Con lo bonita que es la palabra ni?a
El problema es que da igual c¨®mo nos llamen, porque desde ese lado desde donde nos condicionan y nos juzgan todas las palabras llevan una carga terrible
Porque no podemos negarlo: es una palabra preciosa. Yo pienso en todas las ni?as del mundo y solo veo fuerza e inocencia y brillo y futuro. Lo malo es que no todas las ni?as del mundo tienen futuro. Pienso tambi¨¦n en mi ni?a en concreto, pienso en ese momento de hace ya unos a?os en que me dijeron en la sala de ecograf¨ªas: ¡°Parece que es una ni?a¡±, y la palabra se disolvi¨® en mi m¨¦dula espinal y todav¨ªa la riega. Una ni?a. Es una palabra tan nuestra, una que adem¨¢s puede llenar de camarader¨ªa, de ternura, de complicidad, de cari?o y de consuelo todo lo que venga despu¨¦s, cuando se coloca en el lugar adecuado de la boca, cuando una amiga, por ejemplo, ya adulta, le dice a otra amiga, igual de adulta: ¡°Mi ni?a, ?c¨®mo est¨¢s?¡±, o ¡°Venga ni?a, vente a bailar conmigo esta noche¡±. Hay mil formas de usar la belleza de este sustantivo, mil formas de convertirlo en un adjetivo amable, en un apelativo maravilloso. El problema no es ese.
El problema es que da igual c¨®mo nos llamen, porque desde ese lado desde donde nos llaman, desde donde nos condicionan y nos juzgan, todos los adjetivos, los sustantivos, los adverbios, todas las palabras usadas llevan una carga terrible, pasan por un filtro en el que dejan de ser las palabras que nuestro certero idioma ofrece para nombrar el mundo y se convierten en una jaula, en una lanza, en un manto de brea que nos tapa los rostros, la mirada, la identidad, la existencia; el futuro. La ni?a. Qu¨¦ despectivo, de pronto, algo tan hermoso. Pero si fuera solo eso: la negra, la gorda, la vieja, la guarra o la mal follada. O la prima tercera. La mujer. La ni?a. Al menos cuando te llaman ni?a a veces es para decir que eres muy lista. Es muy lista la ni?a (aunque no como para gobernar). Cuando te dicen gorda, vieja, guarra, negra, ni siquiera. Ah¨ª no hay cerebro que valga.
Puedo especificar por qu¨¦ hablo de esto, pero en realidad no quiero, porque da igual, porque todas las ni?as van a saber de qu¨¦ hablo y el resto, seguramente, tambi¨¦n. Porque sigue siendo universal y atemporal. Parece mentira. Hemos luchado por aquello del respeto y la igualdad, educamos en aquello del respeto y la igualdad, nos hemos desga?itado con aquello del respeto y la igualdad, lloramos por el respeto y la igualdad y levantamos las manos e incluso la caricia y el susurro con lo del respeto y la igualdad. Ya basta. Se?ores (y se?oras) que nos mir¨¢is desde ese lado: no nos nombr¨¦is, dejadnos en paz, a todas. Sobre todo, a las que teng¨¢is m¨¢s cerca.
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