La eternidad
El Serrano real tocaba a d¨²o una pieza con el Serrano extinguido y las dos m¨²sicas se convert¨ªan en una sola m¨²sica
Inesperadamente, en ocasiones, una esquina de la vida se desgarra como un velo ante nuestros ojos y vislumbramos por la grieta lo que no puede ni debe verse. Me explicar¨¦.
Tiene el Teatro Real de Madrid una actividad admirable que no s¨¦ si comparte con otros teatros de ¨®pera. Es un taller musical para ni?os titulado ?Todos a la Gayarre! All¨ª se instruye a las criaturas, con juegos y veras, sobre la ¨®pera que est¨¢ en cartel. Tiene un ¨¦xito rotundo. El otro d¨ªa mi hija, al cumplir los siete a?os, me invit¨® a la funci¨®n.
Se trataba de un introito al Don Carlo de Verdi usando como excusa el retablo de El jard¨ªn de las Delicias. El profesor Fernando Palacios, a quien los infantes adoran, present¨® a un virtuoso de la arm¨®nica, Antonio Serrano (inmenso), que fue poniendo m¨²sica a cada una de las figuras, cuentos, arias y situaciones del espect¨¢culo. El virtuoso us¨® una docena de arm¨®nicas y pasaba de unas a otras con una elegancia emocionante.
Y de pronto la realidad se rasg¨® como una cortina. El profesor proyect¨® un YouTube de Serrano: una entrevista de 1990 cuando ¨¦ste ten¨ªa 16 a?os. En el reportaje tocaba el joven una dif¨ªcil pieza de exhibici¨®n y lo est¨¢bamos admirando en la pantalla cuando surgi¨® el milagro. El Serrano realmente existente se puso a acompa?ar a su propio pasado del a?o 1990. El Serrano real tocaba a d¨²o una pieza con el Serrano extinguido y las dos m¨²sicas se convert¨ªan en una sola m¨²sica. Me pareci¨® que el joven Serrano volv¨ªa del mundo de los muertos para saludar al Serrano vivo y que ambos se pon¨ªan a hacer m¨²sica para celebrar que nada muere. En un abrazo eterno la m¨²sica un¨ªa el pasado difunto con el vivo presente de los vivos. Habr¨ªa querido bailar. Salimos felices y nos tomamos un helado a dos cucharitas.
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