Lecciones del baloncesto

La selecci¨®n espa?ola de baloncesto se ha proclamado campeona del mundo en Pek¨ªn y ha sumado 11 medallas en los ¨²ltimos 13 campeonatos que ha disputado. Esta circunstancia permite asegurar que, m¨¢s all¨¢ de la euforia por el triunfo, en el que se ha sentido implicado todo el pa¨ªs, como suele suceder en las competiciones deportivas, existe en el caso del baloncesto una forma de hacer y un modelo de gesti¨®n deportiva que funciona, un estilo que ha venido forj¨¢ndose durante 20 a?os. No es tanto que el baloncesto espa?ol haya triunfado en China como que est¨¢ instalado en una senda de ¨¦xitos en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas.

La selecci¨®n acudi¨® a Pek¨ªn con no pocas dudas en el escaparate. Una lesi¨®n impidi¨® la presencia de Pau Gasol, uno de los referentes del equipo, y por diversas circunstancias renunciaron a la convocatoria jugadores de gran calidad europea y mundial, como Sergio Rodr¨ªguez y Mirotic o Ibaka. Pero las dudas que suscitaban las ausencias, claramente injustificadas porque todos los pa¨ªses contendientes pueden esgrimir p¨¦rdidas similares o mayores en su potencial te¨®rico, pronto quedaron despejadas por un comportamiento colectivo ejemplar en las canchas y por unos resultados, ag¨®nicos algunos, que han dejado bien a las claras el compromiso y la iniciativa de todos los jugadores.

El triunfo final ha demostrado que para conseguir resultados es imprescindible una gesti¨®n deportiva persistente y aplicada, basada en el estudio, la coherencia administrativa y la definici¨®n precisa de estrategias. Sin una gesti¨®n deportiva cualificada, que va desde el mantenimiento del seleccionador y de una idea de juego definida y contundente hasta el cuidado de las relaciones con los jugadores (y de ellos entre s¨ª) o la estabilidad en el entorno pol¨ªtico de la federaci¨®n espa?ola, el talento de los jugadores ser¨ªa in¨²til. La lecci¨®n del baloncesto espa?ol en Pek¨ªn es el valor que hay que otorgar al cuidado de la cantera nacional, al seguimiento pormenorizado de los jugadores para atender el talento, tan valioso en un supuesto pa¨ªs de bajitos, y a la continuidad de las pol¨ªticas deportivas orientadas a formar equipos.

Los triunfos continuados del baloncesto deber¨ªan suponer un acicate para reforzar los valores de solidaridad, acci¨®n de conjunto y suma de talentos en otros ¨®rdenes donde la vertebraci¨®n brilla por su ausencia. No se trata de establecer un halo de santidad para los campeones mundiales en un pa¨ªs en el que los triunfos producen una intensa excitaci¨®n, igual que las derrotas conducen a una r¨¢pida depresi¨®n, sino de recordar que el ¨¦xito colectivo suele exigir con frecuencia renuncias al brillo individual. El ejemplo de los Rubio, Gasol, Rudy o Llull viene a demostrarlo.