Insostenible desajuste

La mejor inversi¨®n que un pa¨ªs puede hacer para prosperar es en educaci¨®n. Cuanto mayor sea el nivel de formaci¨®n de sus ciudadanos, m¨¢s vitalidad tendr¨¢ su econom¨ªa y mejor podr¨¢ encarar los requerimientos de un sistema productivo cada vez m¨¢s complejo y tecnificado. Precisamente por la importancia estrat¨¦gica de esta inversi¨®n no podemos permitirnos malbaratar una parte tan sustancial del esfuerzo realizado en formaci¨®n universitaria. Que un 27,7% de los j¨®venes que se graduaron en 2014 no tuviera trabajo cuatro a?os despu¨¦s y que el 37,2% de los titulados que trabajan desempe?en tareas de categor¨ªas inferiores a su cualificaci¨®n indica un grave desajuste entre los recursos destinados a la formaci¨®n superior y la capacidad del mercado laboral para aprovechar recursos tan valiosos.

Los datos del estudio sobre la inserci¨®n laboral de los graduados publicado por el Ministerio de Ciencia, Innovaci¨®n y Universidades revela que el problema es estructural y persistente en el tiempo y que no es posible atribuirlo a la coyuntura econ¨®mica. No es normal que mientras en Espa?a el PIB crece m¨¢s vigorosamente que el promedio de la Uni¨®n Europea, los j¨®venes graduados espa?oles tengan una tasa de desempleo y sobrecualificaci¨®n profesional muy superior a la media.

El problema no radica en la calidad de la formaci¨®n, similar a la de otros pa¨ªses, sino en la planificaci¨®n de la oferta de los estudios universitarios y las deficiencias del mercado laboral. Tras la aplicaci¨®n del plan Bolonia se ha producido una proliferaci¨®n de t¨ªtulos que no se corresponde con la demanda laboral real. Hemos pasado de 145 titulaciones a m¨¢s de 2.000 y la distribuci¨®n de los alumnos no se ajusta a las salidas laborales de las diferentes carreras. La sobrecarga de estudiantes en ramas human¨ªsticas conduce a que sus titulados acaben haciendo otros trabajos, con frecuencia menos cualificados. Los 74.000 alumnos que en diez a?os han perdido las carreras t¨¦cnicas, pese a ser las de mayor empleabilidad, indican que algo falla en la informaci¨®n y los est¨ªmulos que reciben los alumnos a la hora de decidir algo tan importante como la futura profesi¨®n.

A ello hay que a?adir un mercado laboral an¨®malo en el que solo las grandes empresas parecen en condiciones de absorber a los titulados de mayor cualificaci¨®n. El tejido industrial y cierta cultura empresarial hacen que muchas de las peque?as y medianas empresas apenas inviertan en innovaci¨®n. El estudio muestra que la precariedad est¨¢ afectando tambi¨¦n a las capas de la poblaci¨®n con mayores niveles de estudios, y dentro de ella a las mujeres en una escandalosa mayor proporci¨®n. No podemos seguir as¨ª. Este debe ser uno de los asuntos que el nuevo Gobierno tiene que abordar con mayor celeridad.