Faulkner ante el Supremo
Hace tiempo que en Catalu?a, y por contaminaci¨®n en Espa?a entera, no se discute de nada, todo conduce al enfrentamiento

En su brillante alegato final en defensa de su patrocinado el exconseller de Interior de la Generalitat de Catalu?a Joaquim Forn, el abogado Xavier Melero (Cicer¨®n al lado de sus compa?eros de la defensa, de los fiscales y de las acusaciones) acab¨® trayendo a colaci¨®n, en lugar de frases hist¨®ricas o patri¨®ticos versos nacionalistas como hicieron otros, al estramb¨®tico cabo de la Guardia Civil que en la pel¨ªcula de Jos¨¦ Luis Cuerda Amanece que no es poco interpretaba el actor Jos¨¦ Sazatornil y su desmesurada pasi¨®n por el escritor estadounidense William Faulkner. ¡°En este pueblo s¨®lo discutimos por Faulkner¡± (Fulkner, sin a, para el guardia civil de ficci¨®n), declaraba ¨¦ste en un momento de la pel¨ªcula. ¡°Que a partir de ahora s¨®lo discutamos (nos discutamos tradujo del catal¨¢n el abogado Melero) sobre Faulkner¡±, remach¨® su alegato ante el Tribunal Supremo, cuyos miembros le miraron sorprendidos. No es habitual que en un sitio as¨ª se hable de literatura, aunque sea en su versi¨®n cin¨¦fila.
Comparto con Xavier Melero (y con el cabo de la Guardia Civil Jos¨¦ Sazatornil) la pasi¨®n por William Faulkner y nada me gustar¨ªa m¨¢s que a partir de este juicio catalanes y espa?oles s¨®lo discuti¨¦ramos sobre el autor de Palmeras salvajes o sobre literatura en general, es decir, sobre las cosas que verdaderamente importan, pero mucho me temo que el bienintencionado deseo del abogado se quedar¨¢ s¨®lo en eso, en un deseo, a la vista de la realidad. Apenas horas despu¨¦s de su intervenci¨®n, tanto los alegatos finales de sus compa?eros de la defensa como de los acusados mismos volvieron a la carga de las rencillas hist¨®ricas de Catalu?a respecto a Espa?a y a la ¨¦pica de la desobediencia, revestida, eso, de di¨¢logo y pacifismo. Por si quedaran dudas, el presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, que asisti¨® a la jornada final entre el p¨²blico (solamente se ausent¨® cuando intervino Santiago Vila, el conseller que se tir¨® en marcha del tren de la independencia d¨ªas antes de su despe?amiento y al que consideran un traidor por ello), hab¨ªa dejado las cosas claras antes de empezar el juicio: ¡°Es una farsa¡±.
?Hablar de William Faulkner, pues? Ya nos gustar¨ªa a muchos, pues eso significar¨ªa que catalanes y espa?oles volv¨ªamos a discutir de la vida y no de sus enso?aciones en forma de mitos o de querellas hist¨®ricas que a la postre s¨®lo sirven para enfrentar a unas personas con otras. Por desgracia para todos, desde hace tiempo en Catalu?a, y por contaminaci¨®n en Espa?a entera, se discute de todo y por todo y no precisamente de literatura. O, peor, no se discute de nada, pues todo conduce al enfrentamiento y ante ello mucha gente opta por guardar silencio. Hablar de di¨¢logo en esta situaci¨®n equivale, pues, a una fantas¨ªa y no de las que nos ayudan a vivir m¨¢s y mejor. Si ley¨¦ramos a William Faulkner, lo entender¨ªamos: ¡°Todos hablaban a la vez, insistentes y contradictorias sus voces, convirtiendo lo irreal en posible, luego en probable, despu¨¦s en hecho incontrovertible, como hace la gente al transformar sus deseos en palabras¡¡±.
Hay otra frase, no obstante, de William Faulkner que deber¨ªamos leer todos, la m¨¢s demoledora y desconcertante de ese escritor que el abogado Xavier Melero cit¨® en su versi¨®n amanecista en su alegato final ante los miembros del Tribunal de cuya decisi¨®n depende el destino de su defendido: ¡°Nunca se gana una batalla¡±, dijo. ¡°Ni siquiera se libran. El campo de batalla solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperaci¨®n y la victoria es una ilusi¨®n de fil¨®sofos e imb¨¦ciles¡±.
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