Con honores (Guaramito, Norte de Santander)
Buena parte de nuestros enredos de ayer y de hoy y de ma?ana tienen que ver con el drama de Venezuela
Uno se concentra en los inclementes l¨ªos que est¨¢ capoteando Colombia ¨Cse concentra, por ejemplo, en la denuncia de esta guerra sanguinaria por las tierras explotadas y por las rutas de las drogas, que estamos padeciendo d¨ªa y noche desde que las FARC entregaron sus territorios¨C, pero la verdad es que buena parte de nuestros enredos de ayer y de hoy y de ma?ana tienen que ver con el drama de Venezuela: tienen que ver con el ¨¦xodo venezolano que aqu¨ª se ha encarado con compasi¨®n por lo humano, tienen que ver con el pulso en la frontera entre las bandas criminales y las guerrillas rancias que tantas veces han sido protegidas y celebradas por el r¨¦gimen vecino, y con la trama tr¨¢gica de Maduro, el tirano risue?o, a quien ya no lo redimen ni siquiera las ansias de la ultraderecha de sacarlo a sombrerazos.
Colombia podr¨ªa sentirse desgraciada. A fin de cuentas, ?las provocaciones militaristas de esa gente que se tom¨® el Estado venezolano no eran lo ¨²ltimo que pod¨ªa pasarle a un pa¨ªs que en el siglo XXI de la ciencia ficci¨®n sigue lidiando con la violencia pol¨ªtica, que sigue cercado y condicionado y degradado por la vieja guerra contra las drogas, y ya tiene suficiente con soportar a sus propios caudillos delirantes? Colombia podr¨ªa sentirse condenada a su mala suerte porque sigue sepultada por los problemas de siempre ¨Cpor su soberan¨ªa truncada y su conflicto degradado¨C y sus principales gobernantes no solo no parecen estar a la altura de las circunstancias, sino que parecen empe?ados en pisar todas las trampas. Y, no obstante, a¨²n puede voltear a su favor las elecciones regionales de octubre.
Ha sido muy com¨²n ¨Cpero lo ha sido mucho m¨¢s en esta ¨¦poca¨C que los pol¨ªticos del mundo carezcan del llamado ¡°principio de realidad¡±: resulta improbable que se digan a s¨ª mismos ¡°yo quiero ser presidente, pero, en medio de este panorama de narcos despiadados y de disidentes armados y de asesores endiablados y de aliados peligrosos y de saboteadores profesionales, ?estoy en la capacidad de serlo?¡±. Puede ser que sean buenas personas, dem¨®cratas extraviados en las s¨®rdidas tramas de los pol¨ªticos, pero cuando uno ve al presidente Duque respaldando al interino Guaid¨® en su cruzada err¨¢tica por Venezuela se pregunta si tanto el primero como el segundo tendr¨¢n el est¨®mago para desmontar las l¨®gicas violentas de sus amigos y sus enemigos.
Duque sigui¨® en el mismo plan la semana pasada ¨Cllam¨® a Guaid¨® ¡°un h¨¦roe que est¨¢ luchando por la democracia¡±, en su defensa¨C cuando llegaron a los medios aquellas dicientes fotos en las que el l¨ªder venezolano aparece con un par de miembros de la banda criminal colombiana ¡°Los Rastrojos¡±. Guaid¨® pos¨® con los dos capos el viernes 22 de febrero de este a?o, el fin de semana que Maduro iba a caer, luego de entrar a Colombia por Guaramito, Norte de Santander, tierra violentada y sometida y regida por los narcotraficantes. Luego fue recibido ¡°con honores¡± por la guardia presidencial colombiana en una peque?a alfombra roja sobre una arenosa cancha de f¨²tbol. Y nueve meses despu¨¦s, m¨¢s all¨¢ de si Guaid¨® sab¨ªa o no qui¨¦nes eran esos alias ¨Cno creo¨C, es claro que estamos en manos de pol¨ªticos que no se imaginaban este caos.
Y entonces todo esto parece una parodia: una parodia de l¨ªderes, de Estados, de tapetes rojos, de recibimientos con honores, de fechas hist¨®ricas, de esc¨¢ndalos, de h¨¦roes. Y mientras tanto, mientras las primeras planas y los discursos y las provocaciones, sigue el ¨¦xodo, aguanta la tiran¨ªa y crece la guerra de, contra y para las drogas.
Y d¨ªa por d¨ªa las elecciones regionales de octubre toman m¨¢s cara de oportunidad para elegir hombres serios y mujeres serias que adem¨¢s sepan en qu¨¦ se est¨¢n metiendo.
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