El Paso
El discurso de odio de Donald Trump se ha filtrado en la mente demente de psic¨®patas
Lo dice el personaje de Kevin Spacey en el interrogatorio de la pel¨ªcula The Usual Suspects (Sospechosos comunes, 1995) y al parecer es una cita de Charles Baudelaire, tomada de su cuento ¡°Le Joueur G¨¦n¨¦reux¡± (¡°El generoso tah¨²r¡±): ¡°La befa m¨¢s astuta del Diablo es hacerte creer que no existe¡±.
Donald J. Trump lanz¨® su campa?a como candidato a la presidencia que hoy ocupa se?alando como ¡°violadores y asesinos¡± a los mexicanos que cruzan la frontera hacia su pa¨ªs en busca de trabajo y oportunidades; su discurso en campa?a y hasta el d¨ªa de hoy se extiende a todo latinoamericano que intenta huir de la guerra, el hambre, la desigualdad y los diferentes horrores de su regi¨®n natal. A pesar de que han sido deportados menos paisanos durante su lamentable periodo presidencial que en el anterior, su pol¨ªtica ha sido abiertamente agresiva contra los migrantes y la oprobiosa pr¨¢ctica de separaci¨®n de familias en jaulas, el consuetudinario maltrato, desd¨¦n y desprecio a quienes llaman ilegales se ha filtrado tambi¨¦n a sus propios compatriotas femeninas, musulmanes, negros, discapacitados a contrapelo de su abierto deseo por lograr que creciera la migraci¨®n de noruegos, suecos o cualesquier comunidad aria y su abierta propensi¨®n a la negaci¨®n o mentira en torno al origen de su familia o la condici¨®n migratoria inicial de su actual esposa. La befa o broma siniestra que mejor ha jugado Donald J. Trump es hacernos creer que no es racista.
La confirmaci¨®n ondea hoy como una nube negra de horror y sangre: el discurso del odio que se ha pronunciado desde arriba se ha filtrado en la mente demente de psic¨®patas con claro potencial homicida y/o suicida. El coctel se complementa con la incre¨ªble facilidad para comprar armas, municiones y equipo altamente b¨¦lico, en detrimento de todo intento por legislar su restricci¨®n y control. Berni Sanders ha declarado sin lugar a duda alguna que las matanzas de El Paso y Dayton de las pasadas horas (am¨¦n de otras que ya parecen c¨ªclicas en la historia reciente) se deben precisamente a que Donald J. Trump es un ¡°supremacista blanco¡± y Beto O¡¯Rourke lo calific¨® como ¡°racista y responsable¡±, pero en sus primeras declaraciones o tuits, el presidente Trump acomoda su lamento en t¨¦rminos de una ¡°enfermedad mental inaceptable¡± sin mencionar el Manifiesto Racista que subyace en estos asesinatos y sin decir la palabra ¡°arma¡±. Ha de volver a la terrible broma de hacernos creer que la soluci¨®n es militarizar todos los centros comerciales (y de paso, escuelas y templos o todo espacio abierto a las comunidades) y proseguir filtrando el agrio sabor del racismo, tal y como lo entiende el demente asesino de El Paso, quien dej¨® en clara tinta que sus actos eran no m¨¢s que una respuesta ¡°a la invasi¨®n de mexicanos en territorio del Sur de Estados Unidos¡±.
Un joven insulso se ha convertido en terrorista. Condujo su autom¨®vil durante m¨¢s de nueve horas para atravesar el estado de Texas y, al filo de la frontera con M¨¦xico, dispara a mansalva contra ni?os, ancianos, hombres y mujeres desarmados en el estacionamiento y centro comercial sin vigilancia donde ir¨®nicamente estaban las baratas de verano que incluyen armamento y munici¨®n. Horas despu¨¦s, en Dayton del estado de Ohio, otro joven extremadamente confundido en su lectura del mundo ilumina la madrugada con r¨¢fagas de balas al azar, ejecutando quiz¨¢ sin querer a su propia hermana. El de Ohio cae abatido en menos de un minuto por la polic¨ªa, pero el joven tejano sobrevive quiz¨¢ para oportunidad de confirmar p¨²blicamente el origen de su obsesi¨®n, la inspiraci¨®n por goteo que ha recibido a trav¨¦s del Twitter y de los discursos presidenciales, la honra lun¨¢tica de haber visto desfilar tanques en una reciente celebraci¨®n militar en pleno coraz¨®n de Washington, D.C.
El doloroso transcurso de las horas honra en silencio a quienes mueren sin raz¨®n alguna en medio de un brote m¨¢s de locura predecible. Una calle de Dayton ha quedado acordonada con un reguero de zapatos y chanclas, tal como amaneci¨® Tlatelolco un 3 de octubre que no se olvida o la ominosa pila de zapatos y zapatitos en Auschwitz. Al sur, all¨¢ abajo, un coraz¨®n de la frontera ente M¨¦xico y los Estados Unidos vuelve a confirmar que se trata de una herida que no cicatriza con la amenaza de muros, alambradas o aranceles.
Dicen que Mariano Azuela escribi¨® Los de abajo en un hotelito de El Paso, huyendo de las balaceras y amenazantes confusiones que reinaban en Ciudad Ju¨¢rez. Su novela es testimonio de horrores y se lee como voz en coro de todos los habitantes de un abajo, nivel desde donde alguien arriba siempre anda enga?ando con la maldad de hacernos creer que hace el Bien. Los de abajo siempre sufren, se quejan e incluso, se levantan y se rebelan, pero tambi¨¦n se confunden y en el marasmo de su desamparo pueden llegar a convencerse de los discursos disfrazados de los diablos.
Por primera vez en la historia, el gobierno de M¨¦xico tomar¨¢ acci¨®n legal no solo en contra del homicida m¨²ltiple, sino tambi¨¦n contra quien resulte responsable de haberle vendido el arma (de curso supuesta y exclusivamente militar), pues las propias autoridades norteamericanas no han dudado en declarar que se trata de un acto de terrorismo. Se entiende que la postura y encomiable acci¨®n del gobierno de M¨¦xico se debe no solamente a la muerte de nueve ciudadanos mexicanos, sino al clima mismo de intolerancia y xenofobia que se ha filtrado en contra de todo mexicano y latinoamericano en el desquiciado y demencial discurso pol¨ªtico y econ¨®mico norteamericano. El canciller mexicano, Marcelo Ebrard ha subrayado que entendemos ¨Ca contrapelo del manique¨ªsmo rubio¡ªque estos hechos tambi¨¦n provocan un hondo dolor y luto obligado para el pueblo de los Estados Unidos y es de desearse que la firme postura de M¨¦xico contribuya a que las mejores voces, mentes l¨²cidas y convencido humanismo de la mayor¨ªa de norteamericanos, los del voto popular que no eligieron a Trump en las urnas y los legisladores de todo credo y etnia que han intentado limitar su delirio racista, as¨ª como la ancha mayor¨ªa de j¨®venes del mundo entero que se opone a su oleaje nocivo logren, por lo menos, una rectificaci¨®n en la nefanda pol¨ªtica armamentista de quienes creen que el Odio con may¨²sculas y la Agresi¨®n como credo son pilares de una supuesta grandeza recuperada de la nada.
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