Idiosincrasia colombiana (Maicao, La Guajira)
El respaldo del Gobierno de Duque a los expatriados ha sido mucho m¨¢s serio e importante que el fallido cerco diplom¨¢tico contra la dictadura venezolana
Puede ser que no tenga soluci¨®n: que simplemente sea lo que hemos llamado, encogi¨¦ndonos de hombros, ¡°la idiosincrasia colombiana¡±. Porque han sido d¨ªas de clima impredecible, pero parecemos varados, para bien y para mal, en un temperamento nacional que no deber¨ªamos seguir tom¨¢ndonos como un sino. Una nueva repetici¨®n de la telenovela Yo soy Betty, la fea es, como en 1999, el programa m¨¢s visto de todos. Una reconocida marca de equipajes acaba de jug¨¢rsela por fabricar una maleta transparente para que, d¨¦cadas despu¨¦s de la apoteosis de los carteles de la droga, nuestros viajeros sufran un poco menos en los cub¨ªculos de migraci¨®n de otros pa¨ªses. Y una veros¨ªmil encuesta de Invamer acaba de revelar que, como honrando una pr¨¢ctica terrible, el 62% de la gente de Colombia est¨¢ mirando de reojo los migrantes venezolanos.
Dice Migraci¨®n Colombia que hasta el pasado domingo 30 de junio de 2019 pod¨ªan contarse 1.408.055 venezolanos en el pa¨ªs: el ¨¦xodo m¨¢s grande de esta historia. Ya se han escrito decenas de cr¨®nicas compasivas sobre sus viacrucis por el P¨¢ramo de Berl¨ªn, sobre sus modos de sobrevivir a duras penas en los escritorios y los mostradores y las calles de las m¨¢s curtidas ciudades colombianas, y sobre esas noches exasperantes e inhumanas que solo ellos ¨Csucios, hambrientos, entumecidos e insomnes¨C entienden c¨®mo son: ¡°Hemos tenido que aprender a vivir como animales¡±, reconoce un migrante abandonado en una calle de Maicao, en La Guajira, en un texto devastador publicado por la revista Semana a finales del a?o pasado. Y es claro que en un principio los colombianos recibieron a los venezolanos como a sus pr¨®jimos.
Ten¨ªa que ser. Porque era tan f¨¢cil ¨Clo es¨C como ser solidario con las im¨¢genes en el espejo. Porque Colombia es el pa¨ªs del mundo en el que hay m¨¢s v¨ªctimas de desplazamiento forzado: 7.700.000 desde 1985, seg¨²n las cifras oficiales, por culpa del conflicto armado. Y porque a estas alturas, luego de d¨¦cadas de reclamarle al planeta matices y contextos, la sociedad colombiana tendr¨ªa que vivir del lado de los estigmatizados, de los graduados de parias, de los manchados porque s¨ª. El Gobierno de Duque, err¨¢tico e infantil a m¨¢s no poder en su pol¨ªtica internacional, asumi¨® la solidaridad con los migrantes venezolanos como un compromiso de Estado: su respaldo a los expatriados ha sido mucho m¨¢s serio e importante que el fallido cerco diplom¨¢tico contra la dictadura venezolana.
Digo que ¡°ha sido¡± porque sus mensajes han sido contradictorios. Pues sin ninguna estad¨ªstica a la mano, en una entrevista de aquellas sobre su primer a?o de Gobierno, el presidente Duque se permiti¨® la peligrosa ligereza de hablar del desempleo como una consecuencia de la migraci¨®n. Pero unos d¨ªas despu¨¦s dio la buena noticia de que 24.000 hijos e hijas de padres venezolanos tendr¨¢n la nacionalidad colombiana.
Que as¨ª sea. En su borroso primer a?o de Gobierno, Duque ha sido un presidente que en la teor¨ªa trata de hacer lo responsable, pero en la pr¨¢ctica, asediado por una torpe ultraderecha que quiere quedarse con todo, acaba sirvi¨¦ndole al enrarecimiento de esta democracia. Colombia siempre ha sido culpa de los colombianos. Y, sin embargo, tanto sus Gobiernos como sus gobernados han tendido a ser muy h¨¢biles para hallar chivos expiatorios, para endosarle la responsabilidad al primero que pase por ah¨ª, para portarse como feos de maletas trasparentes, tipo Betty, a la espera de que su belleza sea descubierta de repente. Colombia ha sido una ¡°idiosincracia¡±, con ce, una f¨¢brica de exiliados ciega al enorme legado de sus inmigrantes. Y no deber¨ªa ser una naci¨®n que maquilla sus balances, y estigmatiza, sino una tierra que sabe qu¨¦ se siente no tenerla.
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