El eterno retorno de lo mismo
El futuro se programa siempre para ¡°despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones¡±. Pero cuando estas llegan, volvemos a tener que volver a empujar la roca de la ingobernabilidad
Como soy de los que creen que unas nuevas elecciones no van a mejorar la gobernabilidad del pa¨ªs, seguir¨¦ dando la matraca en contra de ellas. Aun a riesgo de que usted piense que est¨¢ leyendo una y otra vez la misma columna. No puede ser de otra manera: donde no hay m¨¢s tema que la preparaci¨®n para nuevos comicios habr¨¢ que restringirse a abordar lo que esto representa.
Primer punto: los pol¨ªticos se han convertido en nuestra ¨²nica referencia de lo p¨²blico. No discutimos sobre pol¨ªtica o pol¨ªticas, ausentes durante a?os, sino sobre los pol¨ªticos. Los personajes han ocultado la funci¨®n que en teor¨ªa tienen encomendada; hablamos m¨¢s de ellos que de aquello para lo que deber¨ªan servir. De pol¨ªtica(s) no puede decirse nada, por tanto, porque nada pasa.
Con un Parlamento cerrado, que cuando se activa es para volver a sacar a la luz una y otra vez las profundas desavenencias entre los l¨ªderes, nuestro di¨¢logo p¨²blico se restringe a comentar los ya cansinos chascarrillos que se intercambian. Nuestra conversaci¨®n p¨²blica ha devenido as¨ª en una triste meta-discusi¨®n, una discusi¨®n sobre discusiones. Cada actor pol¨ªtico se limita a trasladar su ¡°argumentario¡±, que en realidad no es m¨¢s que un eufemismo para referirse a los ataques dise?ados en contra de alg¨²n adversario. Aunque a veces van cargados de pomposas palabras como ¡°Gobierno de izquierdas¡±, ¡°unidad de Espa?a¡± y cosas por el estilo. En realidad, no significan nada porque hasta ahora tienen un car¨¢cter meramente declarativo. Al priv¨¢rsenos de la posibilidad de llevar a la pr¨¢ctica cualquier programa espec¨ªfico quedan como mero adorno ret¨®rico.
Segundo punto: ?Cu¨¢nto llevamos as¨ª? ?A?os! Al menos desde 2015. Un periodo en el que nuestra pol¨ªtica parece condenada a vagar por el tiempo en un presente perpetuo. El futuro se programa siempre para ¡°despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones¡±. Pero cuando estas llegan, volvemos de nuevo, como S¨ªsifo, a reemprender el m¨¢s de lo mismo, a tener que volver a empujar la roca de la ingobernabilidad. Observen la paradoja. Se nos dice que vivimos en tiempos de urgencias, que no se puede esperar, que hay que actuar ?ya! para abordar problemas inminentes; y en tiempos r¨¢pidos, marcados por la aceleraci¨®n de todo.
La pol¨ªtica espa?ola parece no haberse enterado. Aqu¨ª se practica, si acaso, la pol¨ªtica lenta y parsimoniosa y la procrastinaci¨®n. Todo se deja siempre para ese esperado ma?ana que nunca acaba de llegar.
Tercer punto: Este es el m¨¢s enervante. Porque esa insistencia en convocarnos una y otra vez a nuevas elecciones es una forma de decirnos que no sabemos votar, que ya est¨¢ bien, que a ver si damos de una vez la mayor¨ªa que S¨¢nchez ¡ªo la derecha¡ª necesitan para gobernar. Los culpables no ser¨ªan as¨ª los pol¨ªticos, incapaces de ponerse de acuerdo, sino los ciudadanos. No solo incumplen el mandato que les hemos dado, sino que encima nos trasladan la responsabilidad por el desaguisado. No les basta con fomentar la polarizaci¨®n, que es en el fondo lo que impide los consensos, encima pretenden que les hagamos el trabajo que tienen encomendado. Hasta que se imponga el hartazgo. Recuerden: las elecciones las carga el diablo.
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