Puerto Rico y la dimisi¨®n de su gobernador
Tras la salida de Rossell¨®, lo que importa en el pa¨ªs es qu¨¦ camino recorrer¨¢ la lenta desintegraci¨®n del r¨¦gimen colonial, si surgir¨¢n nuevos l¨ªderes y si se organizar¨¢ una sociedad con plenos derechos
Un r¨¦gimen pol¨ªtico establecido funciona hasta que deja de funcionar. Sus ciudadanos lo respetan, rigen sus vidas en relaci¨®na ¨¦l hasta que, un buen d¨ªa, dejan de hacerlo, y decidenque ya no les representa. La perogrullada es tan enorme que no permite observar que es cierta. Varios Gobiernos de Oriente Pr¨®ximo durante la primavera ¨¢rabe, o el de Nicaragua en el 2018, funcionaron hasta que, de repente, dejaron de hacerlo.
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En 2016, el joven Ricky Rossell¨® fue electogobernador de Puerto Rico. Con una poblaci¨®n de 3,4 millones de habitantes, el pa¨ªs es, desde la Guerra del 98, una colonia caribe?a estadounidense. Su partido, el PNP, aboga por la anexi¨®n federal de la isla como el Estado n¨²mero 51. Idea dif¨ªcil de asimilar pues, en el plano pol¨ªtico, Estados Unidos nunca ha sido generoso con los puertorrique?os: poseen el pasaporte del pa¨ªs, sin poder votar por su presidente, y eligen un representante a la C¨¢mara federal de Washington, aunque ¨¦ste tampoco tiene el derecho al voto.
En las ¨²ltimas semanas se celebraron manifestaciones in¨¦ditas en la historia del pa¨ªs ¡ªuna de ellas consigui¨® reunir hasta medio mill¨®n de participantes¡ª, que obligaron al gobernador a renunciar. As¨ª, el derrumbe del sistema pol¨ªtico de Puerto Rico acontece ante nuestros ojos; aunque, en una colonia, ese desmoronamiento sucede en c¨¢mara lenta, como si sus ciudadanos lo hicieran con tiento, pues se fundamenta en su buen comportamiento, su mansuetud pol¨ªtica.
El pr¨®logo al hast¨ªo generalizado comenz¨® hace dos semanas con el arresto por la justicia federal de la exministra de Educaci¨®n y otros cargos, por el desv¨ªo fraudulento de unos 15 millones de d¨®lares.
La explosi¨®n inesperada, sin embargo, la chispa que encendi¨® la mecha de las manifestaciones, ocurri¨® d¨ªas despu¨¦s con la filtraci¨®n publicada en la prensa de las 800 p¨¢ginas de un chat privado entre el gobernador y sus allegados m¨¢s fieles. Los doce participantes ¡ªsu equipo de gobernaci¨®n, sus asesores en comunicaci¨®n, dos cabilderos amigos que no formaban parte del Gobierno¡ª eran todos hombres. All¨ª intercambiaban, d¨ªa tras d¨ªa, en franca expresi¨®n sus proyectos, comentarios, pareceres.
La quiebra financiera impuso una Junta de Supervisi¨®n Fiscal, unos proc¨®nsules con poderes omn¨ªmodos
Para los puertorrique?os se trat¨®, pues, de un acceso privilegiado al sancta sanctorum de la toma de decisiones y del esp¨ªritu del Gobierno. Y lo que descubrieron no fue halagador. Vieron a un gobernador que se dirig¨ªa al pa¨ªs con cara de compungido, con deferencia enternecedora casi infantil al tratar sobre los urgentes problemas de un pa¨ªs en bancarrota: los efectos del traum¨¢tico hurac¨¢n Mar¨ªa, la inclusi¨®n de la mujer en la sociedad, aparec¨ªan all¨ª, en la intimidad del chat, como en un corro de adolescentes hijos de pap¨¢, dando pie a burlas macabras sobre los cad¨¢veres acumulados despu¨¦s del hurac¨¢n y conspiraciones para desprestigiar a sus enemigos. En el chat tambi¨¦n se calificaba de putas a pol¨ªticas y se insultaba a miembros de su partido y de otros, se hablaba del ¡°sue?o¡± de asesinar a la alcaldesa de San Juan, se mofaba de las mujeres, homosexuales, obesos, se descalificaba a periodistas. No quedaba t¨ªtere con cabeza en aquellas conversaciones.
Como elgobernador y otros pol¨ªticos de su partido se formaron en el colegio Marista, los puertorrique?os prontamente inventaron el verbo maristear para definir una conversaci¨®n entre hombres, en las redes sociales, en la que se mofan y denigran a otros en secreto.
Encolerizaba, adem¨¢s, lo que apuntaba a una forma descarada y corrupta de gobernar, la presencia constante de cabilderos ¡ªuno de ellos padrino de bodas delgobernador¡ª, que suger¨ªan, propon¨ªan y campeaban abiertamente por su respeto en aquellas conversaciones de acceso favorecido.
Adem¨¢s de la informaci¨®n publicada en esos d¨ªas los puertorrique?os se enteraron tambi¨¦n de que despu¨¦s del hurac¨¢n, mientras no hab¨ªa electricidad, agua o comida por todo el pa¨ªs, la esposa delgobernador deten¨ªa la repartici¨®n de ayudas a los damnificados hasta que pudiera presidirlas ella o un miembro de su partido pol¨ªtico.
Se trataba de la c¨¢mara de horrores del Gobierno. Una frase boricua escrita en el chat por elgobernador resume la indignaci¨®n general: ¡°Cogemos de pendejo hasta los nuestros¡±.
Los l¨ªderes de las protestas no son figuras pol¨ªticas, sino cantantes y m¨²sicos conocidos, preocupados por su pa¨ªs
La inveros¨ªmil respuesta de Rossell¨® dej¨® a todos anonadados, pues no se daba por aludido. Pidi¨® en p¨²blico que le perdonaran, ech¨® a la mayor¨ªa de los participantes del chat, prometi¨® que no volver¨ªa a ocurrir y que en su Gobierno, no exist¨ªa la corrupci¨®n.
El resto lo produjeron el hast¨ªo acumulado por pol¨ªticos corruptos y mendaces, a?os dif¨ªciles de una recesi¨®n que dura desde una d¨¦cada, el t¨²nel sin salida de la bancarrota del Gobierno, el resentimiento acumulado por la tardanza en la recuperaci¨®n del hurac¨¢n, las interminables subidas de impuesto. Sin olvidar que la quiebra financiera desnud¨® al r¨¦gimen colonial con la ultrajante imposici¨®n de una Junta de Supervisi¨®n Fiscal, una suerte de panel de proc¨®nsules con poderes omn¨ªmodos, nombrados por el Congreso estadounidense, que decide ahora sobre el Gobierno y los presupuestos del Estado.
La novedad de estas protestas, que comprendentodas las edades y clases de la sociedad puertorrique?a, radica en que sus l¨ªderes improvisados no son figuras pol¨ªticas: son, en gran parte, cantantes y m¨²sicos de reconocimiento internacional preocupados por su pa¨ªs. En una naci¨®n sin Estado no es sorprendente que los pol¨ªticos coloniales no hayan ca¨ªdo a¨²n en cuenta de la erosi¨®n del r¨¦gimen pol¨ªtico y que sean otros los que ocupen su lugar.
El chat, como un bumer¨¢n, vino a pegarle en el rostro a Rossell¨®, y han sido Ricky Martin, Residente y Bad Bunny, blanco de las mofas y comentarios ¨¢cidos del chat, los que, con una enorme capacidad de convocatoria en las redes sociales, han organizado la respuesta multitudinaria a estos pol¨ªticos de indescriptible mediocridad.
Para Puerto Rico lo que importa ahora saber, una vez digerida y celebrada como se debe la dimisi¨®n del gobernador Rossell¨®, es qu¨¦ camino tomar¨¢ la lenta desintegraci¨®n del r¨¦gimen colonial, si surgir¨¢n nuevos l¨ªderes entusiasmados por estas protestas, si se propondr¨¢n pol¨ªticas actualizadas de renovaci¨®n, nuevas formas de fiscalizar, si se idear¨¢ una sociedad con derechos plenos que ponga a sus ciudadanos a so?ar o si, taimadamente, los pol¨ªticos establecidos hipotecar¨¢n nuevamente esa energ¨ªa desplegada, esas ilusiones, esa juventud que tiene a¨²n un futuro por escribirse para que, como afirmaba el Conde de Salina en la novela El gatopardo, ¡°Si queremos que todo permanezca tal cual necesitamos que todo cambie¡±.
H¨¦ctor Feliciano es autor del libro El museo desaparecido (Destino), sobre el expolio art¨ªstico de los nazis durante la II Guerra Mundial.
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