Nueva centralidad
El nuevo centro que se dibuja en Espa?a y en Europa ya no es fruto de la equidistancia sino de un juego de equilibrios que venza a la radicalidad. De su ¨¦xito depende el futuro de la democracia
Una nueva centralidad se dibuja en Europa y quiz¨¢, tambi¨¦n, en Espa?a. Un centro que ya no es una simple equidistancia entre polos, sino el resultado de un equilibrio dentro de un sistema de ecuaciones lineales que contienen diversas inc¨®gnitas y planos que interseccionan l¨ªneas contradictorias dentro de una matriz con un ¨²nico punto en com¨²n. As¨ª, la pol¨ªtica que emerge de las ¨²ltimas elecciones, tanto en Europa como en Espa?a, supone una reconfiguraci¨®n de fuerzas que definen un nuevo horizonte de rivalidad. Especialmente en el ¨¢mbito europeo, donde el desenlace de las elecciones del 26 de marzo define dos contendientes en pugna en los pr¨®ximos a?os: la moderaci¨®n y la radicalidad. Una moderaci¨®n que se abre a los otros, que dialoga como una coalici¨®n que suma actores en contra de sus propios intereses para construir un inter¨¦s de todos. Y una radicalidad que se blinda frente a los dem¨¢s, que solo piensa en sus intereses y se fanatiza en ellos para esquinarse frente a un todo que combate con su desprecio.
Esta dial¨¦ctica de fuerzas ya no brota de un conflicto ideol¨®gico entre polos contrapuestos. Entre otras cosas, porque las categor¨ªas de derecha e izquierda son conceptos zombis que empiezan a perder eficacia operativa y porque la libertad y la igualdad han dejado de ser hegem¨®nicas en la soluci¨®n de los problemas que plantea la pol¨ªtica en el siglo XXI. La propuesta espacial que hizo la Revoluci¨®n Francesa al ubicar a los partidarios del orden propietario y el statu quo a un lado de la Asamblea y a los defensores del progreso igualitario y el cambio al otro, ya no sirve. Como tampoco las actualizaciones posteriores que han sido desbordadas por una complejidad posmoderna que ha hecho emerger, como se?ala Christophe Guilluy, un mundo de periferias que volatiliza la cohesi¨®n de lo que fue la clase media y favorece una normalidad basada en un caos que relativiza la experiencia misma de sociedad.
El plano horizontal entre derecha e izquierda que acompa?a la pol¨ªtica desde 1789 es insuficiente
El centro ya no puede verse a partir de una equidistancia entre extremos de un plano lineal que equilibra la derecha y la izquierda. Sobre todo porque la dimensi¨®n econ¨®mica de esa tensi¨®n, que era la relaci¨®n entre capital y trabajo dentro de la econom¨ªa fordiana, se ha disuelto ante la revoluci¨®n digital que gestiona la econom¨ªa de plataformas. El centro hoy es un ¨¢rea tridimensional de intersecci¨®n entre ejes y vectores de procedencia m¨²ltiple. Para verlo hace falta cambiar el chip visual. Proyectar una mirada que agregue perspectivas que permitan dibujar un mapa am¨®rfico en donde surjan las intensidades que definen, tambi¨¦n, la nueva pol¨ªtica. Esto exige cohonestar en tiempo real una pluralidad de conjuntos de proximidad que interseccionan un centro donde se negocian intereses aparentemente irreconciliables. Un centro que est¨¢ sujeto a la interacci¨®n hostil que plantean sobre ¨¦l los vectores de radicalidad que tienen la vocaci¨®n de anillarlo para asfixiarlo y hacerlo colapsar pol¨ªticamente.
En cualquier caso, el plano horizontal entre derecha e izquierda que acompa?a la pol¨ªtica desde 1789 es insuficiente. Nuestra realidad posmoderna hace que tenga que ser sustituido por un sistema de ecuaciones lineales en donde confluyan espacios tridimensionales que hacen cada vez m¨¢s compleja la geograf¨ªa pol¨ªtica.
Precisamente la nueva centralidad que emerge es la respuesta pr¨¢ctica a ella. Define una matriz central en la que se cruzan los ejes de derecha e izquierda, libertad e igualdad, as¨ª como otros que en forma de vectores revelan la cartograf¨ªa de una pol¨ªtica que requiere m¨¢s imaginaci¨®n y dinamismo para analizarla y hacer posible la acci¨®n reformista que sustenta la democracia.
Hablamos de vectores como feminismo y ecolog¨ªa, o polaridades como humanismo tecnol¨®gico y transhumanismo, identidad digital y corporeidad, mentorizaci¨®n e innovaci¨®n, renta b¨¢sica y rob¨®tica, libre albedr¨ªo e inteligencia artificial, institucionalidad y populismo, ¨¦tica y nihilismo, cosmopolitismo y nacionalismo o laicidad y creencias, entre otros. Vectores y ejes dif¨ªciles de casar si no es dentro de una centralidad din¨¢mica y asim¨¦trica que modere y equilibre el peso de los intereses en conflicto y la intensidad de los mismos.
Para ello es imprescindible delimitar una matriz de encuentro. Una coalici¨®n que sume contra los propios intereses, que haga posible acuerdos que identifiquen el inter¨¦s de todos. Y todo dentro de una Europa que sufre la tensi¨®n entre quienes abominan de fronteras para que subsista y quienes defienden fronteras para que desaparezca.
Este centro nace de una Europa que forja un hiperliderazgo sobre los Estados miembros basado en una sucesi¨®n de match points que han puesto a prueba su resistencia frente al euroescepticismo y la adversidad antieuropea. Asistimos a un nuevo europe¨ªsmo que sabe que es el enemigo a derrotar, dentro y fuera de las fronteras de la Uni¨®n, porque dentro de la globalizaci¨®n es el ¨²nico actor que ofrece esperanza a pesar de sus debilidades y errores.
Este centro nace de una Europa que forja un hiperliderazgo sobre los Estados miembros
En sus casi 75 a?os de historia afronta su momento m¨¢s cr¨ªtico. Por un lado, una crisis de credibilidad y, por otro, un asalto desde varios frentes que buscan converger en la dislocaci¨®n de su institucionalidad liberal y democr¨¢tica. No es casual que un sumatorio de radicalidades extremas golpee intensamente la vocaci¨®n de acuerdos al poner a prueba la viabilidad de estos. Algo que hace a diario el Brexit al buscar el desenganche de la fachada atl¨¢ntica; el ascenso de los nacional-populismos y la emergencia del fascismo y la xenofobia; la proliferaci¨®n de Gobiernos iliberales; los cesarismos y liderazgos populistas que se propagan por doquier. Sin olvidar la presi¨®n de una Rusia convertida en un imperio gamberro que desea debilitar un continente que China y Estados Unidos quieren convertir en el campo de batalla de la guerra mundial que libran por la hegemon¨ªa tecnol¨®gica.
Dentro de contexto, Europa ensaya una nueva centralidad moderadora que refuerce su proyecto. Para ello ha dise?ado una narraci¨®n que configura un Gobierno que es el resultado de la intersecci¨®n de los ejes y vectores que quieren conciliar la mayor¨ªa de los europeos. Algo que hace un siglo se ensay¨® en Weimar con una coalici¨®n de gobierno puesta al servicio de las reformas que quer¨ªan plasmar en Alemania el ideal civilizatorio de Kant y Goethe. Entonces se sum¨® a socialdem¨®cratas, centristas y liberales frente a la hostilidad de fascistas, nacional-conservadores y comunistas. Aquella experiencia fracas¨® y la ense?anza de su derrota debe inspirar hoy a los populares, socialistas, liberales y verdes europeos. Una coalici¨®n del siglo XXI que tiene la responsabilidad de definir el centro que gane definitivamente la batalla frente a la radicalidad de los extremos que la hostigan. De su ¨¦xito depende el futuro de Europa y de la democracia.
Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle es autor de Ciberleviat¨¢n, Arpa, 2019.
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