El problema no son las reglas
Pedro S¨¢nchez improvisa una reforma constitucional como remedio a su pasividad negociadora
Pedro S¨¢nchez no consigue reunir los n¨²meros de una investidura convencional, pero aspira agilizarla mediante una reforma constitucional cuyo principal est¨ªmulo premia a la lista m¨¢s votada y cuya problem¨¢tica viabilidad requiere un consenso de tres quintos de la C¨¢mara. O sea, que pretende solucionar un problema creando uno mayor. E incurriendo en una paradoja: si no hay consenso para hacerlo presidente con m¨¢s s¨ªes que noes, menos puede haberlo para modificar a su medida las tablas de la ley espa?olas.
La ocurrencia es impropia de la responsabilidad de un estadista, un remedio casero que reniega de la muerte del bipartidsmo y de las obligaciones de una negociaci¨®n flexible, madura, europea, aunque S¨¢nchez se esmera en demostrarnos que el ultim¨¢tum del 10 de noviembre no obedece a su pasividad, o a su tacticismo, sino a la obstinaci¨®n de las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas.
Tanto reprocha a Podemos sus ambiciones ministeriales como denuncia el bloqueo conceptual de Ciudadanos, aunque la mayor excentricidad del mercadeo la han protagonizado ¨²ltimamente los diputados del PSOE que facilitaron la investidura de Mariano Rajoy. Piden al PP un gesto de filantrop¨ªa parecido. Y un ejercicio de amnesia: coronar¨ªan al mismo candidato que reneg¨® de Rajoy-¡°no es no¡±- y que convirti¨® aquel tab¨² en la munici¨®n de su resurrecci¨®n pol¨ªtica.
En realidad, la ¡°gran¡± propuesta de S¨¢nchez hasta la fecha consiste en que le hagan presidente. No pacta un programa, ni un proyecto. No ofrece condiciones ni tampoco las acepta. Quiere a la vez el apoyo de Podemos y de Ciudadanos. Reclama al PP un gesto honorable de adhesi¨®n. Solicita que se pongan de perfil los soberanistas. Y aspira a una investidura por aclamaci¨®n parlamentaria. Espera salir bajo palio por la puerta de los leones. Solo le falta pedirle el voto a Santiago Abascal en nombre de la estabilidad patri¨®tica.
No hace falta cambiar la Constituci¨®n para agilizar una investidura, como ayer dec¨ªa S¨¢nchez temerariamente en TVE. El problema no son las reglas, sino las posiciones inflexibles, los dogmas y la tradici¨®n celtib¨¦rica del cainismo. Se le pueden reprochar a los dem¨¢s actores del melodrama, pero S¨¢nchez es el libretista y el responsable de la dramaturgia.
Es la raz¨®n por la que ha apelado al recurso teatral del "deus ex machina". Ha improvisado una soluci¨®n providencial que se resiente del oportunismo y de las contradicciones. S¨¢nchez quiere ser presidente por el procedimiento contrario que le permiti¨® evacuar y sustituir a Rajoy.
Y defiende la lista mas votada porque encaja exactamente en su problem¨¢tica particular, pero no hace falta reformar la Constituci¨®n para conseguir el objetivo. La soluci¨®n es m¨¢s sencilla que reunir? tres quintos de la C¨¢mara a expensas de tab¨² fundacional. Le basta con sumar 175 diputados. Y trabajarse un poco la investidura en lugar de fingir un gran sabotaje exterior.
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