Bol¨ªvar, historia de una serie
Fue a comienzos de 1982 cuando fui requerido, junto con otros escribidores de culebrones, para escribir un biopic de Sim¨®n Bol¨ªvar

Una ma?ana de aquel tiempo feliz propuse tres atentados ¨C uno en Jamaica, otro en los llanos, otro en Bogot¨¢ ¨C, pero el gerente general juzg¨® que tres ser¨ªan demasiados y que uno solo bastar¨ªa. Ten¨ªa la potestad de escoger la escena del crimen y prefiri¨® Jamaica.
"Hay sol ¨C aleg¨® ¨C, playas, tabernas, esp¨ªas espa?oles, mulatas, casacas rojas ingleses, m¨²sica creole, carricoches, mayordomos, parasoles, un mercado de pescado y frutos tropicales. Y un asesinato en Kingston, mientras el peque?o gran hombre se tira a la due?a de una plantaci¨®n de ca?a en las afueras. Me gusta Jamaica".
Una colega guionista observ¨® entonces que el mejor de los tres atentados es el que ocurre en Bogot¨¢, mientras Bol¨ªvar y Manuelita entretenienen un postcoito jugando al tresillo una noche de septiembre de 1828.
"Nada de eso ¨C dijo el jefe¨C. Tiene que ser Jamaica. Y tiene que haber un mercenario ingl¨¦s".
S¨®lo entonces nos confi¨® que desde hac¨ªa un par de semanas negociaba una coproducci¨®n con el canal 2 de la BBC.
"La vida de Bol¨ªvar es una vida cara, se?oras y se?ores ¨C explic¨® ¨C,porque en ella hay batallas y viajes; muchos viajes por mar y tierra. Hay haciendas de ca?a, ingenios de az¨²car y plantaciones de cacao. Hay muchos negros, tambi¨¦n: negros esclavos, negros libertos, negros cimarrones, negros cult¨ªsimos, como ese que lleg¨® a ser primer presidente de Hait¨ª. Hay uniformes, caballos, sillas de montar, botas, espuelas, sables, lanzas, machetes, fusiles de chispa, artiller¨ªa de campa?a, bayonetas. Hay joropos, bambucos y pasillos, polkas, valses y chotises. Bailes de gala, vestidos de gala, uniformes de gala y mujeres, mujeres, mujeres, ?muchas mujeres! Hay hamacas, papel y tinta para cartas y al menos un taller de imprenta. Locaciones en dos continentes: Caracas, Madrid, Veracruz, Par¨ªs, La Habana, Roma, Port-au-Prince, Londres, Bogot¨¢, Guayaquil, Lima, Angostura, Cartagena, Santa Marta... La BBC no va a poner ni un d¨®lar si no la producimos en ingl¨¦s con subt¨ªtulos. Y yo quiero a la BBC metida de lleno en esto. Quiero Jamaica y un legionario ingl¨¦s".
Objet¨¦ que el atentado en Kingston ocurre en 1815, mucho tiempo antes de que los mercenarios irlandeses e ingleses desembarquen masivamenrte en Angostura. Deben pasar todav¨ªa otros seis a?os antes de que la fusiler¨ªa espa?ola despedace a la Legi¨®n Brit¨¢nica en la sabana de Carabobo. El gerente me espet¨® entonces una frase que atribuy¨® a Bol¨ªvar, en carta a uno de sus generales: "Con modo todo se puede".
No he podido hallar nunca esa carta.
Fue a comienzos de 1982 cuando fui requerido, junto con otros escribidores de culebrones, para escribir un biopic de Sim¨®n Bol¨ªvar. Corr¨ªa el tiempo de las grandes miniseries de la televisi¨®n del siglo pasado, series como Ra¨ªces ( ABC, 1977) o Shogun (NBC, 1980).
Se acercaba el bicentenario del natalicio de Bol¨ªvar y el gerente general pensaba que, de ofrec¨¦rseles una biograf¨ªa dramatizada del Libertador, los televidentes del mundo entero ¡ª y no solo los de los cinco pa¨ªses del subcontinente bolivariano ¡ª, se pegar¨ªan a sus receptores en horario prime time.
El gerente deseaba, adem¨¢s y como suele decirse, "bajar a Bol¨ªvar del pedestal". Pensaba y dec¨ªa cosas como esta: "Todo el mundo conoce el final del cuento del ni?o bitongo caraque?o que se mete a revolucionario, independiza a cinco naciones suramericanas, era tremendo con las mujeres hasta que lo tumba la tuberculosis y se muere y ah¨ª mismo se arma el titing¨® de las guerras civiles. Vienen las dictaduras militares y el rosario de constituciones y nuestros pa¨ªses se van a la mierda hasta el sol de hoy. ?Qui¨¦n quiere ver eso, viejo? ?Qui¨¦n quiere que se lo recuerden?"
El gerente pon¨ªa el ¨¦nfasis en los a?os de infortunio y de lucha, quer¨ªa the making of a hero; quer¨ªa la fragua del mito. De la Carta de Jamaica al Paso de los Andes. Y ya.
"Al final ¨C so?aba en voz alta? congelamos la imagen del Libertador montado en una mula monta?era y envuelto en una ruana, atravesando al p¨¢ramo de Pisba, cruzando los Andes con sus llaneros, camino a Boyac¨¢. Se oye una m¨²sica como la de Maurice Jarre en Lawrence de Arabia. Total, el televidente ya conoce el final: los espa?oles se van al carajo, el peque?o gran Hombre patea el balde en Santa Marta, se disuelve la Gran Colombia y se desata la merienda de negros que ¨¦l no quiso ver. Yo tampoco quiero verlo boqueando, arrepentido y hablando basura amargada y visionaria en su lecho de muerte."
No tuvo que verlo ni nosotros tuvimos que escribir la puta serie: el a?o del bicentenario vino la primera gran devaluaci¨®n del bol¨ªvar, anunciando el principio del fin del petroestado venezolano.
La BBC ya no devolvi¨® llamadas y la gerencia cancel¨® el proyecto.
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