Debemos a China
?Qu¨¦ ser¨¢ del planeta si en un futuro siniestro cada pa¨ªs tuviese que pagar cuotas a los dem¨¢s dependiendo de los lugares originales de los inventos?
En el remoto origen de la globalizaci¨®n se halla el asombro e incredulidad que llegaba a las costas de Nueva Espa?a con cada nao que ven¨ªa de China, Conchinchina y Filipinas en ese flujo expresso que llamamos Gale¨®n del Pac¨ªfico o Gale¨®n de Acapulco. Contra la necia cerraz¨®n de los que prefieren el encierro entre muros, no pocos siglos de abierto comercio entre diversos pueblos confirman que todo p¨¢ramo se vuelve mejor y m¨¢s sano en cuanto abre puertas y ventanas a paisajes diversos y lejanos; contra la amenaza arancelaria, la abundante oferta de la cultura ¨Cdesde las especies a los versos de los poetas.
Ahora que late una ominosa amenaza de confrontaciones arancelarias, ahora que hay poderes que abogan por volver al pret¨¦rito de la cerraz¨®n y concentraci¨®n restringida de bienes y servicios, ser¨ªa aleccionador imaginar una distop¨ªa: ?qu¨¦ ser¨¢ de nosotros si cada uno de los pa¨ªses del planeta se propusiera cobrar aranceles, espec¨ªficos impuestos y tarifas certificadas por el origen de todas las frutas y verduras? ?Qu¨¦ ser¨¢ del planeta si en un futuro siniestro cada pa¨ªs tuviese que pagar cuotas a los dem¨¢s dependiendo de los lugares originales de los inventos, la cuna de las m¨¢quinas o el pesebre de ciertas recetas infalibles?
En ese improbable escenario le debemos a China la porcelana y ciertas formas de cer¨¢mica, el arado de hierro y los mapas con relieves. Debemos a China la bomba de agua y la carretilla, los f¨®sforos y el lanzallamas como rifle infernal, la ballesta anterior a las gestas medievales y la forma del calendario. Debemos a China las campanas y los espejos de feria, de los que reflejan y refractan alargando nuestra figura o achatando nuestra estatura o engordando cada lonja y por ende, enflacando a todo obeso. Debemos a China el papel, la ca?a para pescar, los fuegos artificiales o juegos pirot¨¦cnicos, as¨ª como ¨Cseg¨²n los entendidos¡ªtambi¨¦n debemos a China el brandy (sin denominaci¨®n de origen), el comp¨¢s y hasta un modelo de helic¨®ptero. Agreguemos el misterio de los ¨¢bacos y de paso, todo el sistema decimal y la deuda de un futuro arancelario por origen o invento de bienes, servicios, productos y tiliches coloca marca un super¨¢vit impresionante para las doradas arcas de la Ciudad Prohibida en Pek¨ªn a contrapelo de quienes sue?an enorgullecerse con ser la cuna sin serlo del perrito caliente que es Frankfurter, la carne molida a las brasas que es hamburguesa, la pizza que es napolitana y la fajita que es puro taco de Tijuana.
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