El fomento de un crimen
La pol¨ªtica de Bolsonaro sobre la Amazonia no constituye solo una amenaza para Brasil sino para todo el planeta
Jair Bolsonaro es una amenaza para la Amazonia, su biodiversidad y sus gentes, y su Gobierno pone en peligro la lucha contra el cambio clim¨¢tico. De ser un pa¨ªs estrat¨¦gico para mitigar el calentamiento global, ya que controla el 60% de la mayor selva tropical, el Brasil de Bolsonaro se ha convertido en un problema, porque los millares de fuegos y el repunte exacerbado de la deforestaci¨®n confirman los peores augurios: que el presidente de extrema derecha est¨¢ dispuesto a acabar con el mayor dep¨®sito terrestre de CO2 del planeta.
Presionado por un sector agroindustrial que ahora ve peligrar los 100.000 millones de d¨®lares de soja, carne y productos agropecuarios exportados en 2018, cuando el pa¨ªs alcanz¨® un r¨¦cord de ventas globales y se afianz¨® como una superpotencia agr¨ªcola (controla el 7% del comercio mundial de alimentos), Bolsonaro recul¨® de su plan inicial de salir del Acuerdo de Par¨ªs y acaba de enviar al Ej¨¦rcito para apagar los incendios que han provocado una crisis internacional.
No es m¨¢s que una cortina de humo ¡ªnunca mejor dicho¡ª para esconder su verdadera pol¨ªtica medioambiental, que no ha sido otra en nueve meses de mandato que la de desmantelar, por medio de un corte dr¨¢stico de financiaci¨®n y de personal cualificado, los ¨®rganos de gobernanza que combaten la deforestaci¨®n, en particular el Instituto Brasile?o de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA). Cuando el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales ¡ªque usa los sat¨¦lites para monitorear la selva¡ª alert¨® meses atr¨¢s del aumento de la tala y los fuegos, Bolsonaro ech¨® a su director por no concordar con los datos. Una forma de silenciar las cr¨ªticas y censurar la informaci¨®n cient¨ªfica sobre lo que pasa en la regi¨®n.
Bolsonaro y su administraci¨®n, formada por ultraconservadores y militares arguyen que Brasil tiene derecho a desarrollarse explotando sus vastos recursos naturales. Pero lo cierto es que la dictadura militar (1964-1986) ya demostr¨® con su desastrosa pol¨ªtica que la cat¨¢strofe ambiental no produce progreso, sino inseguridad y desigualdad. Porque la destrucci¨®n de la selva no es solo un asunto ecol¨®gico. Al dar carta blanca con sus declaraciones a madereros ilegales, buscadores de oro clandestinos y, sobre todo, especuladores de tierra, Bolsonaro fomenta un crimen ambiental que se comete con violencia.
Con sus declaraciones, el mandatario ha dado carta blanca a madereros ilegales, buscadores de oro clandestinos y especuladores de tierra
El vector de la destrucci¨®n es la expansi¨®n de la frontera agr¨ªcola, el aumento de las ¨¢reas de pasto para el mayor reba?o comercial del mundo (215 millones de bovinos y sumando). Pero la tala no siempre tiene como negocio aumentar la producci¨®n, sino especular con la tierra. Quienes se lucran, muchas veces, son grupos armados que, por medio del fuego y la violencia, se hacen con el control, literalmente, de cientos de miles de hect¨¢reas de tribus ind¨ªgenas, peque?os campesinos o del propio Estado. En Brasil se les llama grileiros, palabra que deriva de grillo, porque en el pasado estos insectos se usaban para falsificar escrituras de propiedad de las tierras robadas.
El fen¨®meno es poco conocido fuera de Brasil, pero es crucial para entender las din¨¢micas en la ¨²ltima frontera del planeta. En algunos Estados amaz¨®nicos la magnitud del fraude es tal que la tierra reclamada por privados equivale al doble o al triple de la superficie total de dichos Estados.
Incentivados por las pol¨ªticas y exabruptos de Bolsonaro, los grileiros causan un profundo desorden social. Deforestan, extorsionan y matan a quien se opone a sus intereses, cooptando a polic¨ªas, jueces y pol¨ªticos, mermando as¨ª el Estado de derecho. Como consecuencia de su acci¨®n la Amazonia se ha convertido en uno de los lugares m¨¢s peligrosos del mundo para los ecologistas, con 20 asesinados en 2018, seg¨²n la ONG Global Witness.
La comunidad internacional, pero especialmente la Uni¨®n Europea, que tiene un poderoso elemento negociador en el reciente acuerdo comercial firmado con el Mercosur, debe afirmarse como estandarte de la lucha contra el calentamiento global y presionar a Brasil con un boicot si no da marcha atr¨¢s.
Bolsonaro ya ha esgrimido los obsoletos argumentos nacionalistas de la dictadura (¡°la Amazonia es nuestra¡±) para atacar a Europa y denostar las millonarias donaciones que Alemania y, sobre todo Noruega, han desembolsado en la ¨²ltima d¨¦cada para que Brasil redujera la deforestaci¨®n. Olvida el presidente brasile?o que las reglas las marca el mercado, y Europa es el segundo mayor comprador ¡ªtras China¡ª de sus productos agropecuarios.
En los ¨²ltimos 40 a?os la Amazonia brasile?a perdi¨® un 20% de su selva, es decir, un territorio equivalente a dos veces Alemania. Los cient¨ªficos advierten que, con los ¨ªndices actuales de destrucci¨®n, nos acercamos a un punto de no retorno en el que todo el bioma se degradar¨ªa para devenir una sabana. La verdadera pregunta que debemos hacernos es si queremos ser part¨ªcipes de esa tragedia, que no afecta a un lugar lejano y ex¨®tico, sino a nuestra propia supervivencia.
Heriberto Ara¨²jo es periodista y escritor.
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