Diada en do menor

Como estaba descontado, la concentraci¨®n independentista de la Diada fue muy nutrida, lo que vuelve a dar fe del amplio n¨²cleo social adscrito a ese ideal y de que sigue expresando un problema sociopol¨ªtico que requiere encauzamiento pol¨ªtico. Como tambi¨¦n se sospechaba, la asistencia fue una de las menos masivas desde que el soberanismo ocup¨® los espacios p¨²blicos catalanes en 2012. Fue una jornada en do menor, que vino marcada no solo por el descenso del n¨²mero de asistentes (as¨ª y todo, considerable), sino por su causa evidente: la desafecci¨®n que provoca en la base independentista la desuni¨®n de los partidos que la dirigen. La exigencia de ¡°unidad estrat¨¦gica¡± reiterada en los parlamentos de los organizadores reconoc¨ªa, a sensu contrario, que la nota dominante del momento es esa desuni¨®n, o el retorno al pluralismo, desde el monolitismo unanimista. Por m¨¢s empe?o voluntarista que se aporte, esa divisi¨®n est¨¢ tambi¨¦n para quedarse, porque los distintos partidos buscan afinar sus diferentes perfiles y competir entre ellos, porque su diagn¨®stico sobre el proc¨¦s ya difiere seriamente entre los pragm¨¢ticos y los irrealistas y porque el fracaso de la intentona de oto?o de 2017 cauteriza toda posibilidad a corto y medio plazo de imponer la secesi¨®n: quebrado el proyecto com¨²n, resucitan l¨®gicamente los distintos programas.

En realidad, aunque la ruptura interna cristaliz¨® cuando la declaraci¨®n de independencia del 27-O de 2017, republicanos y posconvergentes hab¨ªan tratado hasta ahora de aparentar su inexistencia; la novedad de este a?o ¡ªconcomitante con la impresi¨®n de muchos manifestantes de ayer¡ª es que esa fractura se ha oficializado. Aunque pervivan un Govern son¨¢mbulo, fracturado en dos, un Parlament ast¨¦nico de mayor¨ªa relativa secesionista y un president irrelevante y autodesacreditado por su antinstitucional af¨¢n activista.

El bajo tono de la jornada se expres¨® tambi¨¦n en la renuncia de la Assemblea Nacional Catalana, el ente convocante, a ¡°poner plazo¡± a la independencia, gesto de realismo contrapuesto con su campa?a contra las empresas y bancos que no se arrodillen ante ella, lo que es del todo ilegal en una econom¨ªa de mercado, especialmente desde la legislaci¨®n de defensa de la competencia. Y tambi¨¦n contribuy¨® la convicci¨®n general de que estas concentraciones, que en tiempos ahormaron la agenda pol¨ªtica catalana, carecen ya de esa virtualdad y se han transformado en una liturgia para los fieles, sin mayor impacto que el visual.

El acto se present¨® como un aperitivo de la reacci¨®n contra la pr¨®xima sentencia en el juicio del proc¨¦s. Con escasa agudeza intelectual, la posconvergente Laura Borr¨¤s la anticip¨® ya como ¡°ignominiosa¡± y el vicepresidente Pere Aragon¨¨s, como ¡°la de la verg¨¹enza¡±. Esa agresividad contra la independencia de la justicia se compadece mal con una actitud democr¨¢tica y engarza con la practicada por los autoritarismos polaco y h¨²ngaro, o por el nuevo aut¨®crata brit¨¢nico, Boris Johnson.

El minimalismo moral que implica y la doble vara de medir se revela en que, la v¨ªspera, el Govern se vanaglori¨® de haber ganado en 2018 el 72% de los pleitos en que estaba involucrado y el mismo 72% de los sentenciados por el siempre vituperado Tribunal Constitucional. As¨ª que si el ¨¢rbitro dictamina a su favor, lo ensalzan. Y cuando lo hace en contra, tratan de humillarlo.