El mal perder independentista
Los insultos y las coacciones denigran el marco institucional democr¨¢tico
El independentismo catal¨¢n, o al menos una parte de ¨¦l, mostr¨® su peor cara durante la sesi¨®n constitutiva de los nuevos Ayuntamientos el pasado s¨¢bado. En Barcelona, la incapacidad de Esquerra Republicana y de Junts per Catalunya para encontrar socios para su empe?o de convertir la ciudad en capital de una rep¨²blica imaginaria deriv¨® en abucheos y graves insultos contra varias concejalas y contra Ada Colau, la reelegida alcaldesa, que s¨ª fue h¨¢bil para hallar adhesiones a su proyecto. En Santa Coloma de Farners (Girona), pueblo en el que el president Quim Torra tiene v¨ªnculos familiares, el pleno deriv¨® en un escarnio contra la edil socialista, y el presidente catal¨¢n no dud¨® en interferir para evitar un pacto de ella con Junts per Catalunya e impulsar el de esta formaci¨®n con Esquerra.
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Los insultos y las coacciones desbordaron en ambos casos los l¨ªmites tolerables en cualquier democracia. Los abucheos y los insultos y los gritos no son tan graves por el simple hecho de que aparezcan en el debate p¨²blico. Lo que es realmente inadmisible es que ¨¦stos fueran propiciados, e incluso justificados en algunos casos, por los l¨ªderes pol¨ªticos. Ante los insultos machistas que recibi¨® Ada Colau a la salida del Ayuntamiento, la respuesta de su contrincante de Esquerra Republicana, Ernest Maragall, no fue otra que darles justificaci¨®n: ¡°Con un pacto de ERC y BCom¨² ¡ªel partido de la alcaldesa¡ª el ambiente en la plaza hubiera sido otro¡±, dijo. En Santa Coloma de Farners, Torra no solo no pidi¨® disculpas por sus injerencias, sino que insisti¨® en que algunos pactos municipales son ¡°incomprensibles¡±, como si ¨¦l tuviera algo que decir en lo que pase fuera de su desnortado Gobierno.
En m¨¢s de seis a?os de proc¨¦s el independentismo no solo ha mostrado un implacable desprecio por la divisi¨®n de poderes. Tambi¨¦n ha desarrollado una estrategia para patrimonializar las instituciones en las que gobierna, desde las que se dedica a se?alar como cuerpos extra?os ¡ªy casi como enemigos¡ª a quienes no piensan como ellos, que son ni m¨¢s ni menos que el 55% si atendemos a los resultados de las elecciones municipales en Catalu?a. Pero los secesionistas no solo no dan se?ales de querer rectificar, sino que siguen insistiendo en ver mayor¨ªas sociales a favor de su causa donde no las hay y en reivindicar una supuesta unidad de acci¨®n del independentismo que tampoco existe. En lugar de reconocerlo, y cambiar la estrategia, los partidos y entidades que se arrogan la representatividad de todos los catalanes fomentan la destrucci¨®n de unas m¨ªnimas condiciones para un debate p¨²blico sosegado. Lo ocurrido es un aviso sobre lo que puede pasar si un d¨ªa el independentismo pierde el control de la Generalitat.
Mientras tanto, la econom¨ªa catalana sigue sufriendo los efectos del proc¨¦s ¡ªahora se ha sabido que la producci¨®n de cava para el mercado espa?ol ha ca¨ªdo un 12%¡ª. Y el debate pol¨ªtico se mantiene secuestrado por los marcos que fijan los independentistas. Es urgente una rectificaci¨®n. Esto y que el independentismo, como todos, aprenda a perder.
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