Dos d¨¦spotas
Los populistas cultivan las im¨¢genes chocantes, con mojitos playeros o en modo descort¨¦s hacia sus anfitriones
"Berl¨ªn, 1933¡±. Este es el texto de una pancarta que los manifestantes brit¨¢nicos europe¨ªstas enarbolaban el s¨¢bado frente al n¨²mero 10 de Downing Street. 1933 fue el a?o del asalto al poder parlamentario ¡ªen unas elecciones degradadas por la violencia nacionalsocialista¡ª de Adolf Hitler. Paradojas de la historia: Boris Johnson, que ha biografiado con soltura a su contrafigura, Winston Churchill, es acusado ahora en la calle de imitar al aut¨®crata nazi.
Con menor brutalismo que la pancarta, la prensa de calidad brit¨¢nica dedica al premier las mayores cargas de profundidad que le hayamos le¨ªdo en decenios. En un editorial que pasar¨¢ a los anales del periodismo, el Financial Times del jueves le vinculaba al grupo de ¡°charlatanes, demagogos y aspirantes a dictador¡± que desprecian a la instituci¨®n parlamentaria; le acusa de ¡°vandalismo constitucional¡± y le describe como un ¡°d¨¦spota¡±.
Mientras ese d¨¦spota empieza a ejercer como tal, otro abandona el empe?o, al menos por un tiempo. Matteo Salvini se lo jug¨® todo a una carta, y la perdi¨®. Cometi¨® el error de dinamitar al Gobierno bipopulista del que era vicepresidente. Propugn¨® un adelanto electoral reclamando los ¡°plenos poderes¡± de que goz¨® Benito Mussolini. Y concit¨® as¨ª contra su figura una amplia (y compleja) alianza que le ha desbancado del poder: ?parlamentariamente!
La defenestraci¨®n de Salvini evidencia que la deslealtad extrema cotiza mal; que el fracaso de una rebeli¨®n es cruel para el rebelde; que la atracci¨®n del autoritarismo unipersonal es limitada. Y que los euroesc¨¦pticos ¨¦mulos del Brexit tienen en Europa menos margen del que se les supon¨ªa.
Salvini se fue a casa acusando a sus rivales de involucrarse en un complot de Par¨ªs, Berl¨ªn y Bruselas: la t¨ªpica acusaci¨®n franquista, por elevaci¨®n, a las ¡°conjuras extranjeras¡±. El demagogo italiano apareci¨® en p¨²blico nervioso y cariacontecido. Pocas veces una imagen resulta tan significativa.
Los populistas cultivan las im¨¢genes chocantes, con mojitos playeros o en modo descort¨¦s hacia sus anfitriones. Glos¨¦ aqu¨ª a Johnson con los zapatos encima de la mesa de Emmanuel Macron. Luego se supo que todo hab¨ªa sido una broma, pero algunos ya hab¨ªamos confundido a los lectores: les ped¨ª excusas en el blog del Defensor del Lector, y las reitero.
Las bromas de los d¨¦spotas son muy pesadas. O idiotas.
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