Camino hacia la ruina
Para gobernar hace falta enfrentarse a lo real y dejar las fantas¨ªas
Las consideraciones que hizo Nicol¨¢s Maquiavelo en El?pr¨ªncipe est¨¢n pensadas para otra ¨¦poca, ya lejana, que poco se parece a la de las democracias actuales, donde se eligen Gobiernos que salen de las urnas cada cierto tiempo. Las ciudades-Estado de la Italia que conoci¨® no tienen nada que ver con las sociedades de masas de hoy, marcadas por unas industrias del espect¨¢culo con grandes tent¨¢culos y mucho poder. Lo que se cuenta en El pr¨ªncipe, que pasa por ser una de las m¨¢s l¨²cidas contribuciones al pensamiento pol¨ªtico, resulta muchas veces extra?o, fuera de lugar, y a veces es complicado encontrar una traducci¨®n id¨®nea de algunas de sus observaciones para aplicarlas al presente. Pero lo fundamental est¨¢ ah¨ª. Y lo fundamental es el poder, ese que un d¨ªa recibe el pr¨ªncipe y que tiene que aprender a manejar. Ah¨ª es donde aparece Maquiavelo, que fue diplom¨¢tico y funcionario y que se dedic¨® tambi¨¦n a la filosof¨ªa y a escribir, para dar unas cuantas recomendaciones. Ese adjetivo, el de maquiav¨¦lico, procede de sus consejos, que, a ratos, tienen un punto retorcido, subterr¨¢neo, astuto, incluso turbio.
Aun as¨ª, no es una mala idea sugerirle a un pol¨ªtico que vuelva a leer El pr¨ªncipe en estos tiempos de arrebatadas emociones y de moralina permanente. Y hay algo de lo que dice que merece destacarse. ¡°Siendo mi fin escribir una cosa ¨²til para quien la comprende, he tenido por m¨¢s conducente seguir la verdad real de la materia que los desvar¨ªos de la imaginaci¨®n en lo relativo a ella; porque muchos imaginaron rep¨²blicas y principados que no se vieron ni existieron nunca¡±, escribe Maquiavelo. Luego insiste en que hay mucha distancia entre saber ¡°c¨®mo viven los hombres¡±, aqu¨ª y ahora, y levantar las m¨¢s minuciosas hip¨®tesis para proponer ¡°c¨®mo deber¨ªan vivir¡±. ¡°El que, para gobernarlos, abandona el estudio de lo que se hace para estudiar lo que ser¨ªa m¨¢s conveniente hacerse aprende m¨¢s bien lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle de ella¡±, contin¨²a.
¡°En todo, ver las cosas como ellas son¡±, apunt¨® Napole¨®n Bonaparte en la anotaci¨®n que hizo sobre este punto durante su lectura del libro del italiano. Maquiavelo se?alaba el disparate de andar en lo imaginario cuando hay que estar en lo real, y esa es una lecci¨®n imprescindible que no parece tenerse demasiado en cuenta. Los pol¨ªticos que deber¨ªan estar durante estos d¨ªas operando a ras de suelo, pegados a los acuciantes problemas a los que cualquier nuevo Gobierno tendr¨¢ que enfrentarse, andan m¨¢s bien habitando el reino de un pu?ado de abstracciones que est¨¢n m¨¢s cerca de sus fantas¨ªas que de la dura realidad. Hablan de mandatos del pueblo y de humillaciones, se refieren a oportunidades perdidas como si no se pudiera desandar el camino, se acusan de cometer traici¨®n, subrayan que el pa¨ªs se rompe.
Maquiavelo insisti¨® tambi¨¦n en que el pr¨ªncipe deb¨ªa estar preparado para anticiparse a los problemas antes de que sobrevengan. ¡°Sucede, en este particular, lo que los m¨¦dicos dicen de la tisis, que, en los principios, es f¨¢cil de curar y dif¨ªcil de conocer; pero que en lo sucesivo, si no la conocieron en su principio, ni le aplicaron remedio alguno, se hace, en verdad, f¨¢cil de conocer, pero dif¨ªcil de curar¡±. Luego apuntaba ya a las cosas del Estado: si uno se anticipa a los males que vienen, consigue que se curen pronto; si no se ven venir, ya no hay luego manera de arreglarlos. ?No les resulta familiar esta advertencia? Por no agarrar la realidad por los cuernos ¡ªy dejarnos de fantas¨ªas¡ª caminamos hacia la ruina. Por no adelantarnos a lo que viene nos pill¨® la tisis. Estamos enfermos.
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