Gobiernos de coalici¨®n
Conseguir la investidura es un problema pol¨ªtico, no constitucional. Los cambios propuestos no solventar¨¢n nada
Habr¨¢ que esperar hasta el 23 de septiembre para ver si es posible la formaci¨®n de un Gobierno en Espa?a. Por lo pronto, una de las principales lecciones que puede extraerse es que la investidura fallida de Pedro S¨¢nchez ha evidenciado, una vez m¨¢s, las dificultades para formar Ejecutivos de coalici¨®n despu¨¦s de 40 a?os de democracia. Estas son, sin duda, tributarias de la falta de acomodo al tr¨¢nsito entre el bipartidismo y un sistema de partidos fragmentado, de la aparici¨®n de nuevos actores ¡ªy con ello una compleja y nueva red de relaciones interpartidistas e interpersonales¡ª, as¨ª como de la decisiva, aunque no ins¨®lita, interacci¨®n de la arena pol¨ªtica estatal con la catalana. Por el contrario, no son debidas, y ello es revelador, a factores ambientales que acostumbran a rebasar el control de los dirigentes pol¨ªticos, como el papel de los medios de comunicaci¨®n y de los agentes sociales y econ¨®micos, o de las reacciones de otros Gobiernos o de la propia Uni¨®n Europea.
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Al parecer, el escollo m¨¢s relevante es una de las parcelas significativas en toda negociaci¨®n coalicional: la distribuci¨®n del poder (el office seeking o reparto de carteras). Sin embargo, los modelos te¨®ricos y la casu¨ªstica en otros pa¨ªses demuestran que eso suele dificultar las negociaciones para alcanzar acuerdos, e incluso generar tensiones en la ejecutoria primaria de los Gobiernos pluripartidistas, pero que a la larga las ventajas son superiores.
Los datos son incontestables: 19 de los 28 Gobiernos de la UE son de coalici¨®n, con al menos dos partidos con cargos ministeriales. En el contexto europeo, adem¨¢s, la pr¨¢ctica coalicional ha sido moneda corriente desde la posguerra: alrededor de un 85% del total. Muchos pa¨ªses han dispuesto casi invariablemente de Gobiernos de ese signo como Alemania, B¨¦lgica o Italia; otros como Dinamarca, Irlanda, Noruega o Suecia han ido alternando dicha f¨®rmula con la de Gobiernos monocolor.
En los ¨²ltimos a?os, adem¨¢s, la centralidad de los acuerdos plurales no ha hecho m¨¢s que incrementarse a medida que los pa¨ªses del Este se han democratizado. Sin ir tan lejos, el 50% de los Gobiernos en Ayuntamientos, Diputaciones y comunidades aut¨®nomas han sido de coalici¨®n desde la restauraci¨®n de la democracia. Por no remontarnos a experiencias como la conjunci¨®n republicano-socialista, el pacto radical-cedista o el mism¨ªsimo Frente Popular.
Los Ejecutivos con m¨¢s de un partido tienen una tasa de supervivencia mayor que la de los monocolor, por la mayor trabaz¨®n de su programa
Y ello es as¨ª porque, como se ha demostrado emp¨ªricamente, los Gobiernos de coalici¨®n no son necesariamente d¨¦biles ni inestables, falsa idea propagada despu¨¦s del colapso de la Rep¨²blica de Weimar, la IV Rep¨²blica Francesa o la extrema precariedad de algunos Gobiernos italianos. Bien al contrario, los Ejecutivos de coalici¨®n (en muchos casos en minor¨ªa) son una respuesta equilibrada y estable, y su tasa de supervivencia es mayor que la de los Gobiernos monocolor, debido a la mayor trabaz¨®n del programa y las pol¨ªticas p¨²blicas, al superior escrutinio de las pr¨¢cticas corruptas, etc¨¦tera.
Por otra parte, mucho se ha hablado estos d¨ªas de la influencia del marco institucional, y en particular de la investidura en la formaci¨®n de Gobiernos en Espa?a. El art¨ªculo 99 de la Constituci¨®n podr¨ªa cambiarse para que el plazo de dos meses para convocar nuevas elecciones empiece desde que finalizan las consultas del Rey y no desde que fracasa la primera candidatura. Ello permitir¨ªa agravar la sanci¨®n ¡ªen t¨¦rminos de nuevas elecciones, especialmente para los partidos que negocian y no tienen incentivos para ello¡ª. Pero eso no solucionar¨ªa el problema. Tampoco un sistema de parlamentarismo negativo que eludiera una investidura expl¨ªcita y eligiera el candidato con m¨¢s diputados, o extrapolar el sistema de elecci¨®n del alcalde de la lista m¨¢s votada o incluso incorporar un modelo nominal con concurrencia de distintos candidatos como acontece en el Pa¨ªs Vasco o Asturias. No solo desincentivar¨ªa la b¨²squeda de los necesarios acuerdos sino que ser¨ªa fuente de Gobiernos d¨¦biles y minoritarios.
Adem¨¢s, la reforma requerir¨ªa al menos una mayor¨ªa de tres quintos de las dos C¨¢maras, si bien la afectaci¨®n del papel de la Corona en el proceso deber¨ªa conducir inexorablemente a una reforma extraordinaria: dos tercios del Congreso y el Senado, disoluci¨®n de las Cortes, nuevas elecciones y ratificaci¨®n por id¨¦ntica mayor¨ªa de las dos C¨¢maras. En fin. Que nadie se lleve a enga?o. Conseguir la investidura es un problema pol¨ªtico, no constitucional. Y los cambios que se proponen o no solventar¨ªan nada o se nos antojan meramente imposibles.
Joan Ridao es profesor de Derecho Constitucional y letrado mayor del Parlamento de Catalu?a.
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