Mantener viva la rep¨²blica
Nada complace tanto a Donald Trump como combatir en el barro, o parangonar las peque?as corruptelas reales o imaginarias de los otros con la corrupci¨®n descarada propia
El impeachment o destituci¨®n parlamentaria del presidente es un procedimiento excepcional, un ¨²ltimo recurso que tienen a su disposici¨®n los representantes del pueblo, de los ciudadanos, ante los abusos de poder. Sus or¨ªgenes, seg¨²n se?ala el especialista en derecho constitucional y profesor de Harvard, Cass R. Sunstein (Impeachment. Una gu¨ªa para el ciudadano), est¨¢n en la Revoluci¨®n Americana que condujo a la independencia y a la constituci¨®n republicana de los Estados Unidos.
Los llamados padres fundadores quer¨ªan contar con un ejecutivo fuerte pero rechazaban el poder omn¨ªmodo, por encima de la ley, que ten¨ªan los monarcas europeos. Si la persona del rey ingl¨¦s era sagrada e inviolable, el presidente de la nueva rep¨²blica podr¨ªa "ser procesado, juzgado y destituido bajo convicci¨®n de traici¨®n, corrupci¨®n u otros graves cr¨ªmenes y conductas irregulares". "Si el l¨ªder de la naci¨®n se prueba que es corrupto, que invade sus derechos, abandona sus obligaciones o abusa de su autoridad de cualquier otra forma, este mecanismo le da a Nosotros el Pueblo [We the People, las tres primeras palabras del texto de la Constituci¨®n, definitorias del soberano] el camino para decir: ?Basta ya!", seg¨²n explica el profesor.
Trump es candidato al impeachment antes incluso de su elecci¨®n. La lista de las conductas sospechosas, quiz¨¢s unas 40, solo queda superada por la plusmarca de sus mentiras, a un promedio de una docena al d¨ªa. La dificultad del procedimiento queda reflejada en su escaso uso en la historia del pa¨ªs, tres ocasiones, y su desenlace nulo: ning¨²n presidente ha sido destituido y solo uno, Richard Nixon, dimiti¨® antes de que culminara. Sunstein asegura que es como la espada de Damocles: lo importante no es que caiga sino que cuelgue y amenace.
Su uso requiere la m¨¢xima prudencia. Hacen falta dos mayor¨ªas, la simple en el Congreso, que act¨²a como juez instructor y fiscal, y los dos tercios del Senado, que act¨²a como juez. Cuando se pone en marcha, el pa¨ªs se divide y polariza, el tipo de din¨¢mica que beneficia a Trump y perjudica a los dem¨®cratas. Tambi¨¦n desv¨ªa la atenci¨®n de las pol¨ªticas que interesan a la gente hacia la politiquer¨ªa partidista, convirtiendo el Congreso en un circo: Trump se relame solo pensarlo.
A diferencia de los dem¨®cratas, Trump no lo teme. Puede que est¨¦ en sus c¨¢lculos desde el primer d¨ªa. Nada le complace tanto como combatir en el barro, o parangonar las peque?as corruptelas reales o imaginarias de los otros con la corrupci¨®n descarada propia: todos somos iguales. As¨ª lleg¨® a la Casa Blanca y as¨ª intentar¨¢ mantenerse e incluso ganar las elecciones en 2020.
Nancy Pelosi ha tardado en dar el paso, y lo ha dado porque no ten¨ªa m¨¢s remedio, ante el ¨²ltimo y flagrante esc¨¢ndalo. Para la democracia solo hay algo m¨¢s grave que los comportamientos deshonrosos de un presidente como Trump, capaz de jugar con la seguridad nacional para provecho propio, y es que las instituciones no reaccionen por mezquinos motivos electorales. Por eso la presidenta del Congreso ha citado acertadamente una pregunta y la respuesta correspondiente del padre fundador Benjamin Franklin: "?Qu¨¦ tenemos, una rep¨²blica o una monarqu¨ªa? Una rep¨²blica si somos capaces de mantenerla". El impeachment no va a dilucidar si Trump cometi¨® un delito, sino si los ciudadanos de Estados Unidos quieren mantener viva la rep¨²blica.
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