Chantaje en Guatemala
Es de esperar, por el bien del conjunto de la regi¨®n, que se ponga freno a este nuevo abuso de Estados Unidos
Se necesitaban seguramente dos mandatarios tan poco preocupados por las reglas y el sentido com¨²n como Jimmy Morales, de Guatemala, y Donald Trump, de Estados Unidos, para firmar el acuerdo sobre inmigraci¨®n conocido el viernes pasado por el que la naci¨®n centroamericana acepta convertirse en ¡°tercer pa¨ªs seguro¡±. Esto significa que aquellas personas que quieran solicitar refugio o asilo en Estados Unidos y han pasado por Guatemala deber¨¢n hacerlo ¡ªy esperar¡ª en este ¨²ltimo pa¨ªs. Todos los indicadores socioecon¨®micos de Guatemala, as¨ª como sus insuficientes servicios p¨²blicos, permiten augurar el resultado: un desastre humanitario.
Para lograrlo, Trump ha utilizado su arma favorita: la amenaza de aranceles comerciales que hubieran podido arruinar la precaria econom¨ªa guatemalteca. Y lo ha hecho con un socio m¨¢s d¨¦bil que M¨¦xico, al que tambi¨¦n chantaje¨® durante meses con el mismo objetivo. Morales, con menos escr¨²pulos que el presidente mexicano, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, pero tambi¨¦n con menos capacidad de resistencia diplom¨¢tica e institucional que su vecino del norte, ha claudicado.
Seguramente consciente de las consecuencias, Morales ha llevado el proceso con el m¨¢ximo secretismo, hasta el punto de que a¨²n se desconocen los t¨¦rminos exactos de lo acordado, la ayuda compensatoria que Estados Unidos, seg¨²n la normativa internacional, deber¨¢ proporcionar, y el resto de detalles de un acuerdo de semejante trascendencia e impacto. Las cr¨ªticas no se han hecho esperar. El grueso de ellas se centra en que el pacto, firmado a espaldas del Parlamento, hace trizas lo poco que queda de institucionalidad en el pa¨ªs y compromete su futuro.
Incapaz de garantizar m¨ªnimos de bienestar para sus habitantes, el Estado guatemalteco tendr¨¢ ahora que proveer refugio, servicios y log¨ªstica a decenas de miles de migrantes, principalmente hondure?os y salvadore?os, que cada a?o solicitan asilo en Estados Unidos. Por no hablar del equipo humano y de funcionarios necesario para dar salida a los tr¨¢mites legales.
La batalla legal contra el acuerdo, de todas maneras, ya ha comenzado. En el pasado, un juez federal en Estados Unidos ya dej¨® claro que Guatemala no re¨²ne las condiciones necesarias para considerarse pa¨ªs seguro. Y el procurador de Derechos Humanos de Guatemala, Jord¨¢n Rodas, solicit¨® el lunes un amparo a la Corte Constitucional para frenar la maniobra. Seg¨²n Rodas, ¡°los acuerdos firmados bajo amenazas no surten efectos legales¡±. Es de esperar, por el bien del conjunto de la regi¨®n, que se ponga freno a este nuevo abuso de Estados Unidos.
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