Alto riesgo
Comer durante el telediario supone un peligro que se acrecienta si encima uno comparte las desgracias del mundo con una comida basura
Muchos ciudadanos de este pa¨ªs suelen almorzar en familia a la hora en que los canales de televisi¨®n emiten las noticias. Alrededor de las tres de la tarde la mesa est¨¢ puesta. Alguien pregunta: ?qu¨¦ vamos a comer hoy? Desde la cocina una madre amorosa contesta: sopa, alb¨®ndigas y ensalada. En ese momento, desde la pantalla la locutora enumera tambi¨¦n los sucesos, que el telespectador va a degustar: un enfrentamiento pol¨ªtico a cara de perro, un incendio devastador, un atentado con decenas de muertos y un crimen pasional. Ambos men¨²s son intercambiables porque a trav¨¦s de los sentidos uno ser¨¢ asimilado por el gusto y otro por la vista y el o¨ªdo. Mientras el ciudadano degusta la sopa o mastica la alb¨®ndiga oye los macabros detalles de una mujer asesinada a cuchilladas, e incluso puede ver la imagen del marido, que se ha colgado de una viga. El ciudadano no es consciente de que tanto la sopa como la alb¨®ndiga van a bajar a su est¨®mago envueltas con ese crimen para ser digeridos por igual. Del mismo modo que finalmente ha sido posible captar las ondas gravitacionales producidas por la explosi¨®n del big band hace unos 13.700 millones de a?os, est¨¢ cerca el d¨ªa en que se podr¨¢n detectar las ondas negras que generan los cr¨ªmenes y cat¨¢strofes en cualquier parte del planeta y la forma en que llegan por el espacio a nuestra casa y contaminan las paredes, los muebles, las l¨¢mparas, los objetos de cocina y todos los alimentos que se guardan en la nevera. Comer durante el telediario supone un alto riesgo, un peligro que se acrecienta si encima uno comparte las desgracias del mundo con una comida basura. ?Cabe mayor degradaci¨®n que contemplar cad¨¢veres de inmigrantes flotando en el mar mientras uno se dispone a zamparse alegremente un pollo hormonado? Alg¨²n d¨ªa no lejano se podr¨¢ detectar el hedor que dejan en el aire los telediarios.
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