resignaci¨®n ante una pr¨¢ctica parlamentaria aberrante, como es la de formar Gobiernos, no porque dispongan de mayor¨ªas que los respalden, sino porque no existen mayor¨ªas alternativas para desalojarlos.
La renovaci¨®n de la pr¨¢ctica totalidad de las instancias pol¨ªticas en Espa?a a trav¨¦s de unas convocatorias a las urnas superpuestas en el tiempo puede servir para relegitimar el sistema despu¨¦s de unos a?os convulsos, en los que se superpusieron una crisis econ¨®mica y una crisis social. Pero tambi¨¦n convertirse en la ocasi¨®n para profundizar en los errores que lo han tra¨ªdo hasta aqu¨ª, debilit¨¢ndolo.
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