La guerra de los robots
Es urgente regular los sistemas de armas aut¨®nomos porque su descontrol afecta a la seguridad de todos
La automatizaci¨®n del trabajo es imparable: abarata costes de producci¨®n, dispara la productividad y aumenta la seguridad laboral. Gracias a la tecnolog¨ªa, los trabajadores se liberar¨¢n de las ocupaciones m¨¢s peligrosas o pesadas y las que se realizan bajo presi¨®n o en condiciones extremas. Las m¨¢quinas, y no las personas, ser¨¢n las que se expongan a las sustancias qu¨ªmicas, la radiaci¨®n, los agentes cancer¨ªgenos y las altas temperaturas. De hecho, personajes como Bill Gates y Elon Musk defienden que la era de los robots provocar¨¢ un desarrollo humanista de la sociedad, en el que el trabajo de las m¨¢quinas permitir¨¢ que las personas se dediquen a las actividades m¨¢s interesantes y a las que exijan empat¨ªa y comprensi¨®n humanas, como la ense?anza o la atenci¨®n a los m¨¢s necesitados.
Sin embargo, la automatizaci¨®n no est¨¢ exenta de controversias. En abril, la OCDE present¨® un informe donde llamaba la atenci¨®n sobre los muchos empleos ¡ªuno de cada cinco en Espa?a¡ª que acabar¨¢n automatizados, advertencia que adelantaron hace a?os la Uni¨®n Europea y el Foro Econ¨®mico Mundial de Davos. A este desajuste en el mercado laboral se a?ade la preocupaci¨®n por la gobernanza de los robots, asunto que en 2017 fue tratado en el Parlamento Europeo, donde la europarlamentaria Mady Delvaux plante¨® que los aut¨®matas inteligentes tuvieran un c¨®digo ¨¦tico, cotizasen y pagasen impuestos.
La pol¨¦mica por el uso de m¨¢quinas en lugar de personas alcanza su m¨¢xima expresi¨®n cuando las m¨¢quinas son de guerra y las personas son soldados. Porque a pesar de que la tecnolog¨ªa descargar¨¢ a los trabajadores de los cometidos m¨¢s peligrosos, entre los que destaca el combate, existe cierta reticencia a que los soldados se beneficien en exceso del desarrollo tecnol¨®gico de la sociedad a la que sirven. Es como si tuvieran que exponer sus vidas m¨¢s de lo imprescindible, algo que no se exige en aspectos del combate como el de la superioridad del poder a¨¦reo o el uso de armamento guiado por control remoto.
As¨ª, los expertos se dividen entre quienes defienden el uso de m¨¢quinas aut¨®nomas de guerra y quienes alertan del peligro de desarrollar m¨¢quinas asesinas. En particular, miles de cient¨ªficos de la categor¨ªa de Stephen Hawking, Steve Wozniak y Elon Musk firmaron una carta abierta, presentada en 2015 en la Conferencia Internacional de Inteligencia Artificial, en la que se manifestaron en contra de los robots militares que operen sin intervenci¨®n humana directa. No cuestionan, por tanto, otros usos de la tecnolog¨ªa como las armas de control remoto, sino que exponen la necesidad de garantizar que los humanos tomen todas las decisiones de un ataque. De alguna forma, sit¨²an las acciones de combate dentro de la categor¨ªa de las actividades que exigen, como marcaban Gates y Musk, la comprensi¨®n humana.
Partiendo de la premisa bienintencionada de que ninguna naci¨®n democr¨¢tica se involucrar¨ªa en una guerra injusta, quedan numerosas cuestiones por resolver en este debate. Aparte de establecer un c¨®digo de comportamiento de los robots como el propuesto por Mady Delvaux, se debe determinar si en una guerra justa es ¨¦tico renunciar a la ventaja tecnol¨®gica a costa de un mayor riesgo para las vidas de los soldados. Otro punto a considerar es la eficacia real que tendr¨ªa la prohibici¨®n de los sistemas aut¨®nomos de combate, sobre todo teniendo en cuenta la imposibilidad de evitar una carrera armament¨ªstica desarrolloque, de hecho, ya se est¨¢ produciendo.
La existencia de m¨¢quinas aut¨®nomas afectar¨¢ a la seguridad internacional y a la privatizaci¨®n de la guerra. Los robots se fabrican con materias primas comunes e incorporan tecnolog¨ªa de doble uso, civil y militar, por lo que ser¨¢n asequibles en ¨¢mbitos no estatales como el empresarial, pero tambi¨¦n el de las organizaciones terroristas, la delincuencia organizada y los se?ores de la guerra. Es muy probable que se creen compa?¨ªas militares privadas tecnol¨®gicas, que contar¨¢n con personal altamente cualificado que operar¨¢ eludiendo el combate directo y que no tendr¨¢ necesidad de entrenamiento t¨ªpicamente militar.
Otro aspecto relevante es el efecto body bag (bolsa para cad¨¢veres), que hace que los Gobiernos democr¨¢ticos duden del apoyo de la poblaci¨®n a las operaciones con elevado n¨²mero de bajas. La disminuci¨®n del coste de la guerra en funci¨®n de vidas propias como consecuencia de su automatizaci¨®n podr¨ªa atenuar la aversi¨®n pol¨ªtica a elegir la opci¨®n militar para resolver conflictos. En este sentido, se puede anticipar que la disponibilidad de robots y la superioridad tecnol¨®gica acabar¨ªan disminuyendo el umbral de amenaza necesaria para que un Gobierno decida involucrarse en una guerra.
En definitiva, la comunidad internacional tiene que afrontar sin demora la cuesti¨®n de los sistemas de armas aut¨®nomos y tomar decisiones claras que puedan implementarse de forma eficaz. Se tendr¨¢ que decidir si prohibir o regular, evitando juicios de valor; de lo contrario, estaremos abocados a una situaci¨®n de descontrol que afectar¨¢ a la paz y la seguridad de todos.
Francisco Rubio Dami¨¢n es colaborador experto del Observatorio Paz, Seguridad y Defensa de la Universidad de Zaragoza.
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