Las 50 caras de la esv¨¢stica
La ideolog¨ªa fascista est¨¢ renaciendo en muchos lugares simult¨¢neamente, bajo una nueva forma, estructura y est¨¦tica
![Matteo Salvini en una imagen de archivo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TMQJLGUS5MWS2HRVH7YNCG7NY4.jpg?auth=143e029c47f8f3ffa44be9bac3d9b2673aa0cc22368e2b6f0aa6611e6c9662bc&width=414)
Hace un mes me ape¨¦ de un taxi en la Plaza Mayor de Predappio, ciudad santuario del neofascismo italiano. Me sorprendi¨® el car¨¢cter asc¨¦tico de las celebraciones organizadas aquel d¨ªa, por el cumplea?os de Benito Mussolini. Empapado como estaba de im¨¢genes de la Marcha de la Independencia polaca o las peregrinaciones religiosas de hinchas a Jasna G¨®ra, esperaba un mar de pancartas y un cielo te?ido de ardientes llamas. En cambio, el l¨ªder de la ?ltima Legi¨®n, el partido neofascista convocante, orden¨® que se marchase en completo silencio y serenidad. Nada de gritos ni de c¨¢nticos.
La ultraderecha polaca, siempre que se re¨²ne, forma un coro que grita ¡°muerte a los enemigos de la patria¡±, ¡°deshojaremos los ¨¢rboles para colgar a los comunistas¡±, o define a la familia polaca como un marido y su mujer. La ocasi¨®n que los congrega es secundaria, pues su repertorio de consignas no var¨ªa.
Esto no significa que unos sean mejores que otros. Antes bien, el neofascismo italiano es un movimiento pol¨ªtico civilizado con objetivos claramente definidos, mientras que los nacionalistas polacos est¨¢n m¨¢s cerca del vandalismo o las estructuras mafiosas que del Parlamento.
En Polonia, la derecha radical desprecia a la polic¨ªa, buscando la confrontaci¨®n f¨ªsica. Mientras que los neofascistas italianos a quienes m¨¢s respetan es al agente raso
El fascismo revive ante nuestros ojos en muchos lugares simult¨¢neamente, en casi toda Europa y EE UU. Pero este renacer no es siempre equiparable. Integra a personas con or¨ªgenes socioecon¨®micos, motivaciones y ambiciones diferentes, a veces incluso contradictorios. Por eso son tan peligrosos. No tiene sentido reducir a los fascistas al estereotipo de hombres calvos de mediana edad que se desga?itan en los estadios y pegan a homosexuales.
Las diferencias entre los radicales de Polonia, Italia y otros pa¨ªses son infinitas. Mis compatriotas suelen gritar muerte a sus enemigos ideol¨®gicos dentro de las iglesias, a las que llevan pancartas llenas de odio. En cambio, en Italia los neofascistas cat¨®licos tratan los lugares de culto con m¨¢s seriedad.
En Polonia, la derecha radical desprecia a la polic¨ªa, buscando la confrontaci¨®n f¨ªsica. Mientras que los neofascistas italianos a quienes m¨¢s respetan es al agente raso, porque se arriesga para garantizar la seguridad.
Que los neofascistas italianos no golpearan a nadie en Predappio no impide que respalden una ideolog¨ªa potencialmente violenta. O que la ultraderecha polaca, arbitrariamente agresiva, no sepa acceder al Parlamento, no significa que carezca de talento pol¨ªtico o capacidad organizativa. Al contrario, "el fascismo del tercer milenio" tiene muchas caras.
Un neofascista contempor¨¢neo puede pregonar el odio al inmigrante y ofrecerse como voluntario para educar hu¨¦rfanos. Y son precisamente estos "buenos fascistas" los que merecen un an¨¢lisis detallado. Ante todo, porque su trabajo org¨¢nico en orfanatos, centros de servicios sociales o entre las familias m¨¢s desfavorecidas constituye el embri¨®n de su capital pol¨ªtico posterior.
Un neofascista contempor¨¢neo puede pregonar el odio al inmigrante y ofrecerse como voluntario para educar hu¨¦rfanos
En Europa, no pocos radicales conservadores ya forman parte del mainstream. Matteo Salvini, exvicepresidente y l¨ªder de la Liga de ultraderecha, no deja de ser un apologista de Mussolini y del Estado fascista italiano. Circunstancia que no le impidi¨® ingresar en el Gobierno, sacar a su partido del olvido pol¨ªtico hasta un 38% de apoyo y crear su propia facci¨®n en el Parlamento Europeo. Sin embargo, Salvini no se convirti¨® en una de las mayores amenazas para la estabilidad interna de la UE a pu?etazo limpio o prendiendo monumentos. M¨¢s bien supo canalizar sus creencias radicales en de un partido institucionalmente fuerte, insufl¨¢ndole el esp¨ªritu del activismo callejero.
Sigue vigente el diagn¨®stico de Frantz Fanon, quien ya en la d¨¦cada de 1950 se?alaba el papel crucial de la tradici¨®n para justificar las actitudes excluyentes de la ultraderecha. Jason Stanley, actualmente uno de los mejores investigadores sobre el fascismo, a?ade adem¨¢s: cuestionamiento de la ciencia y el conocimiento especializado, fe en teor¨ªas de conspiraci¨®n, un sentimiento de amenaza y frustraci¨®n sexual.
Asimismo, enfatiza que el fascismo actual adopta diferentes t¨¢cticas y persigue distintos objetivos. Lo que tienen en com¨²n los fascistas del "tercer milenio" es su habilidad para impregnar la vida cotidiana, la capacidad de normalizar lo que nunca deber¨ªa considerarse normal.
El fascismo logra enmascarar su cara agresiva y repleta de odio organizando actos que no son moralmente controvertidos, concentr¨¢ndose en los aspectos econ¨®micos de la vida comunitaria o solidariz¨¢ndose con los excluidos, algo que no era t¨ªpico de la extrema derecha, sino de los movimientos izquierdistas.
Por eso, quien quiera detener este renacer fascista deber¨ªa intentar tanto condenar los actos abiertos de agresi¨®n como las redes que camuflan la ideolog¨ªa del odio.
Si nos concentramos en el fascismo inequ¨ªvocamente violento, llegaremos al callej¨®n sin salida de los "buenos fascistas". Nosotros seguiremos oy¨¦ndoles gritar, pero ellos ya estar¨¢n en el poder. Vestir¨¢n de traje y alterar¨¢n sistem¨¢ticamente todas las normas de convivencia. Nos arrepentiremos de haber tenido una venda en los ojos¡ solo que ya no habr¨¢ nadie para escucharnos.
Mateusz Mazzini es soci¨®logo de la Academia de Ciencias Polaca
Traducci¨®n de Amelia Serraller Calvo.
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