Los acallados
La propuesta de Alfonso Alonso es no solo racional, sino urgente. La reconstrucci¨®n de la derecha nacional tiene que pasar por el camino contrario al que ha puesto en marcha
Las negociaciones para alcanzar el poder tras los resultados electorales de municipios y comunidades aut¨®nomas propiciaron tanto ruido que es muy posible que algunas voces quedaran silenciadas. Lo estruendoso es lo que tiene, que ni cuenta nada ni permite que se oiga al que tiene algo que contar. Y el que ten¨ªa algo que contar era un personaje discreto hasta en el nombre, Alfonso Alonso. Este protagonista valioso de una rama de los conservadores tan eficaz como poco estridente presenta una hoja de servicios destacable, alcalde de Vitoria antes de ser ministro del Gobierno Rajoy. Fue ¨¦l quien se atrevi¨® a relacionar los penosos resultados del PP en el Pa¨ªs Vasco con la incapacidad para tener una personalidad propia en aquel territorio. De inmediato, los caimanes agazapados a la sombra del poder madrile?o lo devoraron por atrevido. Luego vino todo el circo de pactos, con coaliciones de poder en las que los partidos negaban acuerdos entre ellos, algo as¨ª como si tu mano derecha ni siquiera sabe lo que hace tu mano derecha. Vamos, el colmo del cinismo. Pero eso da para otro esperpento.
Lo que interesa del atrevimiento de Alfonso Alonso es que contiene la lectura m¨¢s inteligente que se ha hecho sobre el marco pol¨ªtico espa?ol en los ¨²ltimos a?os. Pese a que nadie quiera poner el acento sobre ello, los resultados electorales reiterados del PP en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a le condenan a una pr¨¢ctica inexistencia. Su irrelevancia en ambas comunidades no parece preocupar demasiado a los l¨ªderes en Madrid, porque ya les basta con sostener el poder en niveles locales y esperar a que la carga de agravios del resto de espa?oles frente a los nacionalismos m¨¢s extremados les devuelva un mando de gobierno que tienen al alcance de los dedos con sus socios de pacto. Pero el disparate contable lo ¨²nico que sirve es para disimular un destrozo nacional de proporciones muy preocupantes. Que el partido conservador que es alternativa de gobierno carezca de una m¨ªnima presencia entre los votantes vascos y catalanes deja en evidencia que algo no se est¨¢ haciendo bien. Entre otras cosas, nos aboca a un fracaso de pa¨ªs a la vuelta de la esquina del tiempo.
La propuesta de Alfonso Alonso es, pues, no solo racional, sino urgente. La reconstrucci¨®n de la derecha nacional tiene que pasar por el camino contrario al que ha puesto en marcha. No tienen que regresar la da?ina receta del aguirrismo madrile?o que recog¨ªa firmas contra el Estatuto catal¨¢n ni la veleidad naranja de negar la Espa?a auton¨®mica por arribismo oportunista ni el patriotismo de soflama que a?ora a unos Reyes Cat¨®licos en lectura grotesca. Pasa por recuperar un partido con presencia equilibrada, con una vertebraci¨®n enemiga del reduccionismo facil¨®n. Puede que salgan las cuentas en esca?os, pero el desastre que conlleva esa estrategia, y esto es lo que Alonso sabe bien, deja sin alternancia un proyecto nacional com¨²n y convoca a la divisi¨®n como ¨²nica manera de vivir cuando se ha impuesto la estrategia de los unos contra los otros, en lugar de la m¨¢s sabia de los unos con los otros. Ojal¨¢ que pasado el estruendo alguien entienda que un nacionalismo no se combate con otro nacionalismo igual de excluyente, sino con una consolidaci¨®n pieza a pieza, donde cada territorio vale lo mismo que el de al lado, pese a su distinta renta per c¨¢pita o su distinto rendimiento electoral para el partido.
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