S¨¢nchez y la joroba de Igor
El presidente corre el peligro de allanar la investidura con un pacto diab¨®lico con el soberanismo
Ahora que parece inevitable la resurrecci¨®n de la coalici¨®n Frankenstein, Pedro S¨¢nchez deber¨ªa frecuentar la parodia de Mel Brooks. O el pasaje en que el Gene Wilder repara en la chepa del siniestro Igor (Marty Feldman) y se ofrece a sanarlo. ¡°Tal vez podr¨ªa librarle de su problema, ya sabe, la joroba¡±, sugiere el doctor Frederick Frankenstein. ¡°?Qu¨¦ joroba?¡±, responde Igor, estupefacto.
Puede sucederle a Pedro S¨¢nchez lo mismo con sus aliados de investidura. El rechazo de Cs y del PP se a?ade a la beligerancia de Unidas Podemos, motivos por los cuales ERC, Bildu y otros partidos soberanistas o nacionalistas se ofrecen como remedio perverso de la aritm¨¦tica.
S¨¢nchez podr¨ªa lograr la unci¨®n presidencial incluso con la abstenci¨®n de Iglesias, pero las fuerzas que lo convertir¨ªan en presidente dan relieve a la joroba de Igor y son las mismas que malograron los Presupuestos, la legislatura y la designaci¨®n de Miquel Iceta como presidente del Senado.
Es la perspectiva desde la que resulta inveros¨ªmil y embarazosa la conversi¨®n de Gabriel Rufi¨¢n como hombre de Estado o servidor de la naci¨®n. El ¨²nico motivo que alienta la filantrop¨ªa consiste en la debilidad de Pedro S¨¢nchez. Y en las razones siniestras por las que ERC y Bildu ofrecen al l¨ªder socialista el beso mortal de Tosca.
Uno es el riesgo de las elecciones anticipadas y la eventual remontada de la derecha patri¨®tica. Y otro radica en la bomba de relojer¨ªa que aloja la sentencia del proc¨¦s. La condena por sedici¨®n o rebeli¨®n reventar¨ªa la legislatura en la temporada de oto?o. Y llevar¨ªa el chantaje de los indepes a unas concesiones inasumibles para el Estado de Derecho que S¨¢nchez no podr¨ªa asumir.
No ha debido hacer bien las cosas el presidente en funciones cuando se resisten a apoyarlo los partidos que m¨¢s le conven¨ªan ¡ªUnidas Podemos, en primer lugar; Ciudadanos, en segundo t¨¦rmino¡ª y s¨ª est¨¢n dispuestas a hacerlo activa o pasivamente las formaciones que menos le convienen.
Se antoja una temeridad y una imprudencia entregarse a la soga del lazo amarillo y a la sonrisa c¨ªnica de Rufi¨¢n en su mutaci¨®n de personaje de Capra. Ni siquiera esgrimi¨¦ndose, como hizo Carmen Calvo, que Esquerra Republicana tiene mucho m¨¢s de izquierda que de republicana.
El consenso de las pol¨ªticas sociales en absoluto justifica engatusarse por el canto letal de las sirenas soberanistas. ERC, Bildu y la santa compa?a de Carles Puigdemont no organizan sus aquelarres en la catarsis de la justicia social, sino en la hoguera de la ruptura del Estado y en el oscurantismo nacionalista. Por eso S¨¢nchez deber¨ªa percatarse de la joroba que puede sepultarlo. Y eludir el camino prometeico que Igor advierte cuando el doctor Frankenstein est¨¢ a punto de emprenderlo: ¡°Espere, amo, podr¨ªa ser peligroso... Usted primero¡±.
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