La fuente del sentido com¨²n
La sabidur¨ªa de Smart Compose proviene de los agentes de carne y hueso que alimentamos de datos al fil¨®sofo de silicio
Los 1.500 millones de usuarios de Gmail que somos en el planeta Tierra hemos notado ¨²ltimamente que, cada vez que escribimos un correo electr¨®nico, el texto predictivo se hace el listo y nos propone en letras grises la frase en la que est¨¢bamos pensando, cuando a¨²n no hemos redactado ni la mitad. Lo m¨¢s humillante es la cantidad de veces que el robot acierta. Pero lo m¨¢s preocupante es cuando se equivoca, como le ha ocurrido al escritor John Seabrook, un cl¨¢sico de The New Yorker. Seabrook estaba escribiendo a su hijo y pens¨® que, para despedirse, lo mejor que pod¨ªa decirle era que estaba encantado (¡°I am pleased¡±). Pero, cuando iba por ¡°I am p¡¡±, el robot le propuso ¡°I am proud of you¡± (estoy orgulloso de ti). Seabrook no solo se dio cuenta de inmediato de que la predicci¨®n del robot era incorrecta, sino tambi¨¦n de que era mejor que su idea original, de que propon¨ªa una cosa que nunca le hab¨ªa dicho a su hijo y de que, maldita sea, ya era hora de que se lo dijera alguna vez. Tras unos segundos de duda, acab¨® aceptando la sugerencia de la m¨¢quina.
?De d¨®nde proviene esa sabidur¨ªa y buen sentido que han cambiado la vida de Seabrook? El texto predictivo del Gmail se llama Smart Compose, y bajo su humilde apariencia esconde un mont¨®n de investigaci¨®n punta en inteligencia artificial. Es un producto del aprendizaje de m¨¢quina (machine learning), la misma tecnolog¨ªa que est¨¢ detr¨¢s de los sistemas de reconocimiento facial, de lectura de voz, de b¨²squeda en Internet y de la mitad del avance de la rob¨®tica, por citar lo m¨¢s gordo. Eso quiere decir que la sabidur¨ªa de Smart Compose, esa extra?a especie de sentido com¨²n, proviene de nosotros, de los agentes de carne y hueso que alimentamos de datos al fil¨®sofo de silicio. Si el robot te propone que est¨¦s orgulloso de tu hijo, es porque lo ha visto hacer a miles y millones de humanos en una situaci¨®n parecida. No s¨¦ si el sentido com¨²n ha sido alguna vez un consenso democr¨¢tico, pero el aprendizaje de m¨¢quina puede estar logrando hoy ese prodigio. Si es que eso es un prodigio.
Pese a lo que sostienen algunos fil¨®sofos, la ciencia no es un proceso democr¨¢tico. Para el avance del conocimiento, lo que piense la mayor¨ªa de la gente importa muy poco, salvo para obtener la financiaci¨®n necesaria. Cuando Einstein estaba luchando, all¨¢ por 1905, para entender los principios que despu¨¦s cambiaron el siglo XX, hizo falta el mejor f¨ªsico de la generaci¨®n anterior, Max Planck, para publicarle los art¨ªculos y permitirle seguir con su investigaci¨®n. Los dem¨¢s cient¨ªficos de la ¨¦poca no estuvieron a la altura, y se limitaron a denostar o, peor a¨²n, ignorar a Einstein. Hasta el propio Planck pensaba en el fondo que todas esas ideas rompedoras eran una locura, pero su inteligencia cient¨ªfica le indic¨® ¡ªcorrectamente¡ª que all¨ª hab¨ªa algo que merec¨ªa la pena examinar a fondo. No, el avance del conocimiento no es un proceso democr¨¢tico.
Entonces, ?de d¨®nde vino el buen consejo que cambi¨® la vida de Seabrook? Si vino de una especie de consenso entre nosotros, los usuarios de Gmail, ?quiere decir que 100.000 moscas no pueden equivocarse? Buena pregunta.
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