Retroceso
Es inaceptable que se sacrifiquen avances ambientales por electoralismo
El alcalde de Madrid, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, ha comenzado a cumplir su promesa electoral de revertir las medidas de Madrid Central aprobadas bajo el mandato de Manuela Carmena. Ya lo intent¨® nada m¨¢s tomar posesi¨®n con una moratoria de las multas previstas, pero la acci¨®n de la justicia lo impidi¨®. Desde el primer momento ha tratado la limitaci¨®n del tr¨¢fico en el centro de Madrid como una ocurrencia de la anterior alcaldesa, como si no hubiera evidencia contrastada que avalara la necesidad de hacerlo. Ahora vuelve de nuevo a la carga con id¨¦ntico prop¨®sito pero bajo el disfraz de nueva estrategia para reducir la contaminaci¨®n. En realidad, el Plan 360 que acaba de presentar supone un claro retroceso no solo en relaci¨®n con los objetivos y plazos fijados por el anterior Consistorio, sino tambi¨¦n en relaci¨®n con las exigencias de la Uni¨®n Europea.
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Las restricciones de circulaci¨®n para los veh¨ªculos m¨¢s contaminantes son indispensables para poder cumplir las directivas comunitarias sobre calidad del aire. El incumplimiento sistem¨¢tico de esa normativa es lo que ha motivado que la Comisi¨®n Europea haya abierto un expediente sancionador contra Espa?a. Reducir la contaminaci¨®n debe ser un imperativo del buen gobierno de la ciudad. Proteger la salud de los ciudadanos es una prioridad que no admite aplazamientos ni puede regirse por el capricho o el c¨¢lculo electoralista de quienes gobiernan.
El plan contra la contaminaci¨®n anunciado por Mart¨ªnez-Almeida carece de presupuesto, no concreta plazos de ejecuci¨®n y tampoco ha sido comunicado a los grupos municipales. El alcalde se escuda en la promesa de que las nuevas ordenanzas municipales establecer¨¢n que a partir de 2025 los coches m¨¢s contaminantes no podr¨¢n circular por la ciudad, pero mientras tanto permite que los de categor¨ªa C vuelvan a circular por la zona de Madrid Central si llevan dos ocupantes. A ello hay que a?adir otras medidas como un aumento del n¨²mero de plazas de estacionamiento o la reducci¨®n del precio de los aparcamientos municipales para ciertos coches, que tendr¨¢n como efecto inmediato un aumento del tr¨¢fico, y, a m¨¢s tr¨¢fico, m¨¢s contaminaci¨®n.
Poca credibilidad puede tener un plan para reducir la contaminaci¨®n que en lugar de extender el per¨ªmetro de bajas emisiones, incentiva y justifica el uso del coche privado para desplazarse al centro de la ciudad. Hay que recordar que Madrid Central abarca apenas 4,7 kil¨®metros cuadrados, cuando en Bruselas el ¨¢rea de bajas emisiones alcanza 88, en Barcelona ser¨¢ de 95 a partir del 1 de enero y en Londres se extender¨¢ pronto a m¨¢s de 300.
Madrid necesita un abordaje m¨¢s ambicioso y mucho m¨¢s riguroso de esta cuesti¨®n. Los argumentos utilizados en la presentaci¨®n del plan revelan algunas de las falacias en las que se basa el retroceso ambiental que se propone el actual Consistorio, entre ellas la de que el centro de la ciudad queda mal comunicado si se restringe el uso del veh¨ªculo privado. Retr¨®grado y preocupante es tambi¨¦n el argumento de que las bicicletas entorpecen el tr¨¢fico, esgrimido para justificar la supresi¨®n de algunos tramos de carril bici. Estos planteamientos no solo van contra las directrices de la UE y de la OMS, sino contra el m¨¢s elemental sentido de la prudencia en el ejercicio del gobierno. Es inaceptable que se sacrifiquen avances medioambientales con el ¨²nico objetivo de contentar a los electores del PP a costa de la salud de todos los madrile?os.
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