Nuestras tareas migratorias
El Gobierno mexicano fue puesto en una disyuntiva por Trump: aranceles o acci¨®n migratoria. Eligi¨® la segunda
![Un hombre, en el muro que separa M¨¦xico de Estados Unidos, en Tijuana.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6NJDPQGS4RK2MM346KMQUFWO5I.jpg?auth=aae470df6ac7b82f5ad53fbef66c869bb1e043a2683158ce7a1de45347297138&width=414)
Las tareas migratorias del Estado mexicano se han multiplicado. Ya no se trata solo de controlar el paso de inmigrantes por la frontera sur en las condiciones de porosidad territorial y de complicidad autoritaria que permit¨ªan, simult¨¢neamente, traficar y mantener la idea de flexibilidad humanitaria. Al someternos a las amenazas arancelarias de Trump, las tareas nacionales se multiplicaron.
Hoy, las autoridades mexicanas est¨¢n comprometidas a tomar otras medidas para enfrentar esta coyuntura. La primera es impedir al margen de negocios o solapamientos, la entrada a nuestro territorio de quienes bajo cualquier expediente quieran ingresar a ¨¦l. Tristemente, el actuar impuesto impide diferenciar entre solicitantes de asilo o de refugio, pues esta contabilidad es irrelevante para los criterios certificadores de los Estados Unidos. Segunda, las autoridades tienen que impedir el tr¨¢nsito por el territorio nacional de los flujos que pretendan llegar a la frontera norte. Quienes hayan entrado, deben ser atajados para que no avancen hacia su pretendido destino fronterizo. Tercera y muy novedosa, nuestras autoridades tienen que impedir el cruce de los migrantes hacia los Estados Unidos. Tienen que constituirse en el bloque de entrada a un territorio extranjero, como si fueran una extensi¨®n de la polic¨ªa fronteriza de nuestro vecino. Cuarta, tenemos que recibir, alojar y mantener a todas las personas que, habiendo solicitado asilo en los Estados Unidos, lo anterior como consecuencia del fracaso de las tres tareas anteriores, est¨¦n a la espera de una respuesta.
Las tres primeras tareas son la clave de la certificaci¨®n que peri¨®dicamente har¨¢n los Estados Unidos para decidir si nos imponen o no los consabidos aranceles. Su m¨¦todo contable es simple: a menor n¨²mero de solicitantes de asilo o de paso de indocumentados, mayor ¨¦xito, mayores elogios y menos posibilidades de imposici¨®n de tasas; a mayores solicitudes o pasos, mayores reproches y, eventualmente, cuotas arancelarias. Lo que terminamos por aceptar, en t¨¦rminos netos, fue el despliegue de nuestras fuerzas policiacas en las dos fronteras y a lo largo del territorio. Ello bajo la ¨®ptica nueva de represi¨®n migratoria pura. Puede decirse lo que se quiera en t¨¦rminos ret¨®ricos. Lo cierto es que la configuraci¨®n del ¨¦xito nacional depende del bloqueo inicial, la detenci¨®n temprana o el bloqueo final. Todo ello, desde luego, por Fuerzas Armadas disfrazadas de polic¨ªas e instruidas para desdibujar las diferencias entre migrantes y refugiados.
La cuarta de las tareas se?aladas, tiene otras implicaciones. Presentada en su origen como cumplimiento de sus tradiciones humanitarias, M¨¦xico se comprometi¨® a recibir a los que esperan resoluci¨®n a su solicitud. Pocas semanas despu¨¦s del anuncio del acuerdo, el Presidente Trump declar¨® que en los Estados Unidos no otorgar¨¢n asilo a quienes hubieran transitado por un pa¨ªs en el que pudieran haberlo obtenido. Desconozco si desde un principio esta condici¨®n estuvo sobre la mesa y su anuncio fue pospuesto para no sobrecalentar las cosas, o si, por el contrario, fue algo que se decidi¨® con posterioridad y unilateralmente. Lo que en cualquier caso acontece, es que nuestro pa¨ªs va a ser recipiendario no solo de quienes est¨¦n a la espera de asilo, sino que la raz¨®n de la negativa de dicha solicitud ser¨¢ el haber cruzado por nuestro territorio, por haber ingresado en ¨¦l.
El Gobierno mexicano fue puesto en una disyuntiva por Trump: aranceles o acci¨®n migratoria. Eligi¨® la segunda. Ahora tiene que hacerse cargo, integralmente, de las consecuencias de su decisi¨®n. Esto implica no solo el detener y devolver a los migrantes, sino el hacerlo en las condiciones que nuestra Constituci¨®n, los tratados internacionales y las leyes prev¨¦n. Por complicado que sea determinarlo en campo, hay que diferenciar entre migrantes y refugiados. Hay que hacerse cargo de las condiciones de protecci¨®n previstas como garant¨ªas y del actuar de las peligrosas bandas de traficantes de personas y los negocios p¨²blico-privados a ellas asociadas. Todo ello en un contexto significado por tres factores novedosos: la creciente xenofobia, la pobre suposici¨®n de que las cosas marchar¨¢n bien porque la creaci¨®n presidencial, la guardia nacional est¨¢ a cargo del asunto y la desarticulaci¨®n de las instituciones p¨²blicas derivada de los programas de austeridad.
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