'Balenciaga y la pintura espa?ola': el elegante pulso entre el modisto y los grandes bastiones de nuestro arte
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acaba de inagurar la exposici¨®n m¨¢s ambiciosa sobre el modista espa?ol hasta la fecha. Casi un centenar de vestidos, algunos in¨¦ditos, que el guetarense cre¨® durante su dilatada trayectoria, se exponen junto a numerosos lienzos procedentes de museos y colecciones privadas
Es f¨¢cil imaginarse al peque?o Crist¨®bal Balenciaga entrando a la casa de los marqueses de Casa Torres en Getaria y solt¨¢ndose de la mano de su madre, la modista, para detenerse un rato m¨¢s ante ese cuadro tan raro de un se?or asaeteado por flechas. O qued¨¢ndose inm¨®vil antes ese otro lienzo de una se?ora poco agraciada pero fascinante, ?y tan bien vestida! Seguramente alguien le dijo que se llamaba Mar¨ªa Luisa de Parma y que la hab¨ªa pintado Goya.
El marqu¨¦s de Casa Torres hab¨ªa sido miembro del primer patronato del Museo Nacional del Prado y la familia era propietaria de una de las colecciones de arte espa?ol m¨¢s potentes del mundo, en la que no faltaba un San Sebasti¨¢n y una Inmaculada de El Greco y varios cuadros de Goya, Vel¨¢zquez y Rivera de Pantoja. Siete de esos lienzos que encendieron la imaginaci¨®n de Crist¨®bal Balenciaga y compusieron su primera educaci¨®n art¨ªstica estar¨¢n ahora en el Museo Nacional Thyssen- Bornemisza, frente a los vestidos que inspiraron. Balenciaga y la pintura espa?ola arranca, sin duda, con la ambici¨®n de ser la muestra m¨¢s completa sobre el modista espa?ol desde la primera retrospectiva que se le dedic¨® en 1973.
Para hacerlo realidad, se trasladaron hasta al Thyssen 90 vestidos procedentes de distintos fondos, desde el propio Crist¨®bal Balenciaga Museo a en Getaria al Museo del Traje de Madrid o el Museu del Disseny de Barcelona, a colecciones privadas como la de Hamish Bowles, el consultor del Vogue estadounidense o la del coleccionista franc¨¦s Dominique Sirop. Tambi¨¦n de algunas herederas de clientas, que han abierto por primera vez los ba¨²les de la familia. Entre ellas, la tenista Bibi?e Belausteguigoitia o Mar¨ªa Victoria de Le¨®n, que ha cedido cuatro piezas, incluyendo el traje de novia de su abuela.
Tan dif¨ªcil como conseguir esas piezas fue lograr, por ejemplo, que instituciones como el Museo Nacional del Prado, el L¨¢zaro Galdiano o los Museos de Bellas Artes de Bilbao y Gij¨®n cediesen sus cuadros de Vel¨¢zquez, Goya, Zurbar¨¢n, El Greco, Murillo, Julio Romero de Torres o Zuloaga, o que lo hiciesen coleccionistas privados como Juan Abell¨® y Alicia Koplowitz. Las salas del Thyssen se han pintado de negro Balenciaga ¨Cen realidad son siete negros distintos, distinguibles solo al ojo m¨¢s experto. En la sala dedicada a lo goyesco, por ejemplo, el negro tiene matices rojos¨C y dentro se han colocado los vestidos dialogando con las obras que los inspiraron.
Los emparejamientos los ha hecho el comisario Eloy Mart¨ªnez de la Pera, que lleva unos seis a?os trabajando en esta exposici¨®n y admite que ha hecho un trabajo entre detectivesco y psicoanal¨ªtico para meterse en la mente del h¨ªper herm¨¦tico Crist¨®bal Balenciaga. ¡°Es complicado porque solo dio dos entrevistas en su vida. Me fueron de gran ayuda las conversaciones que tuve con Sonsoles D¨ªez de Rivera, custodia del legado del modista, y con Hubert de Givenchy, que fue su ayudante. ?l me cont¨® mil an¨¦cdotas hasta pocos d¨ªas antes de fallecer. Por ejemplo, Balenciaga le dijo a Givenchy que El Greco era el m¨¢s flamboyant de los pintores espa?oles. "Si El Greco pint¨® esos sayos a la Virgen Mar¨ªa, c¨®mo no voy a poder hacer yo estos fucsias¡±, sol¨ªa decir.
Misticismo a la 'Balenciaga'. H¨¢bitos, trajes de novia y mujeres ajenas al pecado carnal
Sus rojos, rosas y p¨²rpuras son, ciertamente, cardenalicios y casi evangelizadores. Devoto cat¨®lico y coleccionista de h¨¢bitos y trajes eclesi¨¢sticos, la Iglesia y su mundo est¨¦tico fueron su principal fuente de inspiraci¨®n. De la casaca de un cardenal en un cuadro de 1912 de su amigo y contempor¨¢neo Zuloaga sac¨®, por ejemplo, un abrigo en rojo clavel. Mart¨ªnez de la Pera tambi¨¦n ha querido contraponer los trajes de novia ¨Cest¨¢n los dos m¨¢s famosos que cre¨®: el de la reina Fabiola y el de Carmen Mart¨ªnez Bordi¨²¨C con los cuadros de frailes que pint¨® Zurbar¨¢n y que provienen de la Real Academia de las Artes de San Fernando de C¨¢diz, adem¨¢s de un cuadro de la iglesia de Santa B¨¢rbara de Madrid. ¡°Balenciaga encontraba que los h¨¢bitos eran el s¨²mmum de la belleza y la m¨ªstica. Hay sencillez en el patronaje, pero tambi¨¦n una absoluta perfecci¨®n¡±, asegura el comisario.
Para ¨¦l tambi¨¦n est¨¢ claro que el origen de los vestidos con cola de pavo real hay que buscarlo en los mantos de las v¨ªrgenes andaluzas. Y eso que, como se se?ala en el cat¨¢logo de la muestra, la religiosidad de Balenciaga estaba mucho m¨¢s ligada al ¡°calvinismo vasco¡± y el ¡°ascetismo ignaciano¡± que a esa exuberancia del Sur. Por algo las mujeres vestidas de Balenciaga se percib¨ªan como vestales ajenas a todo pecado de la carne.
Cuando la herencia espa?ola aflora inconscientemente
Seg¨²n Mart¨ªnez de la Pera, al llegar Balenciaga a Par¨ªs en 1936 es cuando ¡°descubre la esencia de lo espa?ol. Hasta entonces, no ten¨ªa la necesidad de proyectar su herencia en sus creaciones¡±. Es en la capital francesa donde armando las enormes colecciones de la ¨¦poca con hasta 200 looks, el modisto, aflora todo su patrimonio visual. los marineros vascos, el azul cobalto de El Greco, los trajes de las infantas de Vel¨¢zquez... Y Goya, siempre Goya. Bettina Ballard, editora de Vogue en los a?os 50, escribi¨®: ¡°Se d¨¦ o no cuenta Balenciaga, siempre tiene a Goya mirando por encima de su hombro. Goya cree en el encaje y en los lazos, pero sin usarlos de manera recargada, sino con verdadera dignidad espa?ola¡±.
Los retratos de las damas de la corte y los de Cayetana de Alba le inspiraron a lo largo de toda su carrera. En la exposici¨®n, se puede ver claramente cu¨¢ndo se contrapone el famoso retrato de la duquesa vestida de blanco con un lazo rojo en la cintura con un traje de c¨®ctel con mantilla de 1960 que tiene la misma combinaci¨®n.
Incluso tras el valioso trabajo biogr¨¢fico que han hecho Miren Arzalluz, autora de Balenciaga. La forja de un maestro y exdirectora del Museo de Getaria; y Ana Balda, que le dedic¨® su tesis al de Guetaria, la vida del modista sigue teniendo muchos puntos opacos. No est¨¢ claro c¨®mo fue completando su formaci¨®n en el arte m¨¢s all¨¢ de aquellas primeras visitas al Palacio de Vista Ona de su benefactora, la marquesa de Casa Torres (a la que le hizo un vestido cuando ten¨ªa solo 12 a?os).
Su idilio con el Arte Moderno
Tampoco se sabe bien cu¨¢l fue su relaci¨®n con los pintores contempor¨¢neos, m¨¢s all¨¢ de su amistad con Zuloaga y con Joan Mir¨®. El automatismo del mallorqu¨ªn pudo influir en los vestidos de c¨®ctel escult¨®ricos que hizo en 1967, justo antes de retirarse, conocidos como ¡°de cuatro lados¡±. El dise?ador estuvo tambi¨¦n cercano a Braque y Dubuffet. ¡°Hay que pensar que estuvo en la escena parisina desde 1936. Los espa?oles en Par¨ªs siempre estuvieron en contacto. Adem¨¢s, la mejor clienta de Balenciaga, Rachel Mellon, fue tambi¨¦n una importante coleccionista de artistas como Rothko¡±.
Tambi¨¦n se acerc¨® al arte contempor¨¢neo a trav¨¦s de su amistad con Aim¨¦ y Marguerite Maeght, para quienes visti¨® una virgen en la capilla de la fundaci¨®n Maeght en Saint-Paul-de-Vence. ?Y Picasso? No hay constancia de que los dos creadores espa?oles m¨¢s importantes de Par¨ªs se conociesen, aunque todo lleva a pensar que sus caminos debieron cruzarse. En el cat¨¢logo, Hamish Bowles especula: ¡°es posible que la obra de Picasso no despertase una gran pasi¨®n en Balenciaga, pero estaba grabada a fuego en la conciencia espa?ola¡±. Ese emparejamiento queda pendiente para una pr¨®xima exposici¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.