La artesana que rescat¨® el calzado campesino que todos odiaban
Los rudos zuecos de los labradores gallegos hab¨ªan muerto. Pero lleg¨® Elena Ferro, los reinvent¨® llenos de color y ahora desfilan por pasarelas
FORNIDOS MODELOS pisan ¨²ltimamente con garbo las pasarelas sobre unos zocos (zuecos). Es probable que ni ellos ni el elegante p¨²blico que admira estos desfiles lo sepan, pero hasta hace nueve a?os esos zapatos tan glamurosos solo se hab¨ªan usado en Galicia para caminar sobre pistas alfombradas de barro y bosta de vaca. ¡°Nunca har¨¦ nada m¨¢s grande que dignificar ese calzado que fue denostado desde finales de los setenta por ser de labriegos y pobres¡±, dice Elena Ferro, la artesana gallega que ha obrado el milagro de resucitar los zocos como producto de moda.
Los zocos murieron hace 40 a?os a manos de las katiuskas. Las botas de goma se impusieron en la Galicia rural a los zapatos de madera y cuero que hab¨ªan mantenido calientes y secos los pies de los campesinos durante siglos. El taller de la familia Ferro que abri¨® el abuelo Perfecto a principios del XX resisti¨® la r¨¢pida decadencia dedic¨¢ndose a la marroquiner¨ªa. Alfonso, padre de Elena, y su hermana Agripina empezaron a elaborar cinturones, fundas para el sable de las motosierras y hasta zapatos para vacas con las pezu?as enfermas. Pero la inquieta cabeza de Elena no se resign¨® a la desaparici¨®n de los zocos. Nacida en 1975 al calor del arte zoqueiro, le entristec¨ªa ver en las ferias a la gente renegar de este humilde calzado, que para ellos simbolizaba tiempos de pobreza que quer¨ªan olvidar. ¡°?Pero a¨²n hac¨¦is zocos?¡±, o¨ªa. ¡°Quita, quita, no los quiero ver delante¡±.
En 1995, con 20 a?os, Elena se lanz¨® a experimentar con el dise?o tradicional. Pint¨® de colores la madera y fabric¨® piezas con el tal¨®n descalzo y te?idos de rojo. El ¨¦xito fue nulo: ¡°Los comentarios de los clientes en las ferias no eran buenos, pero yo insist¨ª¡±, cuenta en el taller de toda la vida de su familia en Merza, una aldea de Pontevedra. Pasaron m¨¢s de 10 a?os hasta que dio con la f¨®rmula. Y ha dedicado 8 solo a idear un modelo lo suficientemente flexible para caminar sobre las duras aceras.
Un d¨ªa de 2009 le compr¨® unos retales de animal print a un proveedor de pieles de Alicante y se prendi¨® la chispa definitiva. Las creaciones de esta zoqueira se volvieron cada vez m¨¢s atrevidas. ¡°Empezaron a gustar y lleg¨® el boca a boca. Los clientes me dec¨ªan que les paraban por la calle cuando llevaban mis zocos puestos para preguntarles d¨®nde los hab¨ªan comprado¡±. Hoy fabrica 8.000 pares al a?o que vende sobre todo por Internet.
El antiguo calzado de los sufridos campesinos gallegos ha pasado a ser admirado en pasarelas y lo lucen hasta viandantes de alta cuna cuando pasean por el centro de A Coru?a, la ¨²nica ciudad que, aparte del taller de Merza, cuenta con una tienda f¨ªsica de Eferro, su marca.
¡°Para un taller artesano es muy dif¨ªcil que se le reconozca la marca, y nosotros lo hemos conseguido gracias a las redes sociales. La gente no dice ¡®quiero unos zocos¡¯, dice ¡®quiero unos Eferro¡±, se enorgullece la dise?adora, a quien para su sorpresa suelen invitar a dar charlas sobre marketing. ¡°?Yo no sab¨ªa ni lo que era eso! No tengo una estrategia, hago lo que se me va ocurriendo¡±.
El imprevisto triunfo zoqueiro de Elena ha dejado boquiabierta a su familia. ¡°Parece mentira que ahora se venda esto. ?Mucho inventas!¡±, le repet¨ªa con orgullo su t¨ªa Agripina, que en 2015 se fue de este mundo rodeada de zocos de vistosos colores y estampados. Ten¨ªa 89 a?os y un mes antes de su muerte segu¨ªa echando una mano en el taller que lo fue todo en su vida.
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