Calidad docente

Los resultados educativos de un pa¨ªs dependen de muchos factores, pero la preparaci¨®n y composici¨®n del profesorado es uno de los m¨¢s importantes. La plantilla de docentes del sistema educativo espa?ol ha sufrido en la ¨²ltima d¨¦cada un envejecimiento acelerado que hace que en estos momentos dos de cada tres profesores tengan m¨¢s de 40 a?os. La crisis ha jugado un papel determinante, porque a partir de 2010 oblig¨® a reducir la tasa de reposici¨®n del profesorado, primero al 30% y en 2012 al 10%. Eso significa que a partir de ese momento por cada 10 profesores que se jubilaban o sal¨ªan del sistema, solo se contrataba a uno. A esto hay que a?adir la supresi¨®n de los incentivos que hab¨ªa para la prejubilaci¨®n a los 60 a?os.

El resultado es que mientras la OCDE recomienda que haya un profesor menor de 30 a?os por cada dos mayores de 50, en Espa?a esa relaci¨®n es de uno a seis. As¨ª, el grupo de edad m¨¢s numeroso es el que tiene entre 50 y 59 a?os. Mientras el grupo de los menores de 30 a?os se ha reducido en un 45%, el de 60 a 64 ha crecido un 93%. Las 51.000 plazas convocadas en los dos ¨²ltimos a?os apenas permiten paliar este desequilibrio, porque gran parte de ellas han sido ganadas por profesores interinos con a?os de ejercicio y que finalmente regularizan su situaci¨®n.

La edad no es ning¨²n impedimento para una excelente labor docente, pero en una organizaci¨®n compleja como la educativa, asegurar la adecuada renovaci¨®n es de vital importancia. La entrada de profesores j¨®venes bien preparados es un elemento especialmente importante en un momento de transici¨®n tecnol¨®gica y cultural que requiere nuevos conocimientos y nuevas habilidades. Experiencia e innovaci¨®n son los dos elementos que, bien combinados, permiten la madurez y el empuje que se precisa para una labor tan comprometida y que requiere tanta energ¨ªa como la ense?anza.

Hay que a?adir adem¨¢s que, comparado con el promedio de la OCDE, los profesores espa?oles tienen m¨¢s alumnos por aula, una jornada lectiva m¨¢s larga y menos tiempo para preparar las clases. Deber¨ªamos revisar estos par¨¢metros, porque m¨¢s tiempo en el aula no es garant¨ªa de mejor educaci¨®n, ni en el caso de los profesores ni en el de los alumnos. Los escolares espa?oles de secundaria, por ejemplo, tienen 1.054 horas lectivas al a?o, 246 m¨¢s que los finlandeses y, en cambio, estos figuran desde hace a?os en los primeros puestos en los resultados de las pruebas de PISA, mientras que los espa?oles, pese a las mejoras de los ¨²ltimos a?os, siguen en los puestos medios de la tabla. La calidad educativa no depende solo ni principalmente del tiempo que se dedica a clase ni del volumen de los contenidos que se imparten.

Es preciso revisar tanto el curr¨ªculo que se imparte como la forma en que se utiliza el tiempo escolar. Y abordar tambi¨¦n dos reformas pendientes que hace a?os que se plantean, y que se han convertido en carencias cr¨®nicas del sistema: la ausencia de un sistema general de formaci¨®n continuada y evaluaci¨®n del profesorado, y el desarrollo de una carrera profesional que permita incentivar y premiar la excelencia docente. A?o tras a?o, informe tras informe, los expertos insisten en que estas reformas son necesarias para mejorar la calidad educativa. Lo sorprendente es que, sabiendo cu¨¢les son las carencias, continuemos sin ponerles remedio.