Tolst¨®i y la conspiraci¨®n
En un contexto como el actual, tan complejo, es humano buscar una explicaci¨®n coherente a lo que nos acontece
Como cuenta el fil¨®sofo Juan Antonio Rivera, uno de los pasajes m¨¢s interesantes de Guerra y Paz, de Tolst¨®i, es la batalla de Borodino. Si uno toma el cuadro que hace un pintor, aquella contienda es un todo coherente. Borodino fue una victoria parcial de las tropas francesas contra el imperio ruso gracias a una direcci¨®n brillantemente articulada por Napole¨®n.
Sin embargo, el relato que hace Tolst¨®i es bien diferente. En su novela se describe al emperador en retaguardia, recibiendo informaci¨®n fragmentaria e incluso sorprendido por los acontecimientos de su propio plan. La batalla se relata como algo improvisado, fruto de las decisiones de oficiales y soldados que, al pie del terreno, libraban cada cual su escaramuza. Solo cuando se observa el resultado final todo adquiere un sentido.
La escena de esta batalla tiene dos virtudes. De un lado, nos se?ala como con frecuencia nos obsesionamos con la estructura y nos olvidamos de las intenciones que la generan. No porque la batalla sea falsa, sino porque se la desfigura al ¡°tapar¡± a los participantes y, muy especialmente, por cerrarse a lo inintencionado de su propio papel. El soldado no ve el conjunto, lucha por sobrevivir.
Del otro lado, este pasaje nos invita a relajar la idea de que todo cuanto pasa obedezca a un plan racional y bien dise?ado por unas pocas mentes pensantes. Porque obviamente Napole¨®n o el mariscal Kut¨²zov ten¨ªan m¨¢s influencia en la batalla que un soldado, pero ni de lejos era un control absoluto de los acontecimientos. Todo es menos directo y estudiado de lo que parece.
En un contexto como el actual, tan complejo, es humano buscar una explicaci¨®n coherente a lo que nos acontece. Una pulsi¨®n que invita a ignorar el relato ca¨®tico de Tolst¨®i y hace que la teor¨ªa de la conspiraci¨®n gane posiciones en el debate p¨²blico. Al fin y al cabo, necesitamos ubicar los eventos en un contexto emocionalmente entendible, con una clara frontera moral. Algo que anule el azar o la autonom¨ªa de los agentes de la ecuaci¨®n, d¨¢ndole un sentido unitario.
Pero, si algo hace a la teor¨ªa de la conspiraci¨®n totalmente inexpugnable es su relaci¨®n con la verdad. Para el profeta de la conjura, la verdad no es algo que deba ser contrastado, sino revelado y denunciado. As¨ª, s¨®lo cuando los ciudadanos caigan del caballo podr¨¢n entender el plan que le ocultan los poderosos y del que ellos son meros peones. Y puede que eso no les ayude a saber de la complejidad de las cosas, lo que realmente acontece, pero al menos s¨ª les ayudar¨¢ a vivir m¨¢s tranquilos. Despu¨¦s de todo, el mundo de Tolst¨®i podr¨¢ ser m¨¢s fidedigno, pero nos transmite demasiada ansiedad.
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