Escapismo tributario
Los impuestos, para esos liberales de garraf¨®n, existen para estimular el crecimiento; sus funciones redistribuidora y social son anatema.
Mar¨ªa Jes¨²s Montero, ministra de Hacienda (en funciones), ha provocado los primeros movimientos de lo que ser¨¢ sin duda el debate fiscal estrella de la legislatura si S¨¢nchez llega a formar Gobierno. Sus apreciaciones, por lo dem¨¢s gen¨¦ricas, sobre la necesidad de revisar los beneficios fiscales realmente existentes en el impuesto no pueden estar m¨¢s puestas en raz¨®n; pero el liberalismo realmente existente, un arco estrecho (en todos los sentidos) que incluye a PP, Ciudadanos y Vox y cuya se?a de identidad m¨¢s acusada es la fobia a los impuestos, ha iniciado el contraataque con varias proposiciones entre las que destacan dos por su lustrosa vacuidad: 1. La recaudaci¨®n en sociedades nunca llegar¨¢ a alcanzar los 44.000 millones previos a la crisis, porque se debieron al boom inmobiliario; 2. El impuesto ya est¨¢ limpio de gastos fiscales, puesto que casi todas las reducciones de las bases imponibles deben atribuirse a la exenci¨®n por doble imposici¨®n.
Sobre el argumento 1, solo cabe una observaci¨®n: la recaudaci¨®n por IVA previa a la crisis financiera tambi¨¦n se debi¨® al boom inmobiliario y, que se sepa, se ha recuperado. As¨ª que sigue en pie la incitante pregunta: ?por qu¨¦ se recaudan 20.000 millones menos en el IS? La pregunta merece una respuesta m¨¢s articulada que la cantinela ¡°aquellos tiempos no volver¨¢n¡±.
La segunda argumentaci¨®n redentora del actual IS obedece al mismo principio escapista con el que se pretende dar por buena la precariedad recaudatoria actual. Es verdad que la exenci¨®n por doble imposici¨®n es el ajuste mayor de la base imponible en sociedades; pero mencionar una causa no equivale a darla por buena. La exenci¨®n deber¨ªa ser sustituida por una deducci¨®n o desgravaci¨®n, porque lo que los grupos empresariales pagan fuera no siempre equivale a lo que tendr¨ªan que pagar dentro; no hay raz¨®n para que el Estado condone graciosamente esa diferencia.
Estos y otros razonamientos prodigiosos aparecer¨¢n si el Gobierno pretende aprobar una reforma fiscal. El liberalismo espa?ol, ese que han inventado PP, Cs, Vox y sus think tanks de cobertura, ha quedado reducido a la triste etiqueta de una resistencia denodada para destruir un sistema fiscal progresivo. Los impuestos, para esos liberales de garraf¨®n, existen para estimular el crecimiento; sus funciones redistribuidora y social son anatema.
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