El aullido de las estrellas muertas
Veo con alegr¨ªa que en Brasil, donde hay m¨¢s estrellas muertas y a¨²n voraces que himnos de libertad, los vivos se est¨¦n juntando en un gran abrazo contra la barbarie que se les quiere imponer
El mundo hoy, como siempre desde el tiempo de los primeros hechiceros, gira alrededor de la pol¨ªtica que es la que rige los destinos de nuestro hoy y nuestro ma?ana. El problema no es la pol¨ªtica sino los pol¨ªticos que la encarnan. Existen los que se creen vivos pero que, en realidad, son estrellas muertas que hace mucho perdieron ya su luz y su fuerza. Como en el cosmos, existen tambi¨¦n pol¨ªticos, no importa la edad, que hace tiempo que ya desaparecieron porque se han vuelto est¨¦riles y han perdido el reloj del tiempo.
Si quisi¨¦ramos aqu¨ª, en Brasil, en Am¨¦rica Latina, y hasta en la vieja Europa describir el actual panorama pol¨ªtico podr¨ªamos utilizar la similitud con lo que est¨¢ aconteciendo en el cosmos, donde los especialistas explican que ¡°el centro de nuestra galaxia est¨¢ lleno de estrellas j¨®venes y viejas, agujeros negros y otras variedades de cad¨¢veres estelares, todo un enjambre alrededor de un agujero negro supermasivo llamado Sagitario A.¡±
M¨¢s a¨²n, muchas de esas estrellas, como entre los pol¨ªticos, a pesar de estar muertas, podr¨ªan ¡°estar lanzando aullidos¡± y aliment¨¢ndose de estrellas compa?eras, dicen los astrof¨ªsicos. Aullidos metaf¨®ricos que amedrantan igualmente.
Brasil vive, en efecto, en este momento, un cataclismo estelar en el que se escuchan ecos de autoritarismo y nostalgias de pasadas dictaduras que ni siquiera se disimulan. A¨²n el pasado lunes, Carlos, uno de los tres hijos pol¨ªticos del presidente Bolsonaro, el concejal de la importante alcald¨ªa de R¨ªo de Janeiro, provoc¨® un terremoto al escribir en las redes: ¡°La transformaci¨®n que Brasil quiere no se dar¨¢ por v¨ªas democr¨¢ticas¡±. La alusi¨®n a la necesidad de usar m¨¦todos dictatoriales era evidente. El concejal continu¨® escribiendo: ¡°Veo cada d¨ªa una rueda girar sobre su propio eje y los que siempre nos dominaron contin¨²an haci¨¦ndolo de formas diferentes¡±.
Felipe Santa Cruz, actual presidente de la Organizaci¨®n de Abogados de Brasil (OAB), cuyo padre es uno de los desaparecidos durante la dictadura militar, declar¨®: ¡°No podemos aceptar a una familia de dictadores¡±, y a?adi¨®: ¡°La familia Bolsonaro tiene una historia de declaraciones a favor de la dictadura militar del 64 al 85¡±. De la dictadura y de la tortura, siempre exaltada por Bolsonaro.
Y es cierto que las declaraciones de Carlos Bolsonaro no pueden ser vistas como un resbal¨®n personal del joven pol¨ªtico que ya era concejal con 17 a?os. Lo m¨¢s grave es que su padre, el presidente de Brasil, que se repon¨ªa en en ese momento en un hospital de Sao Paulo de una operaci¨®n de hernia y mandaba a las redes fotos suyas paseando por el pasillo del centro sanitario, no hizo un solo reproche a las declaraciones de su hijo, al que considera su pitbull, su perro de guardia.
Lo grave es que hoy en Brasil todos saben que quien gobierna no es solo el capit¨¢n de reserva Jair Bolsonaro, sino tambi¨¦n sus tres hijos: el senador Flavio, el diputado federal Eduardo y el din¨¢mico concejal, Carlos, considerado un genio de Internet y que fue quien organiz¨® en las redes sociales la campa?a electoral de su padre. Ahora mismo, acaba de pedir la baja como concejal para dedicarse, seguramente, de nuevo a animar en las redes a los seguidores m¨¢s fan¨¢ticos y fieles que estaban disminuyendo con la ca¨ªda abrupta de popularidad del presidente que tiene un 29% de apoyo, algo que nunca ocurri¨® en los primeros ocho meses de Gobierno de ninguno de los expresidentes de la democracia brasile?a.
Hay quien defiende hoy que los poetas deber¨ªan dejar de usar en sus composiciones vocablos como estrellas, luna o soles. Se olvidan de que pocas realidades evocan, hasta en la pol¨ªtica, tantas im¨¢genes y tantas met¨¢foras como el misterio del cosmos. ?Acaso no son los cient¨ªficos quienes nos recuerdan que nosotros los humanos ¡°estamos amasados del mismo polvo que las estrellas¡±?. Somos pedazos del universo.
Y si el cielo estelar, que tanto fascina a grandes y peque?os, nunca podr¨¢ abandonar las im¨¢genes de la creaci¨®n po¨¦tica, tampoco deber¨ªa hacerlo el complejo y confuso mundo de la pol¨ªtica que tambi¨¦n est¨¢ poblado, por ejemplo, de estrellas que ya no existen aunque las creamos vivas. Y lo que es peor, que a¨²n muertas siguen aullando amenazadoras y nutri¨¦ndose de los vivos.
Es cierto, seg¨²n la ciencia, que existen estrellas que fascinan con su brillo y, sin embargo, ya no existen. Est¨¢n ya, como ocurre con tantos pol¨ªticos en todos los niveles del poder, muertas aunque a¨²n son voraces. Y son esos pol¨ªticos el centro hoy de nuestro pesimismo. Se creen vivos, se quieren comer el mundo, hacerlo retroceder a los tiempos de los exterminios y de los esclavos, y a¨²n a¨²llan en las noches de los largos cuchillos de traiciones y conspiraciones.
Y si es el pesimismo de la raz¨®n y del coraz¨®n el que nos arrastra a despreciar el arte noble de la pol¨ªtica que siempre rigi¨® el planeta, existe tambi¨¦n, no digo el optimismo, que es vocablo que no me gusta, sino la esperanza de que, tambi¨¦n al rev¨¦s, haya estrellas en el cosmos que ya han nacido y est¨¦n vivas aunque su luz lejana a¨²n no haya llegado a nosotros. Es la esperanza de que algo nuevo, est¨¦ viniendo, sin aullidos y traiciones, sino con cantos de paz y de di¨¢logo, y con la voluntad de crear un mundo menos deshumano para que las estrellas que un d¨ªa llegar¨¢n, en vez de aullar gritos de viejas guerras, nos canten versos de vida.
Pienso que hoy, aqu¨ª, en Brasil, un pa¨ªs que vive un momento en el que hay m¨¢s aullidos de estrellas muertas y a¨²n voraces que de himnos de libertad, veo con alegr¨ªa que los vivos, de todos los signos, se est¨¦n juntando en un gran abrazo contra la barbarie que se les quiere imponer. Lo hemos visto en la reacci¨®n masiva y nacional sobre todo de los m¨¢s j¨®venes, contra la arbitrariedad del alcalde evang¨¦lico de R¨ªo, Marcelo Crivella, que mand¨® a los agentes policiales a la gran fiesta de la Bienal del Libro visitada por miles de ni?os, para retirar un libro de literatura juvenil, de dibujos, donde dos j¨®venes se besaban.
Y estamos viendo esa reacci¨®n contra los pol¨ªticos, que son estrellas muertas y seguidores del violento y autoritario capit¨¢n, quien desear¨ªa convertir el pa¨ªs en una teocracia presidida por la Biblia m¨¢s que por la Constituci¨®n y en un pa¨ªs armado con v¨ªa libre para matar. Un pa¨ªs sin libertad de expresi¨®n en el que ¨¦l se burla abiertamente de la defensa de los derechos humanos que sue?a con abolir.
Justamente, las peligrosas afirmaciones del hijo de Bolsonaro insinuando que su padre no podr¨¢ transformar este pa¨ªs ¡°por medios democr¨¢ticos¡±, llegaron cuando en la importante Universidad de Sao Paolo (USP) estaban reunidos periodistas e intelectuales de todas las formaciones pol¨ªticas y de todos los grandes diarios para reafirmar el derecho a la libre expresi¨®n y contra cualquier tipo de censura o amenaza a los medios. Carla Jim¨¦nez, directora de EL PA?S Brasil, insisti¨®, por ejemplo, en la necesidad de que los periodistas se conviertan en ¡°una caja de resonancia¡±, ya que asegur¨®: ¡°No tenemos el derecho de claudicar¡±.
El Brasil, que se vio de repente aporreado por medidas autoritarias e ilegales que presagian un peligro a las libertades, ha empezado a despertar. La responsabilidad es grande. La historia nos ha ense?ado que de resbal¨®n en resbal¨®n, sin capacidad de reaccionar, es f¨¢cil acabar hundidos en el abismo.
El NO a la restricci¨®n de las libertades conquistadas democr¨¢ticamente y a la transformaci¨®n de la Constituci¨®n, que se desea cambiar de laica a confesional, tiene que ser claro y contundente si no queremos ma?ana llorar, o que lo hagan quienes nos seguir¨¢n, por nuestra complicidad con la pol¨ªtica vista m¨¢s como un conjunto de estrellas muertas que como un cosmos que se mueve en ese maravilloso equilibrio cuyo milagro nos sorprende cuanto m¨¢s lo conocemos.
Fascina el cosmos porque su misterio y grandeza nos emociona. Nada en ¨¦l, dicen los astrof¨ªsicos, es banal. Traspas¨¢ndolo a nuestro mundo pol¨ªtico podr¨ªamos decir que aqu¨ª estamos a las ant¨ªpodas de esa grandeza. Hoy, en ella, como acaba de denunciar el filosofo Alain Deneault lo que prima es la ¡°mediocracia¡± y ¡°lo que realmente importa no es evitar la estupidez sino adornarla con la apariencia de poder¡±. Son las alucinaciones de las estrellas muertas que a¨²n se permiten asustarnos con sus aullidos.
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