Marc M¨¢rquez, un ganador intratable y un gran seductor
El campe¨®n se refugia en su pueblo y en la familia para blindar su intimidad. Solo hace una excepci¨®n: Luc¨ªa Rivera, su novia
A Marc M¨¢rquez su madre, Roser, le llama Pu?a, pulga en catal¨¢n. El reciente campe¨®n del mundo de MotoGP tiene el mismo apodo que otro deportista acostumbrado a compensar sus esfuerzos con victorias: Lionel Messi. M¨¢s all¨¢ de compartir mote y de gobernar su especialidad aupados sobre una corta estatura ¡ªambos miden menos de 1,70 metros¡ª M¨¢rquez cuenta que el futbolista argentino le sirve como fuente de inspiraci¨®n para no cansarse de ganar. Nunca.
La carrera que le dio su octavo mundial de motociclismo, sexto de la categor¨ªa reina, es un ejemplo de la glotoner¨ªa ganadora del piloto. Le sacaba tanta ventaja al segundo del campeonato, Andrea Dovizioso, que se daba por descontado que el t¨ªtulo solo ten¨ªa un due?o.
El propio M¨¢rquez lo hab¨ªa reconocido pero sent¨ªa tanta prisa por confirmarlo que se cay¨® dos veces durante los entrenamientos y en carrera desafi¨® a la l¨®gica y al riesgo para vencer con un adelantamiento in extremis en la ¨²ltima curva al franc¨¦s Fabio Quartararo. Triunfar a lo grande para alargar su eterna sonrisa. ¡°Me la plante¨¦ como un fin de semana normal¡±, resume ¨¦l, en relaci¨®n a la carrera.
Ese calificativo, normal, es el m¨¢s repetido cuando se bucea en el entorno del piloto para hallar tics, costumbres o comportamientos que ayuden a desvelar secretos de sus rutinas. M¨¢rquez, 26 a?os ¨Chijo de un conductor de excavadoras al que se le dan calambres en los dedos en cada carrera por su man¨ªa de mantenerlos cruzados, y de una administrativa, Roser, a la que los nervios retienen en casa cuando hay gran premio¨C ha visto c¨®mo su fama y su cach¨¦ se multiplicaban a medida que crec¨ªa su palmar¨¦s. Pero ¨¦l, trata de vivir resguardado en el mismo cascar¨®n familiar que lo ha arropado desde que era un chiquillo. En su caso, la familia va un poco m¨¢s all¨¢ de aquellos que llevan los apellidos M¨¢rquez Alent¨¤.
Se rodea de un equipo personal de mec¨¢nicos, t¨¦cnicos y asistentes que lo ponen todo a punto para que vuele encima de su Honda y que, fuera de los circuitos, le han mimado en los momentos m¨¢s agrios. Como cuando estuvo cinco meses viendo doble por una lesi¨®n en las cervicales, tras un accidente en Malasia, y su equipo organizaba barbacoas para que el muchacho no perdiese el ¨¢nimo. O cuando hicieron frente com¨²n para lidiar con la fuerte tensi¨®n que se desencaden¨® con los medios y los tiffosi italianos tras una patada de Rossi a M¨¢rquez en plena carrera. Tambi¨¦n el d¨ªa que Marc llor¨® en p¨²blico al negar que tuviera intenci¨®n de residir en Andorra, donde vive media parrilla, motivado por sus incentivos fiscales.
M¨¢rquez fortifica su entorno en Cervera, municipio de 9.000 vecinos conscientes de que no hay que dar pistas cuando alguien aparece preguntando por la morada del campe¨®n, y donde, montado en su patinete el¨¦ctrico, sale en b¨²squeda de sus amigos, del avi Ramon, a quien dedica una obligada visita antes de cada carrera, a?el herman¨ªsimo Alex, l¨ªder del mundial de Moto2.
Marc se ha construido una casa para independizarse y ganar espacio donde poder guardar sus motos y sus trofeos, pero la ha levantado a la vera del hogar familiar, cerca de los macarrones de la madre, cerca de la habitaci¨®n donde su colecci¨®n de motos de Valentino Rossi compart¨ªa estanter¨ªa con una bota roja firmada por Gerard Piqu¨¦.
M¨¢rquez ahora acogota en los circuitos a su antiguo ¨ªdolo Rossi y en lugar de conformarse con venerar la bota de Piqu¨¦ charla animadamente con el defensa del Bar?a y con sus compa?eros de vestuario cuando le llaman para disputar una pachanga en el Camp Nou o para que se sume a una cena de equipo, la ¨²ltima vez hace un par de semanas, tras vencer en el Gran Premio de Arag¨®n.
Sus ¨¦xitos le han llevado a m¨¢s focos, a m¨¢s fama y a m¨¢s fotos. Algunas, de postureo, promovidas expresamente por ¨¦l, como cuando cuelga retratos luciendo su musculoso torso. Otras son im¨¢genes muy perseguidas, especialmente aquellas en las que comparte arrumacos con Luc¨ªa Rivera. La modelo de 21 a?os, hija de Blanca Romero y Cayetano Rivera, felicit¨® expresamente a Marc tras la octava corona. ¡°Orgullosa de ti¡±, escribi¨® en las redes sociales.
El M¨¢rquez voraz en la pista se convierte en un Marc simp¨¢tico, amable y rumboso cuando se quita el casco. Un seductor que, tambi¨¦n en la distancia corta, derrota a sus rivales. Su entorno afirma que tiene el mismo car¨¢cter que cuando era un chaval, pero la transformaci¨®n f¨ªsica ha sido evidente y ha corrido en paralelo a la mayor exigencia de las monturas que ha tenido que domar. De peque?o le cargaban en la moto un lastre de 20 kilos para que llegara al peso m¨ªnimo exigido y, ahora, para dominar una MotoGP que rueda a 350 km/hora no le ha quedado otra alternativa que robustecer su cuerpo. Una estructura de acero con una sonrisa de miel. Y normal, todo muy normal.
A rebufo de Rossi en los negocios
Marc M¨¢rquez es imbatible en pista pero, en los negocios, a¨²n va a rebufo de Valentino Rossi. El italiano ha construido una potente marca en torno a su nombre e imagen y la empresa VR46 factura 20 millones de euros al a?o. La compa?¨ªa se ha especializado en la comercializaci¨®n de productos vinculados a los pilotos del mundial de motos y durante un tiempo Rossi tambi¨¦n explot¨® el merchandising de M¨¢rquez, hasta que, en 2016, se rompi¨® la relaci¨®n entre ambos y Marc dej¨® sus licencias en manos de Gruppo Pritelli, principal competencia de VR46.
M¨¢rquez cobra un porcentaje de las ventas que genera toda la iconograf¨ªa relacionada con su imagen y con el 93 (camisetas, banderas, chaquetas y complementos). Unos ingresos que complementan el millonario salario que le abona Honda: en torno a 15 millones de euros al a?o. Tiene contrato hasta finales de 2020 pero los japoneses ya han movido pieza para renovarle.
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