Hartos del l¨¢tigo
El Gobierno deber¨¢ redefinir los l¨ªmites de la austeridad para garantizar que su implementaci¨®n beneficie a todos sin castigar el lomo de quienes lo tienen baldado desde la sociedad de castas
El ensayista ecuatoriano Juan Montalvo escribi¨® en el siglo XIX que el indio de la rep¨²blica era como el burro, cosa mostrenca, pertenec¨ªa al primer ocupante, y serv¨ªa a todos sin otro cobro que el palo en las costillas. Cuando le azotaban, se levantaba agradeciendo, Dios se lo pague amo, y encaden¨® tantas humillaciones que qued¨® estropeado moralmente. El pensador exoner¨® al criollo: ¡°Los espa?oles nos dejaron al indio como es y como ser¨¢ por los siglos de los siglos¡±. El despojo como destino.
Lejos de asumirse sojuzgados para siempre, la poblaci¨®n nativa de Ecuador se organiz¨® nacionalmente en 1980, politiz¨® su identidad en las sublevaciones de los noventa, y volvi¨® a demostrar el poder de movilizaci¨®n en el alzamiento contra los ajustes de Len¨ªn Moreno y el FMI. El resentimiento hist¨®rico subyace en rebeliones que son cr¨®nicas y frontales cuando pretenden anular decretos y rendir gobiernos. Observando su fuerza coercitiva, colectivos no ind¨ªgenas de mujeres, campesinos y sindicatos de la empobrecida clase media obrera se sumaron a las barricadas.
La densa red de bases, agrupaciones comunitarias y federaciones de la Confederaci¨®n de Nacionalidades, probablemente la m¨¢s poderosa de Am¨¦rica Latina, con propuestas de izquierdas, se puso en marcha para recobrar el protagonismo de un movimiento nacido como respuesta a la invisibilidad del indio como sujeto de derecho, de su utilizaci¨®n como animal de carga en la colonia y en la rep¨²blica de 1830. Al verlos mascar coca en el altiplano, un misionero navarro se preguntaba hace 30 a?os si esos seres tendr¨ªan alma.
Los ind¨ªgenas ecuatorianos tienen alma y razones para protestar la brusquedad neoliberal de los ajustes, que hubieran debido ser coordinados con sus representantes antes de ser decretados. No ha sido as¨ª porque Ecuador, Per¨², Bolivia, Brasil o Guatemala todav¨ªa no han estabilizado la relaci¨®n del Estado con culturas que reclaman la propiedad de territorios ancestrales, la administraci¨®n de justicia en exclusiva y una concepci¨®n de la vida frecuentemente incompatible con los c¨®digos modernos y la primac¨ªa blanca en las instituciones.
La econom¨ªa ecuatoriana exige reformas tributarias, laborales y monetarias para desatascarse, prosperar y ser sostenible. Ese era el prop¨®sito del Gobierno al aprobarlas. Pero tan importante es salir del embudo con el acompa?amiento del FMI como hacerlo con el consentimiento informado, o al menos sin el extra?amiento de quienes sufrir¨¢n el rigor del ajuste.
Si indescifrable puede resultar la cosmovisi¨®n ind¨ªgena, estigmatizada como opuesta al progreso, las movilizaciones de estos d¨ªas trascendieron la etnicidad y el atavismo para imponerse como vindicaciones populares. Eran previsibles desde la redacci¨®n de borradores que establec¨ªan carest¨ªas del 120%. El Gobierno deber¨¢ redefinir los l¨ªmites de la austeridad, su proporcionalidad y calendario para garantizar que su implementaci¨®n beneficie a todos sin castigar el lomo de quienes lo tienen baldado desde la sociedad de castas.
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