Ciudadan¨ªa y convivencia
Recuperar el concepto de ciudadan¨ªa es algo que implica abandonar las trincheras, aceptar la parte de verdad que hay en los argumentos del otro y llegar a nuevos consensos
Desde hace a?os se ha instalado en Catalu?a un uso del lenguaje en el que las palabras y la utilizaci¨®n que se hace de ellas excluye a una parte importante de la poblaci¨®n. T¨¦rminos como pueblo, pa¨ªs, catalanes, se utilizan para referirse a un grupo determinado de la poblaci¨®n.
Desde las entidades civiles, pero tambi¨¦n desde algunas universidades y medios de comunicaci¨®n, se transmite la idea de que Catalu?a es como una s¨¢bana blanca, una realidad uniforme que habla con una sola voz: la voz del pueblo. O del pa¨ªs. Este pueblo, repiten, reclama la autodeterminaci¨®n y la independencia.
La diferencia entre ser catal¨¢n y ser ciudadano de Catalu?a en estos momentos no es menor
Ya no se habla de ciudadan¨ªa. Una palabra que significa pertenecer en igualdad de condiciones y sin distinciones a un sistema pol¨ªtico. Un concepto que permitir¨ªa recuperar muchas de las cosas que se han perdido en estos a?os. La diferencia entre ser catal¨¢n y ser ciudadano de Catalu?a en estos momentos no es menor. No es lo es, porque tiene que ver con lo que un grupo de la poblaci¨®n relaciona con la identidad nacional. Pero tambi¨¦n con la segregaci¨®n del que se considera no forma parte de ese imaginario colectivo.
Es dif¨ªcil pensar que alguien pueda afirmar que alguna de nosotras, con or¨ªgenes extreme?os y chilenos, no somos ciudadanas de Catalu?a. Vivimos y trabajamos aqu¨ª, hemos construido nuestras vidas y formamos parte activa de la vida social y pol¨ªtica. Sin embargo, muchas personas piensan que no somos catalanas. Incluso alguna de nosotras se ha visto en la situaci¨®n que le digan que ¡°parece catalana¡±, algo que revela que el hecho diferencial pesa m¨¢s que otros argumentos.
Esto no era as¨ª hace un par de d¨¦cadas cuando el concepto catal¨¢n o catalana era mucho m¨¢s inclusivo, cuando el conflicto identitario no se hab¨ªa instalado en el centro de la vida pol¨ªtica cuestionando consensos colectivos que hab¨ªan permitido construir una sociedad cohesionada.
Este proceso no ha sido casual ni espont¨¢neo
Este proceso no ha sido casual ni espont¨¢neo. Se han invertido millones de euros en propaganda, en organizar movilizaciones y campa?as que han exaltado un determinado discurso, congresos que han tergiversado la historia para forzar unos hechos que no han existido en la realidad. El m¨¢s burdo es hacer creer que Catalu?a se opuso en bloque a la dictadura franquista a pesar que, como en toda Espa?a, la sociedad se dividi¨® en dos bandos. Los l¨ªderes pol¨ªticos franquistas catalanes, pero tambi¨¦n sus partidarios, no vinieron de Burgos ni de Madrid. Estaban aqu¨ª, celebraron la llegada de las tropas franquistas con v¨ªtores y se reciclaron en las mismas formaciones nacionalistas que ahora quieren hacernos creer que la lucha por la independencia es una continuaci¨®n de la lucha antifranquista.
Creemos que es el momento de impulsar un proyecto de convivencia que no s¨®lo ayude a recuperar los lazos personales sino que tambi¨¦n contribuya a construir una cultura pol¨ªtica basada en el acuerdo rompiendo t¨®picos. Un proyecto que supere los agravios y que en vez de centrar el debate en cuestiones como el derecho de autodeterminaci¨®n o la diferencia se focalice en los beneficios de la convivencia.
Recuperar el concepto de ciudadan¨ªa es algo que implica abandonar las trincheras
Tras la ruptura social que produjo en Quebec la celebraci¨®n de dos refer¨¦ndums de independencia, el gobierno federal se esforz¨® en propiciar iniciativas que permitieran recuperar los puentes que se hab¨ªan roto. Reforzando los valores comunes en los curriculums escolares, facilitando el intercambio estudiantil para que las nuevas generaciones pudieran conocerse y visibilizando las cuestiones que les un¨ªan. No se trata que en Catalu?a imitemos el papel que han hecho las plataformas independentistas repitiendo consignas sino propiciar el esp¨ªritu cr¨ªtico y el debate para que cada ciudadano y ciudadana pueda crear su propia consciencia pol¨ªtica tomando en cuenta la diversidad existente.
Las personas que apostamos por el federalismo, por no imponer los deseos de unos sobre otros, tenemos que comenzar a invertir esfuerzos, pero tambi¨¦n recursos, en recuperar los lazos que se han roto y los acuerdos que se han perdido. La formaci¨®n de un nuevo Gobierno en Espa?a es una posibilidad para avanzar en este camino de recuperaci¨®n del concepto de ciudadan¨ªa como elemento esencial de la convivencia.
En su libro Elogio de la duda, Victoria Camps recuerda que vivimos en tiempos de extremismos y confrontaci¨®n en el que priman las verdades absolutas y no se toma en cuenta la importancia de dudar, de escuchar al otro. Recuperar el concepto de ciudadan¨ªa es algo que implica abandonar las trincheras, aceptar la parte de verdad que hay en los argumentos del otro y llegar a nuevos consensos.
Beatriz Silva es diputada del PSC en el Parlamento de Catalu?a y Blanca Cercas fue la n¨²mero dos de la candidatura del PSC por Girona en las ¨²ltimas elecciones generales
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