Marina
Hay algo pat¨¦tico y risible en nuestra lucha por la belleza y la inmortalidad
Soy la mujer que camina por la orilla de la playa. Como h¨¢mster, dentro de su rueda, voy y vengo a toda velocidad. Debo de llamar la atenci¨®n por mi zancada contundente, porque todos los veranos un paseante me asalta: ¡°?Te llamas Ana? No me lo digas¡ ?Isabel!¡±. Yo respondo: ¡°No, no, no¡±, y sigo mi ruta mientras observo y archivo. Bajo las sombrillas en primera l¨ªnea, los hombres consultan sus m¨®viles, leen la prensa local, se duermen, forman corrillos y cuentan que empezaron a trabajar a los 11 a?os o discuten sobre si Manolo naci¨® en el 55 o el 56¡ Las mujeres sonr¨ªen escribiendo un whatsapp ¡ª?¨ªntimo!¡ª o leen la ¨²ltima novela de Matilde Asensi. Un perro abandonado se mete bajo una sombrilla para chuparse a gusto la pinga. Un hombre lo espanta con brutalidad. Todo el mundo se embadurna de protecci¨®n cincuenta o pantalla total. Llevamos gorritos de colores. Las embarazadas exhiben sus turgentes tripas de ocho meses y hay quien las mira con repel¨²s. Los nenes y las nenas generan corrillos de adultos asombrados que les r¨ªen las gracias. Ser¨¢ que quedan pocos. Un ni?o con coletilla lleva una m¨¢scara de buceo. Parece salido de Waterworld. Las ni?as, planas como tablas, cubren sus pezoncillos con la parte de arriba de ortop¨¦dicos biquinis. Las motos de agua estropean los murmullos de ola y enturbian el aire con olor a combustible. En el mar, un grupo de mujeres mayores, capitaneado por una monitora, hace gimnasia remedando a Ona Carbonell ¡ªhiperv¨ªnculo milenial¡ª o a Esther Williams en Escuela de sirenas ¡ªgui?o para la gente del tecnicolor¡ª: ¡°Un, dos, tres y¡ ?al agua!¡±. No quiero saber qu¨¦ significa ¡°?Al agua!¡±, porque me niego a ser cruel con estas atletas de verano. Yo soy tambi¨¦n una atleta de verano. No quiero mirar, pero miro y me muero de risa: una levanta la pierna, la otra estira un codo, una tercera entiende la instrucci¨®n y se pega una panzada contra la superficie del mar. Disfrutan como ni?as o acaso, como quien juega y vuelve a la infancia, preparan sus resortes corporales para seguir siendo perfectas cuidadoras. Hay algo pat¨¦tico y risible, pero tambi¨¦n conmovedor y heroico, en nuestra lucha por la belleza y la inmortalidad.
Hoy, mientras andaba, he tenido una intuici¨®n, casi parapsicol¨®gica, y me he protegido el rostro con la mano izquierda. Inmediatamente he escuchado: ¡°?Reflejos de Jesucristo!¡±, lo grita admirado el chaval que ha estado a punto de desfigurarme con un bal¨®n de reglamento. Le propongo ser portera de su equipo. Un poco m¨¢s all¨¢, dos se?oras hablan de arterias coronarias, mosquitos y medusas, los calores, la receta del gazpacho. Otra mujer interrumpe: ¡°?C¨®mo est¨¢ el agua?¡±. ¡°Buen¨ªsima¡±. ¡°Pues voy a ver si me la como¡¡±. Me quedo tonta: las escritoras intelectualoides a veces no entendemos los mejores juegos de palabras. Dos ni?as comentan: ¡°Los Pok¨¦mon son mi perdici¨®n¡±. A estas ¡ªlo lamento¡ª s¨ª que no las entiendo nada. Los gorriones picotean la arena: sobre las tres se meter¨¢n, sinverg¨¹enzas e invasores, en las paellas del chiringuito para degustar el arroz. Una panda de adolescentes hace una propuesta: ¡°?Nos vamos nadando a la balsa y nos cagamos all¨ª?¡±. S¨ª, he o¨ªdo bien. Padre y madre ba?an a un hijo, que tendr¨¢ mi edad: lo meten dentro de un flotador y el hombre grita de alegr¨ªa. Los progenitores parecen agotados. Escucho conversaciones en franc¨¦s y, a lo lejos, atisbo a un se?or blancucho, alto y delgado que me recuerda much¨ªsimo a Monsieur Hulot.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.