De faroles y de tah¨²res

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S¨¢nchez e Iglesias negociar¨¢n un ¡°Gobierno de cooperaci¨®n¡±

Ciudadanos presidir¨¢ la Asamblea de Madrid tras su acuerdo con PP y Vox

El pact¨®dromo del 26-M: as¨ª est¨¢ el reparto de poder

Las conversaciones de la investidura entre tah¨²res tendr¨ªan que pactarse con los pu?os remangados. Se trata de evitar los naipes escondidos, aunque semejantes precauciones no previenen del recurso del farol: amagar con una jugada extrema para sugestionar al contrincante.

Vox, por ejemplo, amenazaba con entregarle los Gobiernos a la izquierda si no se les sentaba a la mesa. Parec¨ªa una bravuconada, pero ha funcionado el ardid. La amnesia de Ciudadanos respecto a los cordones sanitarios no solo ha facilitado un encuentro m¨¢s o menos clandestino con Roc¨ªo Monasterio. Tambi¨¦n ha predispuesto un acuerdo expl¨ªcito para alojar al partido ultra en la Mesa de la Asamblea de Madrid. Es de suponer que Valls agota sus ¨²ltimas horas en Ciudadanos. Y es de recibo preguntarle a Rivera cu¨¢ntas veces va a repetir la foto de Col¨®n. Seguramente lo har¨¢ hasta que se agote el carrete.

Ha cuajado la alianza del tripartito en el espejo convexo de Andaluc¨ªa, poniendo el ventilador a la bandera de Espa?a, aunque no se antoja sencilla la convivencia de los patriotas, tanto por la extorsi¨®n oscurantista de Vox como porque Casado y Rivera van a disputarse a susto o muerte el liderazgo de la oposici¨®n.

Semejante rivalidad no contradice el consenso y la tregua armada que requieren evacuar al PSOE de los Gobiernos auton¨®micos y municipales. El antisanchismo identifica el pedigr¨ª del buen opositor. Y contradice que S¨¢nchez pueda recaudar la abstenci¨®n del PP o de Ciudadanos en la ceremonia de su investidura. Han sido ellos los destinatarios accidentales del farol que les ha propuesto el ministro ?balos: o hay pacto, o se repiten las elecciones.

El razonamiento ser¨ªa una perogrullada si no fuera porque prevalece el prop¨®sito de estimular a los c¨®mplices de la investidura. Empezando por Unidas Podemos, cuya obstinaci¨®n en incorporarse al Ejecutivo no forma parte de las intenciones de S¨¢nchez ¡ªm¨¢s all¨¢ de la ambigua f¨®rmula de un Gobierno de cooperaci¨®n¡ª ni forma parte de los intereses de Iglesias un adelanto electoral, por mucho que amenace con provocarlo si el camarada socialista se resiste a entregarle la cuota de los ministerios ¡°sociales¡±.

Introducir a Iglesias plenamente en el Ejecutivo ¡ªotra cuesti¨®n es la pedrea de las secretar¨ªas¡ª reviste todos los inconvenientes de un pacto de Gobierno y ninguna de las ventajas. La alianza no garantiza la mayor¨ªa que justificar¨ªa el desgaste pol¨ªtico. Y s¨ª predispone la inestabilidad que implica alojar un esp¨ªa doble en el Consejo de Ministros, m¨¢s todav¨ªa cuando Iglesias representa una abierta discrepancia al enfoque del problema catal¨¢n.

Pedro S¨¢nchez ha demostrado mayor ¨¦nfasis que nunca en distanciarse del soberanismo. Ha trazado una l¨ªnea separaci¨®n que aspira a conmover el patriotismo de las se?or¨ªas constitucionalistas. No es sencillo que terminen absteni¨¦ndose. Y s¨ª es probable que Iglesias acabe capitulando de sus pretensiones cuando exponga su ¨®rdago al abismo de unas elecciones anticipadas, pero S¨¢nchez tambi¨¦n sabe que el PSOE se las puede permitir.

Las ganar¨ªa a¨²n con m¨¢s margen, exterminar¨ªa a Unidas Podemos ¡ªser¨ªa la segunda vez que Iglesias frustra un Gobierno de S¨¢nchez¡ª y otorgar¨ªa ox¨ªgeno al bipartidismo ¡ªel PP recuperar¨ªa votos de Vox y de Cs¡ª, pero se antoja una frivolidad y una irresponsabilidad trasladar a los ciudadanos las obligaciones de los pol¨ªticos arremangados.