Malas pr¨¢cticas
La par¨¢lisis es resultado del mal uso del sistema constitucional
La par¨¢lisis que padece la pol¨ªtica espa?ola podr¨ªa prolongarse si fracasa la ronda de contactos que el partido socialista ha comenzado esta semana a fin de evaluar la posibilidad de que su candidato, Pedro S¨¢nchez, se someta a una nueva investidura. Nada garantiza, sin embargo, que la par¨¢lisis no persista aun en el supuesto de que alcance un acuerdo, si es que este se limita a garantizar una mayor¨ªa para la investidura pero no para gobernar. La posposici¨®n de las reformas que se necesitan con urgencia no ser¨ªa en este caso el ¨²nico coste pol¨ªtico de un tiempo muerto en el que el pa¨ªs lleva instalado cuatro a?os, sino que habr¨ªa que comenzar a contabilizar adem¨¢s otro adicional, invisible pero no menos grave, consistente en la introducci¨®n y normalizaci¨®n de malas pr¨¢cticas en la aplicaci¨®n de las reglas y los procedimientos constitucionales.
El hecho de que esta semana el partido socialista se haya aproximado a otras fuerzas pol¨ªticas para buscar un acuerdo antes de que su candidato aspire a recibir el encargo de formar Gobierno pone en evidencia que en julio no lo hizo, reproduciendo as¨ª la conducta del presidente Rajoy tras la doble cita electoral de 2015 y 2016. En la l¨®gica del sistema espa?ol, no es el encargo del Rey el que deber¨ªa abrir la puerta a las negociaciones entre grupos parlamentarios para investir a un candidato, sino que el mecanismo para recibir el encargo del jefe del Estado deber¨ªa activarse solo cuando el candidato en cuesti¨®n ha culminado o est¨¢ a punto de culminar esas negociaciones.
De igual manera, la posibilidad de investir Gobiernos en minor¨ªa no es la opci¨®n preferente del sistema, sino una soluci¨®n alternativa contemplada para evitar que el bloqueo pol¨ªtico se transforme en institucional. Lejos de entenderlo as¨ª, los partidos han asumido que la Constituci¨®n ofrece dos caminos pol¨ªticamente equivalentes para formar Gobierno, uno articulando una mayor¨ªa y otro reclamando que se abstenga el grupo parlamentario inicialmente llamado a liderar la oposici¨®n por n¨²mero de esca?os. Lo reclam¨® el Partido Popular del socialista y fue en gran parte el origen de los males actuales. Al reclamarlo ahora el Partido Socialista del Popular, se corre el riesgo de que esos males se conviertan en end¨¦micos y se agraven. Sobre todo porque, adem¨¢s de arrastrar el sistema pol¨ªtico hacia un exasperante horizonte de inmovilidad e ineficacia, obliga a habilitar el decreto ley como instrumento ordinario para desarrollar la acci¨®n de Gobierno, cuando la Constituci¨®n lo prev¨¦ para casos de extraordinaria urgencia.
La fragmentaci¨®n del Parlamento surgido de las elecciones del 28 de abril ha llevado a concentrar la atenci¨®n en las combinaciones de siglas pol¨ªticas que posibiliten la formaci¨®n de un Gobierno, ignorando que, entretanto, las malas pr¨¢cticas que vienen adoptando los partidos est¨¢n desencadenando perniciosas corrientes de fondo que dificultan el normal funcionamiento del sistema constitucional. Desde este punto de vista, la repetici¨®n de las elecciones ser¨ªa un paso m¨¢s en la misma direcci¨®n: los partidos hacen que un Parlamento reci¨¦n constituido fracase en su inexcusable obligaci¨®n de investir a un candidato, otorgar la confianza a un Gobierno y desarrollar la actividad legislativa en torno a un programa para cuatro a?os.
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