Infiltrada
Hay que estar pendiente de todo que, si no, las limpiadoras te llenan de microbios las lunas de los espejos
Este mes de julio, Comisiones Obreras de Madrid ha presentado un informe cuyos datos llenan de sentido una met¨¢fora. No es una muletilla. La brecha de la desigualdad como hallazgo expresivo alude a una realidad punzante: en la regi¨®n m¨¢s rica del Estado hay cada vez m¨¢s trabajadores y trabajadoras pobres; la productividad crece un 1,3% mientras que el salario medio por hora se reduce un 4,5%; la media de los salarios ha bajado un 20% desde el a?o 2008; las diferencias entre hombres y mujeres se agudizan ¡ªen detrimento de las segundas¡ª; las personas menores de 25 a?os, que trabajan y no son carne de ese exilio econ¨®mico que se confunde con oportunidad de aventura y aprendizaje de lenguas extranjeras, ganan unos 700 euros mensuales. Si contrastamos estos datos con lo que cuesta un alquiler en Madrid, concluiremos que sobrevivir no es f¨¢cil. Resulta pertinente la pregunta de Jaime Cedr¨²n, secretario general de Comisiones en Madrid: ¡°?A d¨®nde va a parar la riqueza generada?¡±. En esta pregunta calcifica el temor, ya formulado en esta misma columna, de que algunas manos nos dan mal de comer y, quiz¨¢, no ser¨ªa mala idea morderlas; otras manos nos quitan el pan, y otras incluso propalan bulos contra una clase trabajadora pobre o un funcionariado mezquino de los que hay que desconfiar porque roban, se escaquean y llevan grabada gen¨¦ticamente la ley del m¨ªnimo esfuerzo, la desidia y esa picard¨ªa mala, tan desarrollada en nuestro acervo literario, donde la listeza y la rapi?a se confunden.
En este contexto, yo veo la televisi¨®n. Porque la televisi¨®n utiliza lugares comunes. Es ideol¨®gicamente informativa. No me refiero al telediario, sino a concursos, telerrealidad, series que se ven sin apuntarse a canales de pago. No hablo de Chernobyl, sino de Se?oras del (h)AMPA ¡ªpor cierto, estupenda¡ª. Veo la televisi¨®n como fuente informativa del sentido com¨²n, y como gesto arcaizante y popular que aten¨²a mi friquismo de lectora de editoriales independientes. El otro d¨ªa, mi culturalismo inverso casi logra que me caiga de espaldas: vi un programa en el que un jefe, de gran coraz¨®n, se infiltra en su empresa disfrazado ¡ªlos gatos se creen escondidos cuando se tapan la cabeza y dejan el culo al aire¡ª para concienciarse de lo terribles que son las faenas con las que cumple su plantilla y, a la vez, comprobar enga?os y desfacer entuertos. El jefe, productor teatral, descubre lo asqueroso que es limpiar un v¨¢ter ¡ªqu¨¦ gran capacidad de asombro¡ª y, de paso, pilla a la limpiadora usando la misma bayeta para repulir lavabo y retrete. Como es un jefe buen¨ªsimo, le canta la gallina a su empleada y ella se averg¨¹enza sin saber justificar, la pobre, sus errores. Un jefe siempre sabe m¨¢s que la se?ora de la limpieza. Al jefe, en un alarde de justicia salarial confundida con caridad, le brota un halo y, reconvertido en dama de beneficencia, en lugar de despedir a la mujer, como la ha visto arrepentida y buena gente, le regala 1.500 euros para la educaci¨®n de su hijo. Ratifiqu¨¦ lo ideol¨®gicamente as¨¦pticos que son los programas para entretener y que, aunque el futuro ya est¨¢ aqu¨ª, seguimos actuando como en los ap¨®logos medievales. Me reafirm¨¦ en lo sabia que es la sabidur¨ªa popular: el ojo del amo engorda el caballo. Hay que estar pendiente de todo que, si no, las limpiadoras te llenan de microbios las lunas de los espejos. Y a Comisiones Obreras que le den.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.