Sobrevivir
Esa vez esper¨¦ un rato, respir¨¦ hondo y me puse en marcha, trepando sobre m¨ª, caminando sobre todas las cosas como un jinete salvaje
No pod¨ªas saber ¡ªno supiste nunca¡ª que aquella fue la primera vez que escuch¨¦ el verso de Pessoa: ¡°No soy nada.?/ Nunca ser¨¦ nada.?/ No puedo querer ser nada.?/ Aparte de eso, tengo en m¨ª todos los sue?os del mundo¡±. Est¨¢bamos en un caf¨¦ y vos citaste ese poema que, vergonzosamente, yo no conoc¨ªa. Al escucharlo sent¨ª que el mundo cobraba sentido. Fue como despertar al rev¨¦s. Como caer hacia dentro. Como ver desde lejos, con una lucidez borracha, el orden de las cosas. No dur¨® mucho. ?Una hora, dos? Despu¨¦s, todo se desarm¨® de nuevo, perdi¨® sus bordes, cay¨® en la secuencia de los d¨ªas enhebrados por hilachas. No s¨¦ por qu¨¦ recuerdo eso ahora. Hoy, desde temprano, me ronda un recuerdo. Estaba sola en Nueva York, en alg¨²n lugar de Broadway. Hac¨ªa un fr¨ªo s¨®lido y maligno, un fr¨ªo como un insulto. A mis espaldas hab¨ªa un enorme negocio de art¨ªculos electr¨®nicos donde los televisores y los equipos de m¨²sica se amontonaban con prepotencia. Yo contemplaba esa mole de metal y pl¨¢stico como si fuera el rugido de la soledad. A mi lado, un tipo muy hermoso tocaba la guitarra. Pensaba en mi casa mirando el cielo, oscuro como el interior de un horno cubierto de cenizas, sintiendo la orfandad en los huesos. Llevaba unos guantes de cuero que no me abrigaban nada, unas botas de mala calidad. Aparte de eso, ten¨ªa en m¨ª todos los sue?os del mundo. As¨ª que esa vez, como otras, esper¨¦ un rato, respir¨¦ hondo y me puse en marcha, trepando sobre m¨ª, caminando sobre todas las cosas como un jinete salvaje, una walkiria rara. Solo que a veces, como hoy, eso no me sale. ¡°Hoy estoy l¨²cido, como si estuviera a punto de morir?/ y no tuviera m¨¢s hermandad con las cosas?/ que una despedida¡±, escrib¨ªa, en ese poema descomunal, Fernando Pessoa.
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