El camino
?Tanto nos cuesta quedarnos solos, descubrir nuevos horizontes, elegir una senda propia y no la que marcan las modas tanto en la vida como en las vacaciones?
Como cada verano vuelvo a ver riadas de personas cruzando la Meseta en direcci¨®n a Santiago de Compostela y como cada verano me pregunto qu¨¦ mueve a toda esa gente a hacer el mismo camino con la cantidad de ellos que hay a lo largo y lo ancho de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y del mundo entero. Se me dir¨¢ que es la religi¨®n, pero eso ya no sirve en la sociedad de hoy, pues la mayor¨ªa de los que caminan cruzando p¨¢ramos y monta?as en direcci¨®n a Santiago no creen en Dios y menos en apariciones como la que fundament¨® la conversi¨®n de un lugar remoto de Europa en el objetivo de miles, millones de personas.
Otros dir¨¢n que es el deseo de alcanzar el fin de la Tierra (Finis terrae) el causante de ese fen¨®meno, pero tampoco eso sirve ya, pues hace siglos que conocemos que el fin de la Tierra no est¨¢ en Galicia, pues es redonda, al igual que sabemos que la Tierra es un punto en un universo que tampoco tiene fin. Incluso habr¨¢ quien diga que hace el Camino por espiritualidad, busc¨¢ndose a s¨ª mismo, que es tanto como decir que necesita andar la misma senda que todo el mundo para encontrarse, lo que contradice la sentencia jacobea: en el Camino eres un peregrino, pero si te sales de ¨¦l eres un vagabundo.
Convengamos, pues, que muchos de los que caminan en estos d¨ªas hacia Santiago de Compostela no lo hacen por ninguna causa de las que se argumentan como explicativas sino por otras, entre las que destaca la nueva moda de caminar, que ya empieza a convertirse en fiebre, alentada desde muchos ¨¢mbitos y auspiciada por multitud de razones, entre las que no es la menor el aumento de tiempo libre en muchas capas de poblaci¨®n y el nivel de vida (raro es encontrarse en el Camino a pobres y pedig¨¹e?os, al rev¨¦s de lo que suced¨ªa en tiempos). Si a eso le a?adimos la gratuidad de muchos albergues y la facilidad para orientarse por un itinerario en el que todo est¨¢ se?alado, as¨ª como la seguridad que ofrece la compa?¨ªa de otras personas (los cr¨ªmenes y robos sufridos por peregrinos ¨²ltimamente son anecd¨®ticos comparados con los que se produc¨ªan en la Edad Media), entenderemos el porqu¨¦ de la riada humana que cada a?o, sobre todo en el verano, recorre de este a oeste la Pen¨ªnsula para llegar a un lugar que es ya una referencia espiritual en todo el mundo, pero tambi¨¦n de mercadotecnia. En alguna universidad norteamericana se estudia ya el Camino de Santiago en las Facultades de Econom¨ªa y Finanzas en lugar de en las de Historia, cosa que no es de extra?ar considerando que la ruta jacobea mueve, seg¨²n las ¨²ltimas estimaciones, alrededor de 300 millones de euros al a?o.
Bienvenidos sean para las regiones y pueblos que atraviesa, algunos necesitados de ese dinero para sobrevivir, as¨ª como la posibilidad que el Camino ofrece a quienes lo recorren de conocer su paisaje y su patrimonio, que es tanto como decir la propia historia de Europa (Europa se hizo caminando a Compostela, dijo Goethe), pero uno no puede dejar de extra?arse de ese af¨¢n gregario que lleva a tanta gente a recorrer un mismo camino habiendo como hay tantos que ofrecen iguales o mejores cosas. ?Necesitamos hacer lo que todo el mundo hace, sentirnos acompa?ados aunque sea por desconocidos incluso cuando decimos que vamos en busca de la soledad? ?Tanto nos cuesta quedarnos solos, descubrir nuevos horizontes, elegir un camino propio y no el que marcan las modas tanto en la vida como en las vacaciones?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.