Breve enso?aci¨®n nocturna de verano
Hay momentos en que vuelves a encontrar a personas que forman parte de una especie de cementerio particular que todos llevamos dentro. Con todas ellas compart¨ª mis ideas y mis valores
¡°Todo esto lo vimos en el instante que tard¨® el se?or Lincoln en atravesarnos. Antes de que saliera por la puerta y se adentrara en la noche¡±
¡®Lincoln en el Bardo¡¯, George Saunders
La frontera que separa los d¨ªas y las noches es, en esta ¨¦poca del a?o, algo m¨¢s larga de lo habitual. Y ese lento acoplamiento entre la luz y la oscuridad, ese extenso claroscuro de verano, siempre ha resultado para m¨ª el instante m¨¢s propicio para las enso?aciones mentales creadas por im¨¢genes aut¨®nomas. Im¨¢genes que avanzan solas en la cabeza y que no obedecen a ninguna decisi¨®n consciente.
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Les confieso que, en estas noches de Madrid, con todo su calor insoportable, me he visto a m¨ª mismo un buen n¨²mero de veces en ese tipo de momentos. Por ejemplo, una noche me vi persiguiendo, con una sonrisa en la cara, un guion mental por el que Boris Johnson perd¨ªa estrepitosamente el Congreso de su partido. La pel¨ªcula continuaba con el nuevo primer ministro brit¨¢nico organizando junto a los laboristas un camino de vuelta a casa desde el acantilado del Brexit.
En otra ocasi¨®n, esta vez bien entrada la noche, descubr¨ª que mi cabeza ¡ªella sola, lo prometo¡ª me estaba ofreciendo n¨ªtido ese instante en el que el l¨ªder de Vox, perdido por los pasillos del edificio del Parlamento, termina entrando por error en la magn¨ªfica biblioteca del Congreso. Un encuentro entre dos mundos. En el umbral de la sala, el diputado tiene una epifan¨ªa. Y conmovido ante lo que ve, toma una decisi¨®n ¨ªntima; empezar a pensar en min¨²scula, intentar hablar sin faltas de ortograf¨ªa.
Ese tipo de cosas me pasan¡
?No se han encontrado ustedes consigo mismos so?ando durante m¨¢s de medio minuto, en estas semanas atr¨¢s, con que era posible en Espa?a un Gobierno a la primera y encima de coalici¨®n y a la vez de izquierdas? Yo s¨ª, en las noches que m¨¢s calor hac¨ªa, un buen n¨²mero de veces.
Les cuento todo esto porque acaba de sorprenderme de nuevo uno de esos instantes. Esta vez, ha llegado nada m¨¢s terminar un libro de George Saunders que empec¨¦ hace algunos d¨ªas por recomendaci¨®n de una periodista admirada de este diario.
A Rubalcaba lo recuerdo cada d¨ªa, en mil instantes vividos junto a ¨¦l. Tuvo una altura pol¨ªtica irrepetible
Quiz¨¢ lo conozcan. Se titula Lincoln en el Bardo. Es una obra excepcional que describe una noche de reuni¨®n entre los muertos del cementerio en el que es enterrado Willie Lincoln, el hijo del presidente, un ni?o que muri¨® con tan solo 10 a?os, en febrero de 1862 y en plena guerra civil norteamericana. En la noche de George Saunders, los habitantes del cementerio hablan sobre la vida y sobre sus vidas, sobre el discurrir de la guerra y sobre el padre del ni?o reci¨¦n llegado. Es una construcci¨®n literaria repleta de belleza, que alcanza instantes l¨ªricos en una enso?aci¨®n que desdibuja por completo los l¨ªmites de la realidad y de la imaginaci¨®n.
Nada m¨¢s terminarlo, he descubierto a mi cabeza produciendo im¨¢genes similares. Im¨¢genes en las que resultaba posible un ¨²ltimo encuentro con personas que fueron importantes en mi vida y que ya se han ido. Personas que forman parte de esa especie de cementerio particular que todos llevamos dentro y que visitamos en noches como esta.
Con todas ellas compart¨ª mis ideas y mis valores, pas¨¦ horas y m¨¢s horas de trabajo, re¨ª, llor¨¦ y atraves¨¦ pruebas de vida que no podr¨¦ olvidar nunca. Siguen en m¨ª, tanto que ya no necesito m¨¢s tiempo para saber que han conformado parte importante de lo que soy.
As¨ª que, en esta extra?a y calurosa noche madrile?a de verano, mi cabeza discurre paralela al libro de Saunders y construye las im¨¢genes de una ¨²ltima reuni¨®n con todos ellos.
La lista empieza por Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, el ¨²ltimo en irse. Transcurridos unos meses, su muerte se plantea todav¨ªa llena de contundencia. Le recuerdo cada d¨ªa, en mil instantes vividos junto a ¨¦l. Y recuerdo tambi¨¦n una capilla ardiente en el Congreso en la que pens¨¦ que, tras aquella marea humana, hab¨ªa mucho m¨¢s que la despedida a una persona. Cre¨ª entrever el tributo a un significado. El adi¨®s a una altura pol¨ªtica irrepetible y excepcional.
La lucidez y el trabajo de todos ellos cambiaron la vida de mucha gente. Y tambi¨¦n cambiaron la m¨ªa
Me pasa lo mismo con Carmen Chac¨®n, que tambi¨¦n se fue de forma inesperada un d¨ªa de abril de 2017. Su ausencia todav¨ªa me duele, incapaz como soy de olvidar que alguien tan joven, tan admirado y tan querido se fuera tan pronto. Igual que To?o Alonso, exministro de Interior y exportavoz socialista en el Congreso, mi compa?ero all¨ª dentro en mil batallas, en las jornadas imposibles del Parlamento durante los a?os m¨¢s duros de la crisis.
Y con Txiki Benegas, mi amigo tan querido, que me ense?¨® a orientarme dentro de la desorientaci¨®n que produc¨ªa Euskadi y que tantas veces me ayud¨® a elegir los buenos caminos. O con Manolo Mar¨ªn y Gregorio Peces Barba, ambos grandes maestros, siempre cerca en mis primeros a?os en Madrid. O con Carmen Alborch y con Pedro Zerolo, con quienes tantos momentos llenos de verdad y de emoci¨®n viv¨ª en los pasos adelante de los derechos civiles. La lucidez y el trabajo de todos ellos cambiaron la vida de mucha gente. Por cercan¨ªa y por tiempo compartido, tambi¨¦n cambiaron la m¨ªa.
Por unos breves instantes, mi cabeza me ofrece la imagen de una reuni¨®n posible con ellos, de una ¨²ltima vez escuch¨¢ndoles. Y me los muestra a todos juntos, y tal y como eran, brillantes, l¨²cidos, dial¨¦cticamente imbatibles. Y a la vez, llenos de serenidad, con las conclusiones ya sacadas por una vida ya vivida.
Para no interrumpir mucho, pedir¨ªa la palabra tan solo unos segundos. Les dir¨ªa que su solidez y su altura se muestran cada vez m¨¢s grandes, m¨¢s n¨ªtidas y m¨¢s evidentes ante los ojos de todos. Que, por mucho que les sorprenda, quedan incluidos aqu¨ª quienes m¨¢s les criticaron en vida. Que para quienes trabajamos a su lado y aprendimos de ellos, su forma de ser siempre fue una enorme lecci¨®n sobre la naturaleza innegociable de la verdad y de la responsabilidad en el ejercicio honesto de la pol¨ªtica. Que para muchos de nosotros han quedado convertidos en algo m¨¢s que una lecci¨®n pol¨ªtica. Son un ejemplo de vida. Y que no se imaginan hasta qu¨¦ punto el tiempo les est¨¢ dando la raz¨®n en el mundo de los vivos ni cu¨¢nto se les echa de menos. Que si me dan su permiso, voy a contar nuestro encuentro.
S¨¦ bien que, en la actualidad, el tama?o de sus nombres impedir¨ªa su encaje en cualquiera de las secciones de un peri¨®dico. Pero quiz¨¢ se les pueda recordar aqu¨ª, entre las p¨¢ginas de Opini¨®n. En un texto que es tan solo eso; una breve (y dulce) enso?aci¨®n nocturna de verano.
Eduardo Madina es director de KREAB Research Unit, unidad de an¨¢lisis y estudios de la consultora KREAB en su divisi¨®n en Espa?a.
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