Competir en crueldad
Frente a la inmigraci¨®n ilegal, hay que reflexionar sobre las alternativas a la disuasi¨®n por el terror y al blindaje de fronteras
Los representantes de los partidos populistas y nacionalistas de derechas ven las cosas as¨ª: la izquierda pol¨ªtica, los liberales y los conservadores moderados temen tomar aquellas duras medidas que ser¨ªan necesarias para contener la afluencia de migrantes a Europa. Son amigos del buenismo y enemigos de lo inevitable. Los intelectuales urbanos y cosmopolitas son amigos de moralizar porque saben que a ellos un inmigrante jam¨¢s les va a quitar su vivienda ni su trabajo en la secci¨®n cultural del peri¨®dico. Una legi¨®n de buenistas y defensores de los asilados amenaza el edificio social, la paz y el futuro de Europa. En su ingenuidad, los profetas de la cultura de la acogida logran lo contrario de lo que pretenden. Por su culpa cada vez m¨¢s descontentos se embarcan en un viaje letal, y de sus muertes son tambi¨¦n responsables estos malabaristas de la moral.
Estas acusaciones, que se repiten como un molinillo de oraciones, son obvias, pero falsas. En los ¨²ltimos 25 a?os se han aplicado diversas medidas que redujeron dr¨¢sticamente la emigraci¨®n a Europa. En los a?os 2000 el Gobierno espa?ol firm¨® acuerdos con Marruecos, Mauritania y otros Estados de ?frica Occidental. El primer ministro italiano Silvio Berlusconi pact¨® con el dictador libio Muammar el Gaddafi que este obstaculizara el tr¨¢nsito de los migrantes africanos a Italia.
En tiempos m¨¢s recientes la UE, bajo el liderazgo del Gobierno alem¨¢n, sell¨® un acuerdo con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Y hace un par de a?os se cerr¨® otro pacto entre el Gobierno italiano socialdem¨®crata, de un lado; de otro, quienes ostentan el poder en Libia, junto, presumiblemente, a los se?ores de la guerra y las bandas de traficantes de seres humanos. Este ¨²ltimo acuerdo supuso una abrupta ca¨ªda (en torno al 80%) en la cifra de los migrantes hacia Europa.
Por tanto, fueron tanto Gobiernos de centroizquierda como de centroderecha los que han tomado las medidas m¨¢s dr¨¢sticas para reducir la inmigraci¨®n ilegal y proteger las fronteras exteriores de la UE. Y lo han hecho subcontratando el trabajo sucio a potentados. Quienes impiden la inmigraci¨®n ilegal con mayor eficacia no son los populistas de derechas, sino los socialdem¨®cratas.
?Es defendible que se deje a los migrantes en manos de criminales que los encierran en centros semejantes a los campos de concentraci¨®n?
Mediante los tratados con Libia, Mauritania, Marruecos y Turqu¨ªa, los pretendidos flojuchos han sacrificado los valores humanitarios y partes de la convenci¨®n de Ginebra. Los campos de detenci¨®n en los que se mantiene a los africanos en Libia recuerdan, seg¨²n informes del servicio exterior alem¨¢n, a los campos de concentraci¨®n. El alto comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, as¨ª como la misi¨®n policial de la UE para Libia, han constatado que en esos campos se tortura y se viola. Mientras que los propios buenistas de Europa acepten sin pesta?ear semejantes horrores, los migrantes no tienen por qu¨¦ temer a los europeos malos. ?C¨®mo juzgar¨ªamos hoy si, por ejemplo, Uruguay hubiera dado un trato semejante a los migrantes suizos que hu¨ªan de la pobreza a mediados del siglo XIX?
Puede argumentarse que estas medidas son inevitables por razones de Realpolitik. El fin justifica los medios. Las sociedades europeas no est¨¢n dispuestas a, ni en condiciones financieras de, acoger una cifra significativa de migrantes; especialmente si tenemos en cuenta que quienes llegan desde ?frica son, sobre todo, los denominados inmigrantes econ¨®micos. La afluencia masiva llevar¨ªa al ascenso de la ultraderechista Alternativa para Alemania, al apoyo a un populista derechista como Matteo Salvini o incluso al Brexit (en el que pes¨® m¨¢s la migraci¨®n de otros pa¨ªses de la UE).
?Legitima casi cualquier medio el fin de la defensa frente a los migrantes, o existen l¨ªneas rojas? ?Desde la perspectiva de la historia europea es defendible que, a sabiendas, se deje a los migrantes en manos de criminales que los encierran en instalaciones semejantes a los campos de concentraci¨®n? ?Es aceptable que por nuestra incapacidad por llegar a un acuerdo europeo de cuotas de inmigrantes reaccionemos con una competici¨®n multinacional para ver qui¨¦n los trata peor??Hasta qu¨¦ punto es leg¨ªtimo desarrollar una pol¨ªtica de migraci¨®n ¡°como si no hubiera un ma?ana¡±, por citar las palabras del presidente alem¨¢n, Frank-Walter Steinmeier?
Es tiempo de que por fin se reflexione sobre las alternativas a la disuasi¨®n por el terror y al blindaje de fronteras. Alternativas como la que propone el experto en migraci¨®n austriaco Gerald Knaus: un pacto de repatriaci¨®n con los pa¨ªses africanos (compensado financieramente y con la garant¨ªa de un contingente legal de trabajadores migrantes), acompa?ado de la agilizaci¨®n del procedimiento de asilo (cofinanciada por la UE) en los pa¨ªses de primera acogida del sur de Europa, junto con la consiguiente repatriaci¨®n de los rechazados. Hasta ahora, las disensiones intraeuropeas han impedido cualquier soluci¨®n compatible con los tan cacareados valores occidentales.
Sandro Benini es redactor de Opini¨®n en el Tages-Anzeiger.
Traducci¨®n de Jes¨²s Albores.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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